Cumbre del clima

Un dinosaurio en Sharm el-Sheikh: crónica de una distopía climática

El encuentro encara su semana decisiva con varios frentes abiertos y muchas dudas por despejar

Los animales jurásicos toman la palabra para exponer las contradicciones de la ciudad de las mil piscinas en el desierto que acoge la actual cumbre del clima

Sharm El-sheikh (Egypt), 10/11/2022.- Members of the organisation called 'Pacific Island Students Fighting Climate Change (PISFCC)' stage a protest with dinosaur named Frankie during the 2022 United Nations Climate Change Conference (COP27), in Sharm El-Sheikh, Egypt, 10 November 2022. The 2022 United Nations Climate Change Conference (COP27), runs from 06-18 November, and is expected to host one of the largest number of participants in the annual global climate conference as over 40,000 estimated attendees, including heads of states and governments, civil society, media and other relevant stakeholders will attend. The events will include a Climate Implementation Summit, thematic days, flagship initiatives, and Green Zone activities engaging with climate and other global challenges. (Protestas, Egipto) EFE/EPA/Sedat Sun

Sharm El-sheikh (Egypt), 10/11/2022.- Members of the organisation called 'Pacific Island Students Fighting Climate Change (PISFCC)' stage a protest with dinosaur named Frankie during the 2022 United Nations Climate Change Conference (COP27), in Sharm El-Sheikh, Egypt, 10 November 2022. The 2022 United Nations Climate Change Conference (COP27), runs from 06-18 November, and is expected to host one of the largest number of participants in the annual global climate conference as over 40,000 estimated attendees, including heads of states and governments, civil society, media and other relevant stakeholders will attend. The events will include a Climate Implementation Summit, thematic days, flagship initiatives, and Green Zone activities engaging with climate and other global challenges. (Protestas, Egipto) EFE/EPA/Sedat Sun / Sedat Suna

Valentina Raffio

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Hace ya una semana que Sharm el Sheikh, la ciudad de las mil piscinas en el desierto, se ha convertido en el epicentro de unas negociaciones clave para el futuro del planeta. Es aquí donde jefes de estado, ministros y diplomáticos de todo el mundo se han dado cita para debatir sobre las medidas para frenar el avance de la crisis climática, mitigar su impacto y adaptarse a sus consecuencias. La gran mayoría de estas conversaciones tienen lugar a puerta cerrada, en grupos de trabajo técnicos y bajo la única supervisión de tan solo un puñado de observadores internacionales. Pero más allá de lo que ocurre en esas salas, cuyo resultado sabremos a partir del viernes que viene, son muchos los que señalan que la cumbre del clima de este año parece más bien una distopía climática

Este domingo, por ejemplo, un dinosaurio ha aparecido en Sharm el-Sheikh. Su nombre es Frankie y es el portavoz de un proyecto para concienciar sobre los riesgos de la crisis climática. El animal (a medio camino entre un velocirraptor, un tiranosaurio y una aberración genética de Hollywood) ha tomado la palabra para alertar sobre la necesidad de aplicar medidas más drásticas para hacer frente a la emergencia medioambiental. El dinosaurio ha explicado, con talante convincente, que sus congéneres jurásicos no tuvieron opción de salvarse ante el impacto del meteorito, pero que la humanidad todavía está a tiempo de esquivar la catástrofe ecológica. "No escojan la extinción", ha clamado Frankie ante una multitud reunida para oír sus palabras. 

Frankie no ha sido el único dinosaurio que se ha dejado ver por este domingo en Sharm el-Sheikh. En el extremo sur de la metrópolis, justo al final de una de las enormes líneas de asfalto que conectan una de las muchas arterias turísticas de la ciudad con el litoral, un rústico ejemplar de diplodocus también exhibía su largo cuello entre las palmeras. En este caso, el animal es uno de las atracciones de los resorts turísticos de la zona. En su hábitat le acompañan un Shrek de dudoso origen, un Papá Noel tirando de sus renos a casi 30 grados a la sombra y un mar de tumbonas y sombrillas de plástico

Solo en el resort donde se aloja este diplodocus se cuentan más de veinte piscinas, varios toboganes de agua y un sinfín de fuentes y atracciones propias más propias de un aquapark que de un enclave en medio del desierto. La estampa, de hecho, parece casi un espejismo en un continente donde la sequía alcanza niveles extremos. Eso sí, para no disociarse demasiado de la realidad en los aseos del recinto hay carteles que recuerdan a los turistas la importancia de "cerrar el grifo para no desperdiciar agua". No vaya a ser que la visión de decenas de balsas artificiales haga olvidar que, conforme avanza la crisis climática, el agua corre el riesgo de convertirse en un recurso escaso

Ciudad de asfalto

El hábitat de estos dinosaurios parece de otra época. Y es que el modelo de ciudad Sharm el-Sheikh dista mucho de los ideales de ciudades diseñadas para mitigar el impacto de la crisis climática. Justo mientras el mundo discute sobre las bondades de las supermanzanas de Barcelona o la ciudad de los quince minutos de París, la metrópolis egipcia representa el paradigma opuesto. La localidad se alza como un resort turístico en el desierto en el que se conectan los antiguos núcleos urbanos, que ahora lucen como lugares empobrecidos, con los infraestructuras y hoteles de lujo creados para los turistas. Excepto los carteles que anuncian la celebración de la cumbre del clima, nada parece indicar que la metrópolis egipcia esté adaptándose a la realidad climática. 

Sharm el-Sheikh, de hecho, es una de esas ciudades creadas para ir en coche. Desplazarse de un punto a otro sin recurrir a un vehículo sobre ruedas es muy complicado. Las calles solo son líneas de asfalto infinitas. En muchos casos, sin ni siquiera hay aceras o vías peatonales para acompañar el eventual recorrido de un peatón. Tampoco hay pasos de cebra. Ni ningún tipo de sombra que apacigüe los casi 30 grados que marca el termómetro a mediados de noviembre. Al ser una ciudad que se extiende de manera forzada por el litoral, las distancias son casi inabarcables. De hecho, para moverse por la localidad que, hoy por hoy, intenta trazar el fin de los combustibles fósiles es casi obligatorio tirar de gasolina

Un 'sálvese quien pueda'

Los dinosaurios no son los únicos seres que deambulan por esta semana por Sharm el-Sheikh. En estos días, en ocasión de la cumbre, la ciudad egipcia acoge a multitud diplomáticos, científicos, activistas y periodistas, así como otros especímenes de diferente origen que han viajado desde todos los rincones de mundo para personarse en este evento. Según los primeros balances de la organización, el encuentro acogerá a casi 34.000 personas. Solo en los primeros días, se calcula que el aeropuerto de la ciudad ha recibido miles de vuelos y más de 400 jets privados cargados de asistentes al debate sobre el futuro del planeta ahogado por las emisiones de gases de efecto invernadero.   

La primera semana de la cumbre, tal y como relatan los primeros asistentes al evento, ha sido más convulsa de lo habitual. Durante los primeros días, por ejemplo, los restaurantes y supermercados del recinto que acoge  la convención agotaron sus reservas antes de tiempo. No había ni comida ni agua para todos. Y a partir de media tarde, era un sálvese quien pueda. "Ha sido casi como una simulación sobre cómo sería vivir en un planeta que se calienta rápidamente y donde escasean los recursos", escribe el cronista Ed King, uno de los referentes informativos de las cumbres del clima. 

Tras los primeros siete días de negociaciones, Sharm el-Sheikh encara la semana definitiva de este debate. La recta final de unas conversaciones clave pare el futuro del planeta. Durante los próximos días, la ciudad egipcia intentará cerrar un acuerdo sobre cuestiones como, por ejemplo, cómo acelerar los recortes de gases de efecto invernadero o quién debe pagar la factura de las pérdidas y daños ya provocados por la crisis climática en los países más empobrecidos del globo. Todas estas discusiones, que podrían marcar un antes y un después en la lucha contra la crisis climática, solo tienen una semana para concretarse en un algo real. Y deben hacerlo en una ciudad que, hoy por hoy, muestra todas las caras de una distopia climática.