La alcaldesa de Montcada: "La curva dificulta la circulación, la estación debe remodelarse ya"

La alcaldesa de Montcada, Laura Campos (En Comú Podem) ha sido una de las voces que han hablado con más contundencia sobre el accidente ferroviario que se ha vivido a primera hora de la densa y fría mañana de este miércoles en esta localidad y que ha dejado 155 personas heridas. El conflicto entre el municipio y el tren -cruzan la ciudad, con las heridas urbanísticas que eso comporta, cuatro líneas- viene de lejos y tiene no pocos frentes abiertos. El dato más grave: las 176 personas que han fallecido atropelladas cuando cruzaban por los pasos a nivel en los 40 años de lucha por el soterramiento (obra que parece que cada día más cerca, pero todavía pendiente).

La edila ha tildado el accidente de "hecho grave" y ha recordado que, de las cinco estaciones de tren de la localidad, dos siguen sin reformar, una de ellas Montcada-Manresa, en la que han chocado los trenes. "Se trata de una de las 29 estaciones la red de Rodalies de Barcelona que aún no es completamente accesible, y se encuentra situada en una curva que puede dificultar la circulación, como se ha demostrado con este accidente. Pedimos a Renfe que no espere más y se siente ya a hablar del nuevo proyecto de la estación, como llevamos tanto tiempo pidiéndole", ha reivindicado.

El accidente de este miércoles ha llegado solo dos días después de que el consejo de ministros autorizara este lunes el gasto para la licitación del soterramiento de la R-2 (una de las cuatro líneas que cruza -y trincha- el municipio) por 621 millones, cifra que supone un incremento del 33% respecto al precio de la licitación anterior. Un soterramiento que acumula retrasos -el último, de seis meses más por tener que repetir la licitación por la inflación- y que es fruto de 40 años de lucha ciudadana. Esta actuación -cuyas obras se prevé que duraren 72 meses- tiene que permitir eliminar dos pasos a nivel en el centro del municipio que son dos puntos negros en la red de Rodalies.

Historias que se repiten

Vecina del barrio de Can Sant Joan de toda la vida, barrio conocido por mucha gente como Bifurca, precisamente por el nombre de la estación de tren -Montcada Bifurcació- Sara Alcalá recuerda que, al empezar en el instituto, sus padres le enseñaron cómo cruzar el paso a nivel de forma segura. Tres décadas más tarde, es ella quien le enseña a su hija a hacer lo mismo "para no tener ningún susto". "Pese a que cuando mi abuelo, que trabajaba en la Renfe se instaló en el barrio en los años 40 ya le decían que las vías se soterrarían, ahí siguen", señala la vecina, usuaria diaria del tren. “No hay derecho a que sigamos así. Y no es que estemos igual, es que estamos peor. Ahora cuesta todavía más subir y bajar del tren porque los trenes nuevos son más altos y no se han actualizado los andenes”, prosigue Alcalá muy disgustada porque hay muchísima gente que no puede usar la estación porque le es físicamente imposible subir al tren.

La estación de Montcada-Bifurcació es una de las cinco de esta ciudad, cruzada por carreteras, autopistas e incontables vías de tren y ‘presidida’ por la enorme cementera contra la que los vecinos hace décadas que luchan cual David contra Goliat. Es además, la otra pendiente de reforma. “Lo que ha pasado en Montcada-Manresa no nos sorprende. No nos extraña nada. Día sí, día no, en esta línea hay retrasos o fallos en la señalización, y cada día nos explican la misma historia”, concluye.

“Esta mañana nos hemos asustado. Nos hemos levantado con una niebla espectacular, algo que hacía años que no pasaba; no veías los edificios. La cementera sacando muchísimo humo, y nos han empezado a llegar por los grupos de whatsapp la historia del accidente. Al final es la gente trabajadora quien coge el tren para ir al trabajo, la afectada. Es una pasada que sigamos así”, explica Antonio Alcántara, también vecino de Can Sant Joan. 

A ojos de Alcántara, la situación de Montcada i Reixac con las infraestructuras es una muestra más de la concepción que desde el poder se ha tenido de algunos municipios y algunos barrios en concreto, como Can Sant Joan, "como patios traseros de Barcelona". "Un municipio que nos encanta, pero que tiene grandes déficits, trinchado por un montón de infraestructuras de paso o cuyos beneficios no se quedan aquí: el ejemplo más claro es el de la cementera”, concluye.