pobreza infantil
Criar a tres hijos con 600 euros al mes: "Tengo miedo a la factura del gas"
Nora Adabbar, madre de tres niños, paga un alquiler de 600 euros, pero en casa solo entran 1.200: "Hacemos sacrificios y malabares"
Esta madre prioriza el pago del piso y reconoce que ha dejado de comprar fruta, verdura y carne
Elisenda Colell
Redactora
Periodista de desigualdades y exclusión social crecida en la redacción de informativos de la Cadena SER en Catalunya. Nací en Viu Comunicació y Cugat.cat.
"Claro que te pasa factura: no duermo, tengo ataques de ansiedad... pero lo normalizas, lo vives en silencio. Mi cabeza no da para más, mis hijos siempre son lo primero", explica Nora Adabbar, una madre de tres niños de 14, 11 y 8 años de Barcelona. Le quita el sueño la próxima factura de gas porque el mes pasado, en plena ola de frío, decidió encender la calefacción durante las noches más frías. Le quita el sueño poder ir a comprar la comida del supermercado, o que sus hijos tengan que pasar todo el verano encerrados en casa porque no hay dinero para más. "Pienso que el alquiler es lo primero que tenemos que pagar, mis hijos necesitan un techo", se sincera.
"Siempre tienes miedo de que llegue cualquier imprevisto y no poder hacer la compra"
Adabbar dejó de trabajar hace ocho años, cuando nació su tercer hijo. "Era imposible hacernos cargo de los tres con mis horarios", asegura. La mujer, cajera de supermercado, optó por sobrevivir con el sueldo de su marido, técnico de mantenimiento, que gana unos 1.200 euros al mes. "Entonces pagábamos 400 euros de alquiler", recuerda. Pero en los últimos años, como a muchos inquilinos de Barcelona, la subida del precio del alquiler les han ido retorciendo cada vez más. Ahora tienen que pagar 600 euros cada mes para mantener el techo; la mitad de los ingresos que entran en casa.
Ella ha intentado volver al mercado laboral, pero no encuentra trabajo. "No puedo dejar a mis hijos solos en casa, los horarios son incompatibles", lamenta. Hasta que no lo encuentre, la familia se ve obligada a pasar el mes con los 600 euros que les sobran después de pagar la vivienda. "Sé que hay gente que lo hace, pero ni nos hemos planteado dejar de pagar el alquiler. ¿Y luego cuando viene el desahucio qué haces? No tenemos dónde ir y los servicios sociales me dicen que mientras mi marido trabaje no pueden darnos nada. Nos quedaríamos en la calle", explica esta madre. "Es lo primero que pagamos", asume.
La solución: "Sobrevivimos haciendo malabares". Juegos de magia para que, aparentemente, a los menores no les falte de nada. Por ejemplo, no poner la calefacción para evitar las facturas del gas. "Tengo miedo de la próxima factura: durante la ola de frío puse la calefacción algunas noches y no sé si la podremos pagar", explica. Una situación, la de la pobreza energética, que viven el 17% de familias en Catalunya.
Trucos de magia para la cesta
La madre también hace trucos de magia cuando tiene que ir a comprar. "Hay productos que solo los compro una vez al mes y si no hay, no hay más", relata. Reconoce que ha dejado de comprar carne, fruta y verdura, y le agobia que sus hijos, a medida que se hacen más mayores, tienen más hambre y comen más. "Antes compraba las cajas de leche de dos en dos. Ahora compro dos o tres cartones. He dejado de comprarles natillas o flanes, el yogur es más barato. Por suerte, comemos todos cada día", resume esta madre, que en ocasiones ha tenido que pedir dinero a familiares.
Hace más de cinco años que la familia no se va de vacaciones. "Nos pasamos el verano encerrados en casa, pasando calor con la ventana abierta... no podemos permitirnos nada más. Te sientes un pringado", lamenta. La hermana mediana asiste al centro abierto de Save The Children para refuerzo escolar. El pequeño, con problemas de salud mental, prefiere jugar a fútbol. "Es otro esfuerzo más pero sé que le va bien, está mejorando mucho".
Miedo al imprevisto
La paga extra se la guardan para los libros de los niños del curso que viene. "Es lo único que tengo claro, que todo lo que tenemos es para que ellos puedan estudiar y buscarse una vida mejor, no tener estos problemas", expone.
"Siempre tienes ese miedo: que llegue cualquier imprevisto y no llegar, no poder hacer la compra", añade. Recuerda cuando sus hijos le han pedido zapatillas nuevas porque las que tenían ya les iban pequeñas. "Tú sabes que les hacen falta pero les dices que tendrán que esperar. Los mayores ya lo están viendo pero siempre intentas contárselo bonito, que no sufran".
Ella ya ni se acuerda de cuándo fue la última vez que se compró ropa. Incluso zapatillas de ir por casa. Sueña con poder pagarse un piso y que, algún día, sus hijos lo puedan heredar. "Pero es que no puedo, es imposible. Y me da mucha pena... te sientes mal", confiesa esta mujer de 39 años. "Lo tenemos muy difícil, cualquier cosa normal para nosotros es un lujo. Pero lo único que me tranquiliza es que los niños están tranquilos, que tienen una casa", remacha esta madre, que ha querido participar en este reportaje pero que ha declinado salir en ninguna foto. "A mis hijos les da vergüenza que la gente sepa esto".
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