Diccionario del trauma pop: 10 términos que han saltado de la jerga terapéutica al argot juvenil

'Soy un bipolar' se emplea como sinónimo de indecisión o cambio de humor abrupto. En realidad, el trastorno bipolar está considerado como la sexta causa de discapacidad en el mundo. Incluye episodios serios de manía y depresión, y en los casos más graves causa incapacidad para trabajar y relacionarse.

Se uso como equivalente a 'falta de voluntad' o 'flojera' hace un flaco favor a los 4 millones que sufren la enfermedad en España. Banalizar el trastorno supone que mucha gente no reciba tratamiento, lo que multiplica el riesgo de consecuencias fatales, la peor, el suicidio. 

Cuando dicen estrés se refieren a que no les da la vida para compaginar la vida real y virtual, así como soportar la presión por su rendimiento. Sin embargo, el trastorno por estrés agudo consiste en una reacción disfuncional, desagradable e intensa que comienza poco después de un acontecimiento traumático o abrumador y que se prolonga durante menos de un mes.

Vale para explicar cuando alguien te hace el vacío. Te deja en visto en WhatsApp o no te contesta por Instagram pero te mira las 'stories'. En psicología, el 'efecto fantasma' significa terminar una relación, suspendiendo toda comunicación con la pareja, que puede causar un rechazo abrumador, confusión y heridas en la autoestima.

Acrónimo de 'Kill My Self' (quiero suicidarme). Se usa como expresión melodramática de frustración o simplemente de estar harto de algo. Pero el suicidio causa la muerte de 10 personas al día en España. Entre 2020 y 2022, según la Fundación Anar, se registraron 1.949 intentos de suicidio por parte de adolescentes y jóvenes.

Normalmente, cuando alguien te contradice. La palabra cobró vida con 'Gas Light', una obra de teatro de 1938 de Patrick Hamilton que, dos años después, saltó a la gran pantalla, y viene a ser un patrón de abuso emocional que tiene como fin que la víctima dude de sí misma, de su identidad y de sus actos. 

Circula como sinónimo de aplazamiento de una tarea por holgazanería. En realidad, se trata de un problema de regulación de emociones, no de gestión del tiempo. Cuando procastinamos, hay partes de nuestro cerebro que realmente piensan que las tareas que estamos suspendiendo —y los sentimientos negativos que las acompañan— son problema de alguien más.

Es el comodín aplicable a todo acontecimiento negativo, normalmente delegando la responsabilidad fuera (el trauma de la pubertad, de la diferencia, de la academia, del cuerpo femenino, del desapego materno). La definición 'clínica' vendría a ser "el recuerdo de un evento muy estresante que quedó almacenado de manera disfuncional en las neuroredes de memoria".