Obituario

Fallece el periodista catalán Pere Ríos: "Esto se acaba"

El periodista Pere Ríos, experto en información judicial, ha muerto este sábado en Barcelona tras luchar de forma brava contra una grave enfermedad

Pere Rios

Pere Rios

J. G. Albalat

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Un buen profesional, pero sobre todo un amigo de sus amigos. El periodista Pere Ríos (Sant Boi de Llobregat, 1962) ha fallecido en la tarde de este sábado tras luchar de forma brava contra una grave enfermedad. Ha combatido hasta el final y se ha agarrado a la vida hasta el último segundo. Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Autònoma de Barcelona y en Derecho por la Universitat Oberta de Catalunya, el mundo del Derecho siempre le había atraído y se lanzó al ruedo cuando ejercía como especialista de tribunales en 'El País', el último diario en el que trabajó antes de caer enfermo. Ejerció también en la sección de reportajes y sociedad del diario 'El Observador', desde su nacimiento a su cierre, así como en el 'Diari de Barcelona' y en el 'Avui', en ambos casos en sucesos y tribunales.

En lo personal era irónico, sarcástico, gruñón, peleón, directo y muy crítico (como lo recuerdan un servidor y Carol Espona), pero con una forma de ser que le hacía cercano a la gente. “Esto se acaba”, me llegó a decir en el hospital horas antes de que se fuera. Brillante, pulcro y preciso en sus crónicas, se adentró en ese mundo de la justicia que le sedujo hasta los tuétanos. Hasta tal punto que, con tantas togas alrededor, se enamoró de una magistrada, María Sanahuja, su actual compañera.

Esa forma pasional de hacer las cosas y darlo todo no solo la plasmó en sus textos de experto en judiciales, sino que la traspasó después a sus artículos sobre la política catalana. No olvidó nunca sus raíces profesionales. Empezó su carrera en el mundo del periodismo como corresponsal en el Baix Llobregat y L’Hospitalet del diario 'El País', al que regresó en 1996 como redactor de tribunales.

Grand Tibidabo y Banca Catalana

Desde entonces cubrió la información de los asuntos judiciales más importantes de Catalunya. Por nombrar unos cuantos: la descapitalización de Grand Tibidabo; la trama corrupta de los inspectores de Hacienda; el caso de corrupción judicial de Lluís Pasqual Estevill; los casos Treball y Pallerols, referidos a la financiación de Unió Democràtica. Esa amplia experiencia y su interés por llegar al fondo de cualquier asunto le animaron a escribir el libro 'Banca Catalana: caso abierto', en el que explicaba “lo que no se contó del escándalo que enriqueció a Jordi Pujol”, según su portada. Y contó para el prólogo con dos de sus máximos protagonistas: los fiscales Carlos Jiménez Villarejo y José María Mena.

Fue entonces, durante esos largos e intensos juicios y durante las esperas interminables en los juzgados a la espera de declaraciones de uno u otro, cuando Pere se abría de par en par para llenar el tiempo con conversaciones (y algún que otro cotilleo) sobre el día al día y, sobre todo, sobre periodismo, una profesión que amaba y que siempre decía que era “la mejor del mundo”. Un periodista íntegro.

Una anécdota: fue uno de los impulsores y promotores de que todavía ahora un grupo de colegas sigamos jugando cada año a la lotería de Navidad. Era una excusa para vernos en el Mesón Castellano (a unos pasos de la Audiencia de Barcelona) y revivir viejos momentos o poder explicar cómo nos iba en nuestros respectivos medios de comunicación o en nuestras vidas.

A pesar de que Pere dejó de hacer tribunales en 2011 para cubrir la información relativa al PSC, ese grupo de amigos y periodistas nos veíamos cada año para intercambiarnos los números de la lotería de Navidad. Él siempre era el que hacía el excel con los números que jugábamos o nos recordaba cuántos décimos teníamos que comprar. La promesa (llena de ironía) era que si tocaba algo nos iríamos a pasar unos días a Marina d’Or (Oropesa de Mar). Nunca nos tocó lo suficiente. En el Whatsapp todavía hay un grupo con el epígrafe 'Lotería 2022', que este sábado de febrero está triste.