Excavación arqueológica
A la búsqueda de una poción alucinógena de la antigua Grecia en Pontós
El 'kykeon' se elaboraba con cerveza y cuerno de centeno, un hongo muy venenoso presente en este cereal
Los únicos vestigios de este producto se han localizado en el yacimiento ampurdanés de Mas Carcellar
ACN
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El 'kykeon' era una poción alucinógena utilizada en la antigua Grecia y elaborada con cerveza y cuerno de centeno, un hongo parásito –y muy venenoso- que aparece en este cereal. El himno homérico en Deméter, la diosa de la agricultura, mencionaba que los que participaban en los cultos secretos que se celebraban en el templo de Eleusis (Grecia) la tomaban. Eran lo que se llamaba los 'Misterios de Eleusis'; pero no había ninguna prueba empírica de su existencia, o al menos eso se creía.
Pero en los años 90 la arqueóloga Enriqueta Pons inició las excavaciones en el yacimiento Mas Castellar de Pontós (Alt Empordà) y en una de las casas encontraron un lugar de culto con un altar de mármol, restos de animales, una mandíbula y varios vasos.
Otro arqueólogo, Jordi Tresserras, descubrió en uno de esos vasos restos de esa poción, el 'Sant Grial' para los estudiosos. Ahora, los arqueólogos han reanudado las excavaciones para encontrar nuevos restos que aporten luz a este excepcional hallazgo.
El yacimiento ibérico Mas Castellar de Pontós (Alt Empordà) abarca una cronología que va desde el siglo VII a. C. (la primera edad de Hierro) hasta principios del siglo II a. C., cuando se abandonó con la llegada de los romanos. Se sabía de su existencia desde 1968, cuando el propietario de la finca mostró abundante material recuperado durante años. Cerámicas y piezas de hierro que auguraban la importancia de un enclave clave para el comercio del cereal en la época. Pero no fue hasta 1990 cuando empezaron las excavaciones. Hasta ahora, se han encontrado hasta cuatro asentamientos superpuestos y se considera a este yacimiento el "granero del Empordà".
El triángulo Pontós, Empúries y Ullastret
De hecho, los estudiosos lo consideran el tercer vértice del triángulo que une a los otros dos yacimientos gerundenses: Empúries y Ullastret. Se calcula que este espacio, de unas cinco hectáreas de superficie, tenía unos 2.500 silos de almacenamiento de cereales y no se conoce en Catalunya ningún otro asentamiento con estas características y dimensiones.
Desde los 90 hasta ahora se han realizado -con algunas interrupciones- varias campañas de excavaciones que han ido poniendo al descubierto vestigios de los diferentes asentamientos que tuvo.
Los arqueólogos de la empresa de Món Iber ROCS han puesto en marcha este diciembre una nueva campaña, financiada por la Generalitat, pero que tiene una particularidad. Será el departamento de Arqueología de la Universidad de Yale, en Estados Unidos, quien asumirá los costes del análisis de los materiales que se localicen. La explicación de todo ello tiene su origen en los años 90 cuando se empezaron las excavaciones en este yacimiento, de la mano de la arqueóloga Enriqueta Pons.
Culto agrario y sacrificio de perros
Los primeros trabajos se centraron en una de las dos casas de influencias griega. Se trata de una edificación compleja con varios recintos. En uno de ellos, concretamente en una estancia en forma rectangular, una especie de capilla doméstica de finales del siglo III a.C., se localizaron todos los elementos de la realización de un culto agrario dedicado a la diosa Démeter, con la celebración de una ofrenda para sacrificar a perros que se habrían consumido durante el banquete posterior.
En concreto, se encontraron corderos, bueyes, cerdos, un caballo y varios perros. Pero no sólo eso. En estas primeras excavaciones también localizaron los restos -muy bien conservados- de un altar de mármol blanco en forma de columna de capitel jónico. Se sabe que el mármol procedía de las canteras de pentélico del norte de Atenas.
También descubrieron una especie de balsa para las 'libaciones', que formaban parte del ritual ceremonioso; varios vasos de ofrenda y un fragmento de mandíbula humana. El destino hizo que Tresseres, que trabajaba en su tesis doctoral, analizara muestras extraídas de la parte de la mandíbula localizada y de un vasito de cerámica ibérica oxidada. En el interior de este minúsculo recipiente, encontró restos del brebaje alucinógeno realizado a partir de 'cuerno del centeno'. Era lo que se habría utilizado para hacer lo que se conocía en la antigüedad como el 'Kykeon'.
Del Vaticano, al Louvre y al Congreso de EEUU
Sin embargo, no fue hasta 1997 que el hallazgo se hizo público con su tesis doctoral ya pesar de que salió en algunos artículos, la información había quedado enterrada hasta que en 2018 el autor del libro 'Las claves de la inmortalidad', Brian C. Muraresku, que investigaba el uso de estas sustancias en la antigüedad clásica a través de prácticas rituales, contactó con Pons. "Me dicen que han descubierto esta información, que una profesora de universidad les había dicho que en Pontós había lo que llevaban buscando desde hacía tiempo", explica Pons. De hecho, Muraresku había consultado desde fondos de la biblioteca del Congreso de EEUU, pasando por el Vaticano o el Louvre, entre otros. El objetivo: encontrar pruebas de su existencia.
A principios de 2019, Muraresku visitó el Museo de Arqueología de Catalunya, acompañado de Carl Ruck, profesor de la Universidad de Boston y coautor de la obra 'El camino a Eleusis', publicada en 1978. Ruck defendía que a los cultos que tenían lugar en el santuario de Eleusis, uno de los más relevantes de la civilización griega clásica, tuvo un papel determinado el uso de sustancias psicotrópicas. Entre ellas, la poción hecha con cuerno de centeno que se localizó en Pontós. Ambos pudieron ver 'in situ' el vasito donde quedaban restos de esa preciada sustancia.
Aprovechando "el interés renovado", los arqueólogos centran ahora la nueva campaña en este punto. "Esperamos encontrar nuevos elementos del recinto, que sumado a la financiación de las analíticas de la Universidad de Yale, nos permitirán incidir en el reestudio y poder realizar nuevas aportaciones a los cultos eléusicos", dice el arqueólogo-director de la empresa de Mundo Iber ROQUES, Jordi Morer. De hecho, explica Morer, se trata de un hallazgo único y que podría significar que Pontós era "uno de los puntos más occidentales del mundo de ese tiempo, del Mediterráneo, donde se practicaban estos cultos".
Por el momento, ya han aparecido restos de algunas piezas y un nuevo pedazo del altar de mármol localizado durante las excavaciones de los años 90. "Nosotros en ese momento excavamos el nivel superior, del momento del abandono, pero hay niveles inferiores y ahora, seguramente, vamos a encontrar lo que no hemos encontrado encima", remarca Pons.
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