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¿Por qué fotografiamos la Fageda d'en Jordà?

El otoño, con su estallido cromático de ocres, marrones y cobres, es un espectáculo en uno de los bosques más especiales de Catalunya

El bosque espectacular de La Fageda d’en Jordà, un espacio protegido.

El bosque espectacular de La Fageda d’en Jordà, un espacio protegido. / ICONNA / JOAN CASTRO

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Xavier Carmaniu Mainadé
Xavier Carmaniu Mainadé

Historiador

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Tarde y mal, pero parece que el otoño empieza a hacer acto de presencia. Los expertos llevan tiempo advirtiéndonos de que, con el calentamiento global, las estaciones serán más extremas. Vamos, que el “entretiempo” está en vías de extinción y, por tanto, ciertos espectáculos de la naturaleza todavía serán más efímeros de lo que ya eran. Por ejemplo, el estallido cromático de ocres, marrones y cobres que nos ofrecen los árboles de hoja caduca, a medida que se desnudan para afrontar el invierno. Uno de los lugares más icónicos donde se puede contemplar este fenómeno es la Fageda d'en Jordà, uno de los bosques más especiales de Cataluña. Y transitados, porque al ser tan popular se ha convertido en uno de los puntos más visitados del país, especialmente en esta época del año. ¿Cómo se explica que tanta gente lo elija para ir a disfrutar del otoño? La respuesta la encontramos en la poesía y la pintura.

Ahora, cuando queremos ir de vacaciones y “desconectar” tenemos una oferta infinita de destinos que van desde el pueblo de al lado hasta las antípodas, pero cuando el turismo era un privilegio sólo al alcance de unos pocos y se disponía de unos medios de transporte mucho más limitados, no se acostumbraba a ir muy lejos. La burguesía barcelonesa de finales del siglo XIX, por ejemplo, tenía predilección por las zonas de montaña. Por entonces la playa no tenía tanto éxito y, además, se consideraba que en las cotas altas el aire era más fresco y puro. Por eso, durante los veranos el poeta Joan Maragall y su familia empezaron a visitar Olot. De vivir en nuestro tiempo, quizás sólo habría colgado fotos en Instagram, pero tenemos la suerte de que entonces quien tenía sensibilidad escribía y si encima tenía talento creaba verdaderas obras de arte. Es así como de la pluma de Maragall nació el poema 'La Fageda d'en Jordà' en 1908. Al leer sus versos es como si realmente entráramos en ese bosque tan particular:

El caminant, quan entra en aquest lloc / comença a caminar a poc a poc/ compta els seus passos en la gran quietud: / s’atura, i no sent res, i està perdut. / Li agafa un dolç oblit de tot lo món / en el silenci d’aquell lloc profond / i no pensa en sortir, o hi pensa en va: / és pres de la fageda d’en Jordà / presoner del silenci i la verdor.

El poeta y la Garrotxa

Ahora a estos versos dan la bienvenida al visitante al andar por el sendero Joan Maragall que hay en la Fageda. Es uno de los lugares donde Mireia Treserras, de Eduac’Art, lleva a la gente que tiene ganas de saber más sobre la relación entre el poeta y la Garrotxa. Por eso le hemos pedido que nos haga de guía durante nuestro viaje del Tren de la Historia de esta semana.

Cuando Maragall escribía este poema, en la Garrotxa un grupo de pintores encabezados por Josep Berga Boix y Joaquim Vayreda habían puesto los cimientos de la Escuela de Olot, una corriente pictórica ahora muy desprestigiada pero que tuvo mucha importancia. Nos lo explica el doctor en Bellas Artes, Joan Sala, en el podcast. Al escucharlo descubriréis algo curioso: Berga, a pesar de ser un humilde hijo de campesinos, al salir a pintar al aire libre hizo algo revolucionario.

Ahora que tanta gente aficionada al arte participa en el movimiento de los 'urban sketchers' puede sorprender que antes los artistas sólo pintaran en su estudio; pero es que era lo que dictaban los cánones de la academia clásica. Solo a partir del siglo XIX algunos pioneros plantaron el caballete en medio del paisaje que querían retratar. ¡Y en Olot tenían tanto donde escoger!

El Olot industrial

Ahora bien, lo hacían a conciencia, porque querían transmitir la idea de que la Garrotxa era un lugar idílico, lejos del bullicio urbano y de las tensiones sociales de las grandes ciudades. Pero, como nos cuenta Sala, aquello estaba muy lejos de la realidad, porque en Olot había actividad industrial y las mismas tensiones que en todas partes. Lo irónico del caso es que una de las empresas más importantes se dedicaba a la fabricación de imágenes de figuras religiosas. La empresa llamada Arte Cristiano fue impulsada por los propios Berga y Vayreda para dar trabajo a los alumnos de la Escuela de Bellas Artes.

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El Arte Cristiano todavía funciona integrado en las instalaciones de uno de los museos más especiales que hay en Catalunya: el Museu dels Sants d’Olot, donde acompañados de su directora, Montse Mallol, terminamos el recorrido del Tren de la Historia de esta semana para descubrir que si ahora en Instagram subimos fotos de la Fageda de Jordà es porque somos herederos de Maragall, Berga y Vayreda.

Dónde escucharlo

El pódcast 'El Tren de la Història' se puede escuchar en iVoox, Spotify, Podimo, Amazon, Google Podcast y Apple Podcast.