Segundo premio

La suerte sonríe por segunda vez a la administración madrileña El Elefante Blanco

El local, que ya dio el Gordo de Navidad y un quinto, vende ahora 10 décimos del 72.289

Magalí y Samuel, empleados de la administración 'El elefante blanco', que ha repartido parte del segundo premio

Magalí y Samuel, empleados de la administración 'El elefante blanco', que ha repartido parte del segundo premio / O. P.

Olga Pereda

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Todos los reportajes sobre la Lotería navideña comienzan igual, con el lotero explicando a la prensa que tenía un presentimiento, que intuía desde primera hora de la mañana que este año su administración iba a repartir alegría y, sobre todo, dinero a su clientela. Magalí, empleada desde hace 5 años en El Elefante Blanco, ubicada en el corazón de Madrid, en la calle Arenal, se levantó esta mañana y pensó: “El Gordo, no. Pero un segundo o un tercero vamos a dar”. Magalí no quería dar el máximo premio de la Lotería del Niño porque -confiesa- “da mucho trabajo”. “Viene todo el mundo, pero todo el mundo, a comprar décimos. Es un follón de personas”, explica con una sonrisa.

Al final, El Elefante Blanco sonrió a sus clientes con 10 décimos del segundo premio, el 72.289. En total, 750.000 euros repartidos en la administración madrileña, básicamente, entre turistas. Ubicada a escasos metros de la puerta del Sol y el Teatro Real, la peatonal calle de Arenal forma parte del corazón turístico de la ciudad. Está muy cerca de doña Manolita, la administración más famosa de España que, en esta ocasión, se quedó sin fortuna.

Si el Gordo fue vendido de manera integra en una localidad, L'Escala (Girona), el segundo atravesó todas las comunidades, desde Andalucía hasta Euskadi y Galicia pasando por Catalunya.

Esta mañana, Magalí y su compañero, Samuel, que lleva dos años trabajando de lotero, abrieron la persiana de El Elefante Blanco a primera hora. Como siempre. A pesar de ser festivo, ellos nunca cierran. Madrid, en general, es una ciudad que no cierra nunca. Y más, en el centro. Escuchando el sorteo en la radio, se emocionaron al ver que formaban parte de las decenas y decenas de administraciones que habían vendido el 72.289, el segundo premio más importante de la Lotería del Niño. Magalí y Samuel saben lo que significa ser repartidos de alegría. En el sorteo de Navidad (el pasado 22 de diciembre), vendieron parte del Gordo y un quinto premio. “Estamos acostumbrados a dar premios. Forma parte del ADN de la casa. Tenemos un trabajo muy bonito”, sonríe Samuel.

Mientras esperaban que el Organismo de Loterías y Apuestas del Estado llevara hasta la céntrica administración las camisetas con el número agradecido y la frase ‘vendido aquí’, Magalí y Samuel invitaron a todos los transeúntes a un pequeño aperitivo: una patatas fritas, unas galletas de chocolate y el consabido cava. “Es una fiesta”, comentaban mientas posaban para la prensa con la figura de plástico del elefante (más bien azul) que representa el local. Ninguno de los dos tiene décimos agraciados. Al menos, no lo confiesan. Pero saber que has hecho feliz a mucha gente te pone una sonrisa en la cara. 

Más triste estaba Lina, dependienta de la cafetería al lado de la administración. Venezolana de 23 años, confiesa que todavía no entiende muy bien los sorteos navideños de España, ni el de 22 ni el de 6 de enero. “Me lo ha explicado una compañera y creo que ya lo he entendido. El año que viene compro. Veo que le toca a mucha gente”, sonríe mientras prepara los desayunos de los clientes.