Abusos sexuales a menores

Indignación entre las víctimas del pederasta reincidente de Sant Vicenç, que ha vuelto a la calle

El Departamento de Justicia ha advertido a la Fiscalía de Barcelona de que Carles Sallés presenta "riesgo elevado de reincidencia"

Condenado a 14 años de prisión en 2015 por abusar de cuatro niños en el Club Deportiu Terrassa Hockey, volvió a abusar de seis niñas este verano

Carles Sallés

Carles Sallés / El Periódico

Guillem Sánchez

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Carles Sallés, el pederasta reincidente detenido en agosto pasado por abusar de niñas en la piscina de Sant Vicenç de Castellet (Bages) mientras estaba en libertad condicional, ha salido de prisión. La noticia ha dejado en estado de estupefacción a las familias de las menores, que no comprendieron por qué nadie les avisó en verano de que Sallés suponía una amenaza para sus hijas y que, tres meses después de que reincidiera con ellas, tampoco pueden asimilar que haya vuelto a quedar en libertad. "Vaya a dónde vaya, volverá a hacerlo", ha asegurado una de las madres a EL PERIÓDICO.

Sallés se encontraba este verano en libertad condicional y, al reincidir, reingresó en la cárcel para cumplir el resto de la condena por abusos anteriores a menores cometidos en el Club Deportiu Terrassa Hockey en el año 2015. Sin embargo, por el proceso judicial que afronta por los segundos abusos, los cometidos a las niñas de Sant Vicenç de Castellet, el juzgado de Manresa no decretó prisión preventiva dado que las menores no han declarado todavía. No lo han hecho, recuerdan las familias afectadas, porque está previsto entrevistarlas con psicólogos en enero y obtener así una prueba preconstituida que les ahorre tener que asistir al juicio. Nadie esperaba que la propia agenda de la investigación por los hechos de Sant Vicenç haya impedido mantener a un pederasta reincidente entre rejas hasta que declaren las víctimas.

Sallés, tal como detalló este diario, abusó sexualmente de menores en Terrassa y en Sant Vicenç de Castellet de la misma manera: aprovechando la cercanía de la piscina, simulando que jugaba con ellos. En los vestuarios del CD Terrassa Hockey fue más lejos, porque además de tocamientos que también hacía simulando que ayudaba a los chicos a enjabonarse o aclararse, Sallés también los grababa, tal como recoge la sentencia de la Audiencia de Barcelona, usando una aplicación espía que le permitía captar imágenes discretamente. "Se colocaba el teléfono en el bolsillo de la camisa o del polo", detallaba a esta diario Roger, una de sus víctimas. En el análisis que los Mossos d’Esquadra terminaron haciendo de su ordenador personal aparecieron más de 5.000 fotografías y 60 vídeos que el pederasta había obtenido de esa manera antes de 2015. 

Impotencia

"No entendemos a qué está esperando la justicia. Nuestras hijas se han quedado desamparadas con su vuelta a la calle pero no creemos que vuelva a hacerles nada. Pero puede abusar de otros menores. Nos da miedo lo que puede llegar a hacer esta vez", razona la madre que atiende a este diario. "Esperemos que no se acerque más al pueblo, porque tendremos problemas", advierte. Varios de los padres de las niñas afectadas estuvieron a punto de linchar a Sallés al descubrirse sus abusos, el pasado septiembre. Lo impidió una patrulla de los Mossos que se llevó al pederasta entre gritos y golpes contra el vehículo.

El abogado que defiende a estas familias solicitó prisión provisional por los abusos de Sant Vicenç, que fue rechazada, y una orden de alejamiento, que se discutirá de nuevo próximamente. El departamento de Justicia ha informado a la fiscalía de que Sallés es un preso de 'alto riesgo' de reincidencia.

Sin hogar

Sallés se instaló en Sant Vicenç de Castellet tras lograr la libertad condicional en 2022 para cuidar de su madre, que presenta un alto grado de dependencia. Pero al recuperar la libertad este viernes ha pedido que se le asigne una plaza en una residencia que Justícia no puede revelar cuál es. Según la agencia Efe, el pederasta cumplía condena en la cárcel de Lledoners de Sant Joan de Vilatorrada.

Sallés entró en prisión el pasado 5 de septiembre a raíz del caso de Sant Vicenç. El pedófilo tiene además una pena accesoria de siete años de libertad vigilada, aunque la Justicia todavía no ha fijado con qué mecanismos va a garantizar que esté bajo control –lo que podría incluir desde un pulsera con localización a una supervisión policial–, pero de momento no tiene ninguna medida impuesta.

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