Plan de erradicación

Una afectada por el amianto: "Mi familia lo lleva en la venas y yo aún convivo con él"

Los afectados por este material exigen que los resultados del plan de erradicación lleguen cuanto antes

Montse Parera ante el techo de amianto de la nave que tiene frente a su piso en la calle de Pallars

Montse Parera ante el techo de amianto de la nave que tiene frente a su piso en la calle de Pallars / JORDI COTRINA

Guillem Costa

Guillem Costa

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Cuando Joaquín Nogués sale a dar un paseo, cuenta cientos de miles de estructuras de amianto que envuelven todo tipo de edificios. "Es lo que tiene vivir en Badia del Vallès. Aquí, casi todo está fabricado con amianto. Así seguimos hasta que no lo acaben de eliminar", se resigna. Le ocurre algo parecido a Montse Parera cada vez que sube a la terraza de su piso del Poblenou (Barcelona): lo primero que ve es una gran nave industrial recubierta de amianto que la obliga a recordar su tragedia familiar, ligada a este material.

La normalidad diaria de Nogués y Parera es solo un ejemplo de lo que viven cada día miles de personas que llevan décadas rodeadas de amianto. El Govern ha presentado esta semana un plan para resolver el problema y eliminar los más de 4 millones de toneladas que aún quedan en Catalunya. Pero a estos dos vecinos ya no les valen los anuncios ni los discursos a bombo y platillo: quieren ver cómo el amianto, que se ha convertido en una de sus principales preocupaciones, desaparece definitivamente de sus vidas.

Trauma industrial

Parera (71 años) ha vivido siempre en el barrio del Poblenou y su vida ha ido fatalmente unida a este material: "Mi padre, mi abuelo y mis hermanas trabajaban en Macosa lo inhalaban cada día". Macosa es la empresa de construcción en la que se manipuló amianto durante años. Hoy todavía no olvida la dureza de la fábrica: "Era muy traumático para todos, siempre venían cabreados del trabajo, nadie lo pasaba bien allí dentro". Y encima, cobraban poco, reprocha.

la señora Montse observa la pared de amianto, tintado en los últimos meses, de la nave que tiene frente a su piso en la calle Pallars a la espera de una solución

Montse observa la pared de amianto, tintado en los últimos meses, de la nave que tiene frente a su piso en la calle Pallars a la espera de una solución. / JORDI COTRINA

Su padre, que empezó en la empresa a los 10 años, murió de cáncer de próstata en 2001: "Nadie nos lo dijo oficialmente, pero es evidente que su cuerpo estaba infestado de microfibras de amianto". Parera no tiene ninguna duda: "Seguro que se lo causó el contacto diario con este maldito material que todavía no se ha erradicado del todo en el barrio". "Mi familia lleva el amianto en la sangre", ironiza.

Capa de pintura

Más de 20 años después de la muerte de su padre, Parera todavía debe convivir diariamente con esta sustancia. Frente a su casa de la calle de Pallars (esquina con Fluvià), hay una nave industrial recubierta de amianto. Ahora la han repintado, "supuestamente para encapsularlo", pero el material sigue ahí.

Le preocupa porque el edificio está a 50 metros de una escuela: "Lo único que queremos es que lo eliminen". Varios vecinos siguieron atención el proceso de encapsulado y tienen dudas sobre si se hizo con la máxima seguridad. Sin embargo, no quieren mirar hacia atrás: su único deseo es que lo retiren del todo. O si hace falta, que se derribe la nave entera, como se ha especulado en su calle.

La nave industrial es de los años 80. Por aquel entonces pertenecía a la empresa Norma Comics. Ahora se utiliza como centro deportivo. Por dentro, el techo también es de uralita. "Yo, a mi edad, no me preocupo, pero hay más vecinos y no pueden seguir así, se tiene que terminar el trabajo que han dejado a medias", critica. En los últimos años, buena parte del amianto del barrio se ha eliminado. Pero algunos vecinos, como los de las calles de Pallars y Fluvià, todavía lo contemplan día tras día.

En Badia del Vallès las cosas son distintas. Joaquín Nogués, miembro de la asociación de vecinos, tiene 65 años y aterrizó en Badia con 17: "La ciudad se construyó toda a la vez, por lo que el amianto se degradará en el mismo momento". Está por todas partes: tejas, tubos, balcones, fachadas. La situación es parecida a la que se vive en Cerdanyola del Vallès, donde también hay varios vecinos movilizados para erradicar el amianto, que también plaga la ciudad.

Conferencia del doctor

En Badia, la Administración ya ha decidido qué sustituirá al amianto en los tejados, una planificación que ha demorado la retirada del material. A partir de las próximas semanas, se empezará a hablar con los vecinos para contarles cómo será un proceso que empezará con el encapsulamiento. Confían en que arranque este año. El siguiente paso será eliminarlo definitivamente: "Es muy necesario, pero que lo hagan lo más rápido posible, por favor", reclama. Todos esperan que los tiempos de la política y la burocracia no interrumpan más la operación.

"Al principio de vivir en Badia, no era consciente de lo que pasaba, pero un día, un doctor nos dio una charla y nos dimos cuenta". Les explicó que este material se empieza a degradar al cabo de unos 40 años y que es en este punto cuando es más perjudicial para la salud. Estas cuatro décadas aproximadas se cumplen ahora, por lo que estos vecinos no quieren esperar al año 2032, cuando la Unión Europea exige el fin total del amianto.

El plan específico para Badia lo anunció el presidente Pere Aragonès hace ya un hace más de un año in situ. Y en el municipio no se olvidan de lo que se les aseguró aquel día. "Es una obra muy grande, solo en Badia hay miles de toneladas, pero se tiene que hacer ya. Si no, la gente volverá a rumorear y a dudar de las promesas", advierte Nogués, que conoce bien a sus conciudadanos. Tiene clara una cosa: cada día que pasa con amianto en los edificios, supone una derrota para los vecinos.

Suscríbete para seguir leyendo