Conducta alarmante

Morir acuchillado frente a la pantalla de un móvil

La agonía de las dos últimas víctimas asesinadas en Barcelona ha sido grabada por jóvenes con su teléfono y en Premià de Mar el autor de un apuñalamiento mortal se hizo un 'selfie' junto al cadáver

Expertos en violencia y en comunicación subrayan "la enorme falta de respeto" que supone esta práctica, pero no creen que sea un fenómeno nuevo

Muere apuñalado un joven en la avenida del Paral·lel de Barcelona

Guillem Sánchez

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Los dos últimos asesinatos cometidos en Barcelona guardan muchas similitudes. El primero se produjo el 25 de septiembre, durante la noche grande de la celebración de La Mercè. El segundo sucedió en una pelea tumultuosa desencadenada este último domingo, frente a la discoteca Brisas de la avenida de Paral·lel. En los dos casos las víctimas fueron jóvenes de origen marroquí, que murieron apuñalados en un contexto de ocio nocturno. Y existe una última coincidencia: la muerte de ambos fue grabada por otros jóvenes con su teléfono móvil. EL PERIÓDICO no publica ninguno de los dos documentos a los que ha tenido acceso, como muchos usuarios de redes sociales. El vídeo que acompaña a esta noticia pertenece a un instante de la citada pelea, previo al fallecimiento de la víctima. 

En la primera grabación, la de La Mercè, se observa al joven tendido en el suelo y cómo una pareja –un chico y una chica–, que son los únicos que lo ayudan, tratan de levantarlo. La víctima, que ha recibido una cuchillada en el costado que resultará mortal al cabo de pocos minutos, se incorpora, mira asustado a su alrededor sin fijar la vista en ningún sitio y cae de nuevo. Lo hace rodeado de jóvenes que en ese instante, en la avenida de Maria Cristina, están abandonando un recinto festivo en el que más de 40.000 personas se han congregado para escuchar música en directo.

El contraste entre la experiencia lúdica y la gravedad del herido no resulta asimilable para la mayoría de los presentes. En la grabación se oyen risas nerviosas y también se aprecia algún gesto en el rostro de uno de los jóvenes que solo puede calificarse de sonrisa. La víctima, que no va identificada, es trasladada a los pocos minutos a un hospital cercano, pero muere debido a la gravedad de las heridas. La ausencia de indicios ha provocado que se trate de un caso muy complicado de resolver para los Mossos d’Esquadra, que no tienen ninguna pista de la que agarrarse para tirar del hilo.

La muerte sobre la acera

En la segunda grabación, que no es la que acompaña esta noticia, se ve a la víctima, herida, respirando con mucha dificultad después de ser apuñalada en una pelea tumultuosa que tuvo lugar la madrugada del pasado domingo frente a la discoteca Brisas de la avenida de Paral·lel de Barcelona.

El joven está tumbado panza arriba, sobre la acera. A su alrededor hay varias personas. Una de ellas lo graba directamente, desde un punto de vista del que se desprende que no lo hace escondiéndose, sino colocando el teléfono sobre él. Se oyen algunos comentarios de testigos que están junto al chico que avisan de que "se va a morir". Así sucede a los pocos minutos. En el vídeo, que dura solo unos segundos, nadie le ayuda.

Los Mossos han arrestado ya a uno de los implicados en la pelea que se saldó con el fallecimiento del joven del vídeo y con otro herido de gravedad. Se investiga cómo comenzó el altercado. Una de las hipótesis más plausibles –aunque todavía no confirmada– es que las víctimas trataron de robar a uno de los jóvenes que salían de la discoteca, de ambiente latino.

Kitty Genovese

Para explicar el concepto de difusión de la responsabilidad, en psicología a menudo se recurre al caso de una mujer americana, Kitty Genovese, que murió apuñalada en 1964 en una calle de Nueva York y, según publicó la prensa, pidió auxilio efusivamente pero ninguno de los vecinos que la oyeron bajó a socorrerla. Fuera cierto o no que los vecinos se comportaron como contó la prensa, el caso ha servido, según aclara el doctor Antonio Andrés Pueyo, catedrático de Psicología de la Universitat de Barcelona y experto en la prevención de violencia, para referir un comportamiento que consiste en delegar en el de al lado. "Mejor que yo no me meta, ya lo hará otro", ejemplifica. Esa actitud, que en caso de estar solos, "posiblemente no se daría y se actuaría", puede provocar que una víctima que necesita auxilio acabe rodeada de personas que podrían ayudarla pero no lo hacen.

Tras ver ambos vídeos, Pueyo pone el foco en el hecho de que no se auxilie a las dos víctimas. Algo no tan extraño, lamenta Pueyo. "La novedad", añade el experto, es que en esta ocasión además se ha optado por grabarlas. Una acción que entraña "una enorme falta de respeto" hacia la víctima, que en lugar de sentirse acompañada percibe cómo se captura su sufrimiento de forma morbosa.

Fotógrafos del pánico

Para el decano de la Facultat de Comunicació i Relacions Internacionals Blanquerna, el doctor Josep Lluís Micó, autor del libro 'La Maquinètica' (Edicions Saldonar), el hecho de buscar notoriedad a través de los teléfonos móviles no es algo estrictamente nuevo. Como tampoco lo es el apetito morboso por capturar escenas extremadamente violentas, un comportamiento que Micó recuerda que ya reflejó la película 'Peeping Tom' (1960), traducida al español como 'El fotógrafo del pánico', cuyo protagonista es un asesino que graba sus crímenes porque "la experiencia a través de la pantalla le produce más placer".

Lo que sí llama la atención de Micó es que, después de una fase en la que primordialmente los ciudadanos registraban con sus teléfonos "escenas agradables" que daban una "buena imagen" de lo que hacían en las redes sociales, la juventud actual –adolescentes o preadolescentes– "lo graba todo", subraya. "Con independencia de la naturaleza de los hechos". "Y si una chica está disgustada y vuelve a casa llorando en el metro no tiene inconveniente en grabarse un vídeo o tomarse una foto y publicarla. O si un chico ha tenido un incidente y se le ha roto un diente, se hace un 'selfie'", prosigue. 

En la misma línea que retrata Micó, un joven hondureño que hace dos semanas asesinó a su compañero de piso en Premià de Mar (Maresme) se sacó un 'selfie' junto a su cadáver, brutalmente apuñalado, y la mandó a un amigo en Honduras, tal como avanzó este diario. Después se dio a la fuga. Y los dos vecinos, igual de jóvenes, que hallaron el cadáver sobre un charco de sangre, antes de avisar a los Mossos d’Esquadra, también grabaron la escena con su teléfono y lo divulgaron entre sus contactos.

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