Pobreza

El rector de la iglesia de Santa Anna de Barcelona, que acoge a sintecho, denuncia "quiebra social"

Una madre con su hijo y un enfermo de cáncer, entre los últimos que han pernoctado en el templo

Unos niños duermen sobre los bancos de la iglesia de Santa Anna, en el barrio Gòtic de Barcelona.

Unos niños duermen sobre los bancos de la iglesia de Santa Anna, en el barrio Gòtic de Barcelona. / FERRAN NADEU

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Una mujer brasileña y su hijo, de corta edad, que estaban durmiendo en la calle en Piera (Barcelona), se han refugiado la pasada noche en la Iglesia de Santa Anna, de Barcelona.

El rector de la parroquia de Santa Anna, Peio Sánchez, ha denunciado este viernes, en declaraciones a EFE, que la llegada de esta mujer con su hijo, así como de otras personas en situación de extrema vulnerabilidad, constata "la quiebra de los servicios sociales" en Cataluña.

Enfermos desatendidos

Además de esta familia monoparental, han llegado a la parroquia un joven que tiene cáncer y está en tratamiento de quimioterapia y otro que recibe diálisis.

El primero, Yassine, espera desde hace tres meses que le llamen para poder entrar en un albergue, ha denunciado el Hospital de Campaña, la entidad que recibe y atiende a estas personas en la parroquia.

"Sabiendo de la situación de esta persona nadie ha sido capaz de buscarle un lugar para no tener que dormir en la calle", ha recriminado el capellán.

La denuncia

"Nos preocupa la situación porque nos llegan personas en máxima vulnerabilidad. Si no se encuentran soluciones para ellas, imagínate para el resto", ha considerado el sacerdote, que ha añadido que estos hechos demuestran "la quiebra de los servicios sociales".

También ha indicado que "alarma especialmente el desamparo de mujeres", después de acoger a finales de diciembre otro caso de una mujer con dos hijos menores que vivían en la calle.

La parroquia de Santa Anna abre sus puertas por las noches para acoger a personas que viven en la calle o necesitan refugio. Hace años que cumple con esta función. Su rector no ha dejado de advertir de cuánta gente queda sin atender.