Salidas nocturnas y menores

"Es injusto que los padres nos deis menos libertad a las chicas para salir de noche"| Hablan cuatro adolescentes

Cuatro menores de edad explican que las familias de las chicas son las que suelen desplazarse de madrugada en coche hasta las discotecas

El geolocalizador, explican, despunta como un requisito casi innegociable para las salidas nocturnas

Barcelona 18/11/2022 Sociedad Las salidas nocturnas de los adolescentes. Hablan las chicas y chicos sobre si se sienten sobreprotegidos y como ven su autonomia y libertad. AUTOR JORDI OTIX

Barcelona 18/11/2022 Sociedad Las salidas nocturnas de los adolescentes. Hablan las chicas y chicos sobre si se sienten sobreprotegidos y como ven su autonomia y libertad. AUTOR JORDI OTIX / JORDI OTIX

Núria Marrón

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Sara Mas, vecina del Eixample de 16 años, suele salir "de fiesta" una vez al mes. No mucho más. Con sus amigos del instituto, va a la discoteca Teatre de Sant Cugat, uno de los pocos locales del área metropolitana de Barcelona que permite la entrada a mayores de 16. Y el modus operandi, minuto arriba minuto abajo, es tal que así: "Sobre las cuatro y media de la mañana, llamo a mi padre y en 30 minutos me viene a buscar. Supongo que a él le debe de fastidiar, pero siempre me recoge con una sonrisa de oreja a oreja. Y a mí me parece bien: yo puedo salir y mi familia se queda más tranquila".

Aunque las puertas de las discotecas a las cinco de la madrugada, sobre todo las situadas en polígonos industriales, son una romería de papijamas -como se conocen a las familias que recogen a sus hijos en coche tras una noche de fiesta-, el ojo clínico de Sara detecta una realidad según ella imbatible. "La mayoría son padres o madres de chicas".

Barcelona 18/11/2022 Sociedad Las salidas nocturnas de los adolescentes. Hablan las chicas y chicos sobre si se sienten sobreprotegidos y como ven su autonomia y libertad. AUTOR JORDI OTIX

Carla, en coche, junto con sus amigos Lukas y Lorena. / JORDI OTIX

La publicación en este diario, hace unos días, del reportaje Ir a buscar a tu hijo a la disco a las seis de la mañana: ¿seguridad o sobreprotección? causó un incendiado cisma de comentarios de educadores y familias. A un lado del ring y tirando un poco de humor, se situaban quienes mantenían que los llamados papijamas son una opción práctica -aunque sacrificada- para no coartar la autonomía, sobre todo en el caso de las chicas, y sobrellevar las inquietudes que en general causan las salidas nocturnas de los hijos. Y, al otro, quienes contemplaban el fenómeno casi como un signo inequívoco de hiperprotección paternal, cuando no de decadencia civilizatoria. Pero ¿qué opinan las chicas y chicos de la gestión de sus salidas nocturnas? ¿Cómo viven que sus padres los recojan en coche? ¿Ponen los ojos en blanco cuando los ven llegar? ¿Para ellos es una comodidad? ¿O un peaje que pagar?

De entrada, podría decirse que los chavales afrontan el debate con un puñado de observaciones pertinentes. Carla Baylina, como Sara, opina que en la gestión familiar de la autonomía pesa bastante si eres chica o chico. "Yo en mi casa no tengo grandes problemas, pero sí lo veo a mi alrededor". ¿Qué dirías a los adultos? "Que es injusto que a nosotras se nos limite más la libertad". "Nuestros padres tienen miedo a que nos pase alguna cosa -añade-. Y lo puedo entender. Sin embargo, los chicos tienen más tendencia a ponerse en situaciones de riesgo que pueden acabar en un final fatal, y eso parece que no lo tengan en cuenta o que en general no preocupe tanto". Y ahí surge también otra disonancia largamente alertada desde el feminismo: a todas las familias les da miedo que sus hijas puedan ser agredidas, pero muy pocas tienen en cuenta -y de ahí también la poca prevención- que sus hijos podrían incurrir en alguna agresión.

Negociar el horario

Carla, que suele ir a Waka, situada en la zona hermética de Sabadell, es consciente de que el historial conflictivo del local "crea inquietud" en su casa. Y aunque no se queja de los 'peros' que le ponen a las salidas, sí admite que la negociación de la hora de regreso a menudo se convierte en una especie de subasta que ella, por si acaso, prefiere no tensionar. "Cinco y media". "No, cuatro". "¿Qué tal cuatro y media?". "A mis amigos, en cambio, no les suelen poner hora de vuelta y tampoco hay ningún problema si regresan en tren de madrugada", añade. "Yo también creo que las familias suelen controlar más a las chicas", afirma Diego Roa, de 17 años, quien, cuando sale, acostumbra a "acoplarse" en el coche del padre de algún colega o, directamente, llama a Cabify.

Lo cierto es que la conversación con este grupo de chavales de entre 16 y 17 años deja algunas certezas sobre cómo ha cambiado la otrora trinchera generacional. Los conflictos entre padres e hijos, que en décadas anteriores podían alcanzar la magnitud de un melodrama bélico, parecen haberse relajado, al menos en cuanto a las salidas nocturnas. Carla, Sara, Diego y Xavi, este último vecino de Barberà y de 17 años, explican que no tienen grandes problemas para salir siempre y cuando cumplan unos cuantos requisitos.

No improvisar

Requisito número 1: mantener la geolocalización del móvil activada, un 'gran hermano' que, dicho de paso, arroja unos cuantas preguntas pertinentes sobre sus derechos, libertad y autonomía. Requisito número 2: regresar a casa en coche, sobre todo, como hemos visto, en el caso de las chicas. Requisito número 3. "No improvisar demasiado, todo va bien cuando les explico mis planes con días de antelación", dice Diego. Y requisito número 4: aguantar con paciencia y buen talante el mantra de prevenciones y cautelas que, periódicamente, les repiten en casa. "No nos sentimos sobreprotegidos, entendemos a nuestros padres y vemos que así todo es más fácil", afirman a una. "Y al fin y al cabo, volver a casa en coche siempre es más cómodo", dice Sara, con humor.

Xavi también cree que sus padres se "preocupan bastante" y recibe con buen ánimo todo el recital de advertencias. Ya saben: no bebas y, llegado el caso, que sea poco a poco y con mucha moderación. Trata bien a todo el mundo y no dejes a nadie atrás. Nada de drogas. Ve siempre en grupo. No te pongas en situaciones de riesgo. Y ante cualquier problema, por favor, llama. "En general, confían mucho en mí, soy bastante responsable", afirma Xavi. Todo hay que decir, sin embargo, que, quien más quien menos, antes de cumplir los 18 años, ya ha pasado "la vergüenza" de que en casa lo hayan visto un poco perjudicado.

A todo esto, aquí va un asterisco generacional. Si hay algún sorprendido ante el hecho de que a los chavales no les importe que sus padres vayan a buscarlos a la disco (porque quizá ellos podían volver a casa en unas condiciones que no querían que vieran sus familias), deberían tener un factor en cuenta. Ahora la fiesta empieza antes. De hecho, unas cuantas horas antes de salir del local. "En la discoteca no bebe casi nadie (los menores, de hecho, lo tienen prohibido), pero el tren de ida es una gran juerga, algo así como el vagón del botellón -dice Carla-. Hay quien fuma, bebe... Hay bastante desfase". Así que cuando el papijama abre la puerta del coche, el punto álgido de la gresca... hace rato que ya es historia.

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