Pandemia

Primer día sin mascarillas en el transporte público: "Ya era hora, era una medida inútil"

  • El fin de la obligatoriedad se ha notado especialmente en el autobús, donde los usuarios la llevaban más que en el metro

FERRAN NADEU

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Sergi Corberó

"Por fin", "ya era hora", "ahora sí que parece que toda esta pesadilla va quedando atrás" han sido algunos de los comentarios más repetidos este miércoles, primer día del "adiós a la mascarilla" -como celebraban algunos usuarios- en el transporte público. Sin duda, donde más se ha notado la entrada en vigor del fin de la obligatoriedad del tapabocas ha sido en el autobús: la presencia de los conductores aún hacía mantener una medida que en el metro y los trenes de Cercanías hace ya tiempo que registraba una deserción masiva.

Casi tres años después del inicio del confinamiento, el sentir general es que el Gobierno ha tardado demasiado en tomar la decisión. "Han llegado tarde, porque la obligatoriedad no se corresponde con los casos de contagios que hay", cuenta Víctor Cortinas, joven que se desplaza en metro a diario. De hecho, España ha sido el último país en Europa en decretar el fin de la mascarilla en el transporte público. "Hace poco viajé a Turquía y en el avión nadie la llevaba", recalca Víctor.

Si bien es cierto que la nueva normativa provoca un cierto alivio en un grueso de los usuarios que ya pueden dejar la mascarilla en casa con la norma a favor, también lo es que muchos otros se muestran precavidos: aún hay un retén de personas en buses y metros que llevan tapabocas, ya sea porque están resfriados o por temor a contagiarse de alguno de los virus respiratorios que se encuentran en circulación.

"Algo absurdo"

"Tenía muchísimas ganas de decir adiós a las mascarillas, que dejaran de ser obligatorias, mucha gente ya no las llevaba y era una medida inútil", cuenta Lluís Diestre, que se desplaza habitualmente en metro, autobús, ferrocarriles e incluso Rodalies, donde ya casi nadie las llevaba en los vagones.

Lluís explica que siempre había llevado el tapabocas por cumplir con las normas, pero que lo sentía como "algo absurdo": la deserción, sobre todo en los trenes, era mayoritaria. "O la llevamos todos o que no se la ponga nadie, pero es inútil que tres personas la lleven si hay seis que no", recalca Lluís, que está de acuerdo con que la medida llega tarde, pues entiende que la gente la llevaba más por precaución o por seguridad que no por la amenaza del covid. De hecho, este miércoles el Hospital Vall d'Hebron, el más grande de Catalunya y que ha atendido a 1.638 pacientes en estos tres años, ha anunciado que ha dejado de tener pacientes en la UCI por coronavirus. En marzo de 2020, llegó a tener a 170 en su unidad de cuidados intensivos.

Donde se ha visto un cambio más reconocible después de la eliminación de la obligatoriedad de la mascarilla ha sido en los autobuses, donde hasta hace poco los conductores han persistido en recordar la normativa y era muy habitual escuchar los recordatorios por megafonía.

"En el bolsillo"

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Este miércoles, día 1 después de la mascarilla, se ha hecho visible un gran predominio de los que no la llevan, incluido el conductor, que ya no tiene que repetir de forma impenitente la consigna. "Antes todos estaban con mascarilla porque había que pasar delante del conductor. Hoy he encontrado una gran diferencia, he entrado más cómodo, sin necesidad de dar explicaciones", añade Lluís.

"Llevar la mascarilla constantemente en la boca me provocaba ansiedad. En verano lo pasé mal", explica, por su parte, Alejandra Fernández, que cuenta que en su trabajo también la obligaban a usarla, por lo que ha tenido que convivir con ella mucho tiempo. De hecho, afirma, sigue "guardando una en el bolsillo". "Por si acaso a alguien le molesta que no la lleve".