Crisis climática

Passanant i Belltall, el municipio catalán en el que tirar de la cadena cuesta 20 céntimos debido a la sequía

Este municipio de la Conca de Barberà tiene el pozo seco y paga a casi 20 euros el metro cúbico de agua que traen camiones cisterna

Esta semana más de 300 localidades catalanas han entrado en alerta por escasez de lluvia

El alcalde y el responsable del agua en el depósito de Passanant i Belltall., donde tienen problemas con la sequía

El alcalde y el responsable del agua en el depósito de Passanant i Belltall., donde tienen problemas con la sequía / GUILLEM SÁNCHEZ

Guillem Sánchez

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"Estamos pagando el metro cúbico de agua más cara que en ningún otro sitio", asegura Magí Ninot, alcalde del municipio de Passanant i Belltall (Conca de Barberà), que agrupa cinco núcleos minúsculos que no están conectados a las redes de suministro de agua y que, en consecuencia, ha notado antes que nadie la inclemencia de la sequía que sufre Catalunya. De momento, el pueblo subsiste contratando camiones cisternas que traen agua del vecino Montblanc, una medida cara e insostenible. Pero si no llueve, pronto habrá otros lugares en tesituras parecidas. La mancha de la escasez de agua se expande sobre el mapa: la Generalitat ha informado esta semana de que 300 municipios, muchos de Girona, entran en estado de alerta.

El agua que bebe la población de Passanant i Belltall, de unas sesenta personas en invierno –casi todas jubiladas– pero más de doscientas en verano –casi todas de vacaciones–, procede de un depósito de más de 400.000 litros que se llena únicamente con la lluvia. Pero ha dejado de llover. "Hace casi dos años que no se recogen cantidades importantes de agua", lamentan Magí y Sergi Fabregat, alguacil. Y el pozo se secó en julio

"Estamos acostumbrados a ser responsables con el gasto de agua porque aquí sabemos lo que cuesta desde hace años", remarca Magí, dejando claro que del estado del depósito no debe culparse al despilfarro que sí se comete en urbanizaciones con tantas piscinas como casas o a canalizaciones defectuosas por las que se pierdan litros inútilmente.

En Passanant i Belltall no hay ninguna piscina y las tuberías que conducen el agua hasta el resto de núcleos son seguras. Tampoco hay granjas. Y los cultivos de alrededor son de secano: el cereal que siembran crece con las precipitaciones y no con sistemas de riego. El agua que se gasta en el pueblo es solo de uso doméstico: para beber, para cocinar, para ducharse o para tirar de la cadena. "Agua de boca", insiste Magí. El único problema es el citado más arriba: que no llueve.

A cero

"Nunca habíamos vivido algo así", admite Sergi. "En verano, cuando debido al incremento de la población el consumo se multiplica, sí habíamos tenido que aplicar restricciones. Pero jamás se nos había secado el pozo", lamenta Magí. "No va a ir a mejor, va a ir a peor, esto es la crisis climática", avisa.

Con el pozo a cero, los cinco núcleos subsisten con el agua que trae por carretera un camión de la empresa Maddel, que carga en Montblanc y conduce media hora cuesta arriba hasta Passanant. "Esta empresa habitualmente lleva líquidos alimentarios, como leche, vino o aceite. Pero con la sequía estamos asistiendo a los pueblos que se han quedado sin agua y no están conectados a la red", detalla un empleado, que tarda diez minutos en llenar la cuba de 27.000 litros y media hora en vaciarla en los respectivos depósitos municipales. Este viernes hará únicamente viajes a L' Espluga de Francolí, un municipio que también depende de un pozo propio y que, al ser mucho más grande que Passanant i Belltall, ya se ha visto obligado a cerrar el grifo a las familias cada día a las siete de la tarde. 

Pendientes de lo que dure el dinero

"Nosotros tiramos con siete cubas a la semana: una por día", calculan Magí y Sergi. "Aguantaremos hasta que nos quedemos sin dinero", añade el alcalde, que lamenta que las subvenciones de la Agencia Catalana del Agua (ACA) tardan tanto en aliviar a la tesorería pública que posiblemente el ayuntamiento deberá solicitar un crédito bancario si sigue sin llover. "Cada camión –que suma al precio del agua aspirada de la red el coste de su traslado por carretera– nos cuesta unos 500 euros. Casi 20 euros el metro cúbico".  

Haciendo una regla de tres rápida, Magí explica que si en el depósito del váter hay unos 10 litros, "cada vez que un vecino tira de la cadena puede decirse que cada cagada nos cuesta 20 céntimos". El símil puede resultar escatológico, pero también es exacto. 

Años atrás, para desesperación de Sergi, que está seguro de que nadie en Catalunya se tomará en serio la crisis del agua hasta que Barcelona comience a pasar sed, se encasquetaron sendos proyectos para conectar a Passanant i Belltall con el pantano de Rialb. Más recientemente ha perdido velocidad un tercer plan, que todavía sigue vigente, y que prevé una conexión a la cuenca del Ebro. De haber cuajado cualquiera de esas estrategias que las luchas entre administraciones han frenado, ahora tendrían agua de la red y no la estarían pagando a ese precio. Durante un tiempo al menos, admiten tanto Sergi como Magí. Porque la misma sequía que ha dejado a cero su pozo también está dejando sin agua el pantano de Rialb. "Tenemos que comenzar a valorar el agua", suplican. "Sin agua, la gente se marchará de los pueblos. El día que abra el grifo y no salga nada, yo también me marcharé", promete Magí.

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