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Carne de laboratorio para un planeta superpoblado

La batalla por salvar el planeta tambien se libra en los tribunales

Olivos y viñas contra las emisiones de CO2

La aprobación del regulador estadounidense del consumo de carne producida con células de animales vivos supone un hito para un sector que lleva años invirtiendo en la dieta del futuro

Un chuletón en la parrilla del asador.

Un chuletón en la parrilla del asador. / JORID COTRINA

Heriberto Araujo

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La semana pasada, mientras los representantes diplomáticos del mundo en desarrollo y desarrollado congregados en Egipto negociaban in extremis la creación de un fondo climático, hubo dos noticias importantes para el planeta. La primera fue que la Tierra alberga por primera vez una población superior a los 8.000 millones de personas, una cifra que invita a la reflexión no solo por su magnitud y por la dinámica de continuo crecimiento, impulsada por la gran natalidad en el África subsahariana, sino por los desafíos que ello supone para el medioambiente y para nuestra capacidad de obtener y distribuir recursos que satisfagan la demanda. En 1927, por ejemplo, éramos 2.000 millones.

La segunda noticia provino de los órganos reguladores de Estados Unidos, país que se apresta a ser el segundo en todo el mundo, tras Singapur, en permitir la comercialización de la llamada carne de laboratorio o carne cultivada. La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, en sus siglas en inglés) anunció el 16 de noviembre que había completado la “primera consulta previa a la comercialización de un alimento de consumo humano elaborado a partir de células animales cultivadas”. Se trata de la carne de pollo de la empresa Upside Foods, una start-up con sede en California que hace unos años recibió 400 millones de inversores como Bill Gates, Tyson Foods o Cargill.

Upside Foods deberá todavía recibir el visto bueno del Departamento de Agricultura, y tardará meses, sino años, en poder comercializar sus productos a gran escala, pero la decisión supone un espaldarazo para el sector, como admitió la propia FDA. “Los avances en la tecnología de cultivo celular están permitiendo a los desarrolladores de alimentos utilizar células animales obtenidas de ganado, aves y mariscos en la producción de alimentos, y se espera que estos productos estén listos para el mercado estadounidense en un futuro próximo. El objetivo de la FDA es apoyar la innovación”.

¿Cómo se hace carne cultivada?

comparando el proceso a la forma como se produce la cerveza o el yogur

En el actual estado de crisis climática, las variedades de carne de laboratorio, así como la carne producida con vegetales que emulan, casi a la perfección, sabor y textura, no cesan de crecer. Desde 2016 se han invertido cerca de 2.000 millones de dólares en el desarrollo de la carne cultivada, según un informe reciente del Good Food Institute. Hay más de 100 empresas dedicadas a ello, algunas en España, México y Brasil. En el caso de la 'carne vegetal' un estudio sectorial prevé un crecimiento valorado en decenas de miles de millones de dólares hasta 2030.

Los expertos creen que en un futuro cercano estos serán dos sectores agroindustriales boyantes, pues la producción de carne bovina —ya sea a nivel intensivo o extensivo— presenta numerosos problemas. El primero, reconocido por la propia Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), es que, respecto a otros sectores ganaderos, el bovino es de los menos eficientes. Por cada kilo de proteína de vacuno producida se emiten 295 kilos de gases equivalentes a CO2. La carne de cerdo y de pollo son mucho más eficientes.

La cuestión del bienestar animal es otro asunto espinoso que ha contribuido, junto a la proliferación de estudios médicos recomendando un consumo moderado de carne roja por el bien de nuestra salud, a una caída del consumo en países como España, Francia o Italia. La tendencia mundial, sin embargo, es de rápido crecimiento de la demanda, sobre todo procedente de China, que cada vez compra más vacuno a Brasil, el gran productor mundial y país que tiene más vacas pastando en sus dehesas que humanos. En ocasiones, el precio medioambiental de esa expansión agroindustrial es la destrucción de la selva amazónica.

Marketing para convencer al consumidor

la primera hamburguesa cultivada costó 300.000 dólaresfantásticos vídeos en los que se promocionan sus productos por medio de recetas

Otro desafío, además de hacerse un hueco en las dietas de los consumidores, será la oposición del sector cárnico. La profesora Núria Almirón, codirectora del Center for Animal Ethics de la Universidad Pompeu Fabra (UPF), ha investigado el poder del “lobby de la carne” en la Unión Europea y ha concluido que el sector ya ha participado en campañas y estrategias para “diseminar información que ponga en duda el consenso existente sobre el carácter contaminante de la producción de carne y convencer a los políticos que la tecnología (no un cambio de dieta) es la solución”.

Con todo, algunos observadores estiman que será el propio mercado el que reduzca el espacio de la carne bovina en nuestras mesas. El think tank RethinkX, que se especializa en analizar las innovaciones tecnológicas y cómo éstas tendrán un efecto trasformador para nuestras sociedades, previó hace unos años que el sistema agroalimentario mundial se encontraba en vísperas “de la más profunda, rápida y trascendental disrupción desde la domesticación de las plantas y animales 10.000 años atrás”. La razón: el coste de las proteínas de laboratorio será dentro de poco mucho menor al de la carne. Según RethinkX, estas proteínas también superarán en sabor y propiedades nutritivas a los tradicionales filetes.

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