Violaciones

Una joven transexual denuncia que el centro de agresiones sexuales de Asturias se negó a atenderla: "Una violación es una violación"

"Me violó porque para él era una mujer", asegura la víctima, quien critica que no se atienda a todas las personas: "El trauma es el mismo para cualquier víctima y necesita apoyo"

agresion sexual

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Marián Martínez

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Una joven transexual de Avilés fue violada en noviembre y cuando pidió ayuda al Centro de crisis para víctimas de agresiones sexuales de Asturias, situado en Oviedo, se le denegó porque en su DNI figura su nombre masculino.

"No es una mujer y la asistencia es solo para mujeres víctimas de agresiones sexuales", asegura que le dijeron. "El hombre que me violó, lo hizo porque para él era una mujer. Cuando acudí a la Policía a denunciar me trataron como a una mujer, pero donde yo esperaba ayuda, me la denegaron". De hecho, está recibiendo tratamiento psicológico en una asociación de Gijón.

Sara (nombre figurado porque reclama mantener su anonimato) estuvo de fiesta con unas amigas en Oviedo, y en un momento determinado fue a un piso con un conocido sin más intención que descansar.

"Él se dirigió a mí porque del grupo yo era la única mayor de edad, todas las demás eran menores. Después me enteré de que a una de ellas también le había hecho tocamientos", relata. Una vez en el piso, empezaron los problemas. Ella intentó detenerlo, "le dije que era transexual, pero le dio igual. El me vio como una chica y no paró. Yo estaba en shock, ¡no podía reaccionar!".

"Me daba vergüenza"

Esta joven avilesina tardó tres días en denunciar su violación. "Me daba vergüenza y pensaba que podía haber hecho algo y que no lo hice, pero estaba.... estaba en shock, no podía creerlo y no pude reaccionar. Me sentía culpable, aunque sé que yo no tuve la culpa, que el culpable es el violador, no la víctima. Yo tardé tres días en denunciarlo, pero sé que otras tardan semanas y algunas ni siquiera lo denuncian".

Finalmente le contó a su madre lo ocurrido y se fueron a la Comisaría de la Policía Nacional de Avilés, donde recibió la atención de la Unidad de Atención a la Familia y la Mujer (UFAM). "Me atendieron muy bien, con un trato estupendo, y me preguntaron si me había puesto en contacto con el Centro de crisis para víctimas de agresiones sexuales, que allí podría recibir asistencia psicológica y judicial, y que me ayudarían en lo que necesitara. Mi tutora, a la que le había contado lo que me pasó, también me lo recomendó".

Así que llamó, y para su sorpresa, le negaron la atención. "De mano me dijeron que sí, pero como en el DNI todavía figura mi nombre masculino, entonces me dijeron que no era una mujer y que no me podía atender. Que son las normas. ¿Cómo las normas? No entiendo por qué rechazan a las chicas trans. ¿Y si en el DNI figurase un nombre femenino, entonces sí me podían atender?", plantea Sara de forma retórica.

El trauma

"Ahora sé que tampoco atiendan a niñas menores de 12 años, ¿por qué? ¿Y qué pasa con los hombres? Porque ellos también pueden ser violados. El trauma es el mismo para cualquier persona que sufre una agresión sexual. Lo vendan como lo vendan, no tiene justificación. Una violación es una violación en cualquier caso, y las víctimas necesitamos ayuda", reflexiona Sara. Y va más allá, fijándose en el nombre del centro: "No pone que sea para la mujer, sino que es un centro de atención a víctimas de agresión sexual, en general".

La joven víctima identificó a su agresor sexual, y pocos días después de interponer la denuncia tuvo que ir a declarar al juzgado. "Sé que le encontraron y que ya le tomaron declaración. Es una experiencia terrible, porque te echas la culpa de lo que pasó, aunque todos te digan que el único culpable es el agresor. Es muy duro, y necesitas mucho apoyo y respaldo para afrontarlo", asegura manteniendo la compostura.

"Soy optimista y siempre quiero ver las cosas positivas, pero esto es muy difícil. Tengo suerte de tener a mi lado tanta gente que me apoya".

"Me insultaban y me llamaban maricón"

Sara relata con normalidad el proceso por el que está pasando desde que decidió ser mujer. Muestra un carácter valiente; está acostumbrada a que la miren y la insulten desde que era una niña, ya en el colegio.

"Me insultaban y me llamaban maricón en la cola del comedor. Siempre me gustaron las cosas de niña, y me sentía mejor con las niñas que con los niños. A los 14 años ya me di cuenta de que quería ser mujer, pero no salí del armario hasta los 16. Me daba mucho miedo por la reacción de la sociedad".

Hasta que un día decidió ponerse unas medias y una falda para salir a la calle. "Quería expresarme como soy realmente, y con esa ropa me sentía más cómoda, más yo. Había visto en las redes sociales que otras personas lo habían hecho, y que eran más felices, y pensé ¿por qué yo no? Me lancé, y hasta hoy".

Muchos referentes feministas y transexuales

"Tengo suerte por mi carácter y porque he tenido muchos referentes feministas y transexuales. Mi tutora de estudios me dice que soy muy valiente y que siempre veo el lado positivo de todo. Pero la verdad es que ahora me veo que yo soy yo, y tengo satisfacción por haber dado el paso", asegura.

Sara ya va a iniciar los trámites para cambiar su DNI y ponerse su nuevo nombre de mujer. También recibe asistencia psicológica como paso previo a empezar a tomar hormonas.

"El proceso es más o menos largo en función de la madurez de cada persona. Las sesiones previas con los profesionales son para que estés bien segura de lo que quieres. Pero en casos tan claros como los míos, cuanto antes te decidas a empezar, mejor, porque el proceso es largo. Y es muy importante el apoyo de la familia".

Por eso, porque Sara tiene claro que es una mujer envuelta en el cuerpo de un hombre, reclama que se la respete y trate como tal.

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