Ordenar el territorio, clave en la prevención de los grandes incendios forestales

Tras uno de los peores veranos de la historia en materia de incendios forestales, el Gobierno de Aragón ha organizado un foro para abordar la necesidad de un cambio de enfoque en su prevención

Gonzalez y Lamban en mesa inaugural foro incendios

Gonzalez y Lamban en mesa inaugural foro incendios / LUIS CORREAS Gobierno de Aragon

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El verano de 2022 ha resultado ser uno de los peores de la historia registrados en materia de incendios. Solo en Aragón se quemaron 20.236,97 hectáreas forestales, una cifra muy superior a la media histórica (2.987,84ha). Con este panorama y tras alcanzar cifras máximas en términos de eficacia e inversión en medios de extinción, se ha puesto de manifiesto la necesidad de un nuevo paradigma en la prevención. Este ha sido el objetivo del Foro ‘El desafío de los grandes incendios forestales. Impactos en el territorio’, organizado por el Gobierno de Aragón, en colaboración con la Fundación Felipe González y que se ha desarrollado los días 25 y 26 de enero.

Según los expertos, el año 2022 representa un punto de inflexión: la era de los incendios que no se pueden apagar, los llamados incendios de sexta generación, ha llegado. De todos los ingredientes con los que se cocinan los incendios, como son la temperatura, la humedad y la cantidad del combustible disponible o las condiciones meteorológicas entre otras, es necesario incidir en uno: la acumulación del combustible en nuestros territorios. Si no se gestiona el paisaje y se sigue renunciando a un aprovechamiento sostenible, los incendios no tienen límite.

Por ello, tal y como se puso de manifiesto en este foro que reunió a un plantel de expertos de primer nivel y a representantes institucionales de comunidades como Comunidad Valenciana, Castilla la Mancha, Castilla y León, La Rioja y Navarra, los grandes incendios forestales son uno de los problemas más graves a los que se enfrenta nuestra sociedad. Pero son una catástrofe evitable, con el aliciente añadido de que su solución nos abastece de una energía necesaria, crea empleo y contribuye a fijar población en el medio rural. Estamos ante un grave problema, pero también ante una gran oportunidad.

Lo que tenemos, lo hemos heredado

“Hemos pasado de vivir del bosque a defendernos de él. Es un cambio serio y ahora nos encontramos con un exceso de sabiduría banal que pretende hacer desde los despachos lo que los paisanos vienen haciendo durante siglos. Lo que tenemos, lo hemos heredado”.

“Hace tiempo que los especialistas advertían que cuanto más éxito tenían extinguiendo incendios, más temían que al cabo de pocos años revirtiera en su contra, incrementando la dimensión del fracaso”.

Estas son solo dos de las reflexiones del ex presidente Felipe González, que participó en la primera mesa del foro junto al presidente de Aragón, Javier Lambán. A su juicio, la clave frente a los incendios está en la prevención, en la ordenación del territorio conociendo el paisaje y respetando al paisanaje, sin tomar decisiones desde los despachos y parándose a escuchar a los que viven en y del medio.

Porque como dijo el inspector de Bomberos de Cataluña, Marc Castellnou, “no me mandéis más aviones”. Frente a los megaincendios, llega un momento en que no se pueden extinguir, no se puede hacer nada, como recordó el hombre del tiempo de Aragón TV Eduardo Lolumo en las conclusiones. En su lugar, “hay que intervenir antes, en la ordenación del territorio”.

Ingredientes de los grandes incendios

Porque, aunque “el cambio climático es un catalizador” de estos fuegos, “no es el causante de todo ellos”.  Los grandes incendios se cocinan con más ingredientes:

·        Hay mucho combustible desde el suelo hasta las copas de los árboles, por un abandono de las faenas tradicionales agrícolas y ganaderas, también por un exceso de las figuras de protección.

·        Hay una continuidad espacial de todas estas áreas, no hay cortafuegos naturales.

·        Nuestra sociedad es cada vez más urbana, olvidando a veces el entorno rural. 

Teniendo esto en cuenta, y partiendo de la base que “extinguir ya lo sabemos hacer y muy bien”, a lo largo de las diferentes mesas de este foro se puso de manifiesto que “lo único en lo que se puede actuar es en una buena gestión del bosque, teniendo en cuenta el paisaje pero también el paisanaje, oyendo a la gente que vive en el territorio, pero no yéndonos a una cultura agrícola y ganadera y a unos usos tradicionales del monte que ya no existen”. “Actuar con una gestión sostenible, aunque la legislación europea, entre otras, no lo pone fácil”, coincidieron los expertos.

La solución es también una oportunidad de empleo y de riqueza

Además, hay que comprender que el bosque es algo más que un conjunto de árboles, “es un recurso para los habitantes del medio rural. Es biomasa”.

Según las estimaciones, unos 10.000 millones de euros es lo que costaría limpiar los montes si solo se hicieran tratamientos selvícolas desde la Administración. Por ello, desde este foro se abogó por convertir esta tarea en un recurso o no va a funcionar, echando mano de la colaboración público privada. Esa biomasa puede abastecernos de una energía necesaria, creando al mismo tiempo empleo en estas zonas y contribuyendo a fijar población en el medio rural.

Este idea es en la que insistió el consejero de Agricultura, Ganadería y Medio Ambiente del Gobierno de Aragón, Joaquín Olona, en la clausura del foro. A modo de conclusión general, Olona apostó por la “selvicultura productiva”. De ella, dijo que no tiene por qué estar en conflicto con la conservación y que no hay que tenerle miedo. “Cuando se nos está diciendo que ya está habiendo y habrá incendios que no se pueden apagar, no podemos seguir apostando por políticas únicamente basadas en la extinción y la prohibición, porque así solo vamos hacia el abismo”, incidió. Por ello, frente a planteamientos catastrofistas clásicos, la solución pasa por “la selvicultura productiva”.

Pero en el foro también se puso sobre la mesa que todo esto “hay que explicarlo a la sociedad. El rechazo generalizado al aprovechamiento del monte es un hecho. De ahí la importancia de la comunicación desde la gestión forestal”, subrayaron y también de la educación. En definitiva, “estamos ante un grave problema, pero también ante una gran oportunidad”.