Geriátrico clausurado
Cierra una residencia en Barcelona acusada de abandono a los ancianos por parte de los cuidadores
Cinco trabajadoras de Meran denuncian que los residentes, algunos muy dependientes, sufrieron calor, abandono y, en ocasiones, malos tratos
La Generalitat defiende el centro porque no constan quejas y asegura que ha cerrado porque la propietaria se ha jubilado
Guillem Sánchez
Redactor
Periodista de sucesos. Antes trabajé como redactor de sociedad en la Agència Catalana de Notícies (ACN).
Profesor asociado en la Facultat de Comunicació i Relacions Internacionals Blanquerna.
Libros Publicados: 'El Estafador' (Editorial Península) y 'Crónica del Caso Maristas' (Ediciones B).
Elisenda Colell
Redactora
Periodista de desigualdades y exclusión social crecida en la redacción de informativos de la Cadena SER en Catalunya. Nací en Viu Comunicació y Cugat.cat.
La residencia Meran, un geriátrico de casi 30 plazas ubicado en la Gran Via de les Corts Catalanes de Barcelona, ha cerrado este otoño dos meses después de que el techo de su planta superior se hundiera, a principios de agosto. Los escombros cayeron a plomo sobre alguna de las habitaciones, por fortuna vacías en ese instante. No hubo víctimas por el derrumbe, aunque los residentes, personas de edad muy avanzada con un elevado grado de dependencia, tuvieron que concentrarse a partir de ese día en la planta inferior.
Según cinco cuidadoras entrevistadas por EL PERIÓDICO, la caída del techo agravó unas condiciones de vida de los ancianos que eran de abandono y, casi, de maltrato. Cuestionadas acerca de qué tipo de maltrato, detallan algún grito o algún comentario vejatorio. Según otro extrabajador del centro, tales acusaciones son infundadas y han sido vertidas por el conflicto laboral que empresa y trabajadoras mantienen desde hacía tiempo. La propietaria, que ha declinado hacer declaraciones a EL PERIÓDICO, ha clausurado la residencia semanas después de conocer que varias de la trabajadoras habían hablado con este diario. A la Generalitat no le constan quejas.
Un lugar triste o de malos tratos
"La realidad es que estos sitios son siempre lugares tristes porque faltan recursos". Con esa frase uno de los extrabajadores de la residencia Meran niega que los ancianos sufrieran abandono o malos tratos. También defiende la labor del director del centro y avisa de que las cuidadoras que afirman lo contrario están enfrentadas con la dirección.
Las cinco cuidadoras, gerocultoras en su mayoría, no niegan el conflicto laboral porque denuncian que el sueldo era bajo, la jornada era larga y el trato con su superior era malo. "Todas somos extranjeras, suramericanas", remarcan. Pero mantienen que no han decidido hablar con este diario para ajustar cuentas con la dirección o la propiedad, sino para dar a conocer una situación que consideran vejatoria para los ancianos.
"En plena ola de calor", subrayan recordando que el verano de 2022 ha sido tórrido, "solo nos dejaban poner un rato el único aparato de aire acondicionado que había en el edificio". "Había ancianos a los que se les pegaban las sábanas por el sudor", afirman, antes de relacionar, sin poder aportar pruebas, el deceso de uno o dos de los ancianos con el exceso de temperatura que había en las habitaciones.
Esa medida de ahorro también se notaba con el material higiénico y sanitario, denuncian. Pañales y compresas se cambiaban "con menos frecuencia de la necesaria", sostienen. La falta de personal, crónica en el sector, era también uno de los problemas del centro, que echaba de menos más horas de médico, enfermeras, fisioterapeuta y animadora. "A partir de las ocho de la noche sólo había una persona trabajando". Esta cuidadora debía dar la cena y después tenía que duchar a los ancianos antes de acostarlos. Ello significaba, según su relato, que la ronda de duchas podía terminar de madrugada y con los ancianos durmiendo en el comedor. "Los despertaba, los duchaba y los acostaba", asegura.
Las trabajadoras, que siguen temiendo represalias judiciales a pesar del cierre de la residencia, también denuncian que la plaza de enfermera estuvo vacante durante varios meses, suponiendo un agravio en la atención sanitaria. "Nosotras teníamos que hacer trabajos de enfermeras, para los que no estamos formadas ni preparadas, y cambiar vendajes y gasas porque ya estaban pegadas a llagas o heridas", siguen.
Sin quejas en la Generalitat
La Generalitat asegura que no le consta ninguna queja ni denuncia sobre este centro, y que su dirección ha colaborado activamente con las soluciones aportadas por la Conselleria de Drets Socials. Oficialmente, dicen que el centro cerró por jubilación de la dirección. La residencia Meran era privada pero tenía algunas plazas concertadas con la Generalitat. Es decir, plazas subvencionadas por la Administración catalana.
Cuando el techo cedió, los Bombers de Barcelona revisaron la estructura del edificio y certificaron que era estable. Como la residencia no estaba completa, los ancianos se acomodaron en la planta inferior, confirman desde la Conselleria de Drets Socials. Dado que la cocina también se encontraba en el piso afectado por el desprendimiento del techo, se contrató un servicio de comida precocinada y los trabajadores tuvieron que usar los grifos de los lavabos para limpiar platos y cubiertos.
Fuentes de la Generalitat rebajan las acusaciones de las excuidadoras. "El Departament acompañó activamente a la residencia en los momentos en que no tuvo enfermera propia, constatando una búsqueda activa por parte del centro", dicen desde la 'consellería'. Afirman, además, que los pacientes "estaban atendidos en todo momento". Recibían las visitas del médico del geriátrico y un centro de atención primaria cercano puso una enfermera a su disposición, aseguran las mismas fuentes. La Generalitat concluye que no constan denuncias ni quejas a lo largo del último año. Los ancianos han sido trasladados a otras residencias. En Barcelona existen otro dos geriátricos Meran, además del centro de la Gran Via.
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