Salud

Instagram dispara los retoques estéticos: la edad media de la primera intervención baja de 35 a 20 años

La clientela joven solicita modificar labios, pómulos y nariz para que su rostro se parezca al que le ofrecen los filtros

'Influencers' en redes sociales publicitan y hablan sin tapujos de sus intervenciones estéticas

Una joven se somete a una intervención estética

Una joven se somete a una intervención estética / 123RF

Miriam Ruiz Castro

Miriam Ruiz Castro

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

‘Top Model Look’ es el nombre de un filtro de Instagram que alisa la piel, elimina imperfecciones, afina la nariz y da volumen a los labios y a los pómulos. También es el nombre de un tratamiento de remodelación facial, un tipo de medicina estética que ofrecen varias clínicas españolas. Poca importancia tiene si fue antes el huevo o la gallina, porque la realidad es que la medicina estética y las redes sociales van ya tan de la mano que jóvenes de 20 años, principalmente mujeres, acuden a las clínicas en busca de rellenos de ácido hialurónico y toxina botulínica con el objetivo de que su rostro se parezca al que le ofrecen los filtros. La medicina estética se ha convertido en una gallina de huevos de oro, con una facturación anual en España de más de 3.500 millones de euros en 2021. Es trece veces lo que facturó el cine y el doble que el sector del videojuego.

“Cada vez que subo alguna historia a Instagram, alguna de vuestras preguntas tiene relación con esto, así que os va a interesar bastante”, dice a sus casi 400.000 seguidores Rosario Matthew, de 23 años, 'influencer' y famosa por haber concursado en el 'reality' ‘La isla de las tentaciones’. Después empieza a enumerar las operaciones estéticas que se ha hecho: un kilo de prótesis en el pecho o ácido hialurónico en los labios, que “recomienda 100%”. Y añade: “Igual me hago también lo de quitarme las bolas de bichat [tejido graso bajo los pómulos que, al desaparecer, perfila la cara]. Yo, por hacerme, me haría de todo”.

El programa de televisión que convirtió a Rosario en una estrella cuenta entre sus anunciantes con clínicas Dorsia, la “clínica de los tentadores”. En su cuenta de Instagram es habitual ver vídeos de otras concursantes con mensajes como este: “Yun, de ‘La Isla de las Tentaciones’, ha confiado en nosotros para hacerse un aumento de labios”. Edición tras edición, el programa lidera en la franja de adolescentes y jóvenes, alcanzando cuotas de pantalla de casi el 50% entre 13 y 24 años, y es especialmente exitoso entre las mujeres. 

Kim Kardashian y Rosario Matthew.

Kim Kardashian y Rosario Matthew. / El Periódico

Obsesión con el rostro

En las redes sociales, donde los jóvenes pasan la mayor parte de su tiempo, es cada vez más habitual ver a 'influencers' que explican sus operaciones de estética, en muchos casos con mención a donde se las han hecho, e incluso animan a sus seguidores a hacer lo mismo. No es de extrañar que la edad media de acceso a la medicina estética haya caído de los 35 a los 20 años, como recoge el último estudio de la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME).

“Nos llama la atención este nuevo grupo que viene para modificar un rasgo, especialmente labios, pómulos y nariz, porque en esa edad todavía no hay envejecimiento”, explica Petra Vega, doctora de medicina estética y tesorera de SEME, que señala que la vía por la que llegan a las clínicas es internet, no por recomendaciones o publicidad. “Vienen con la foto de lo que quieren”, dice. Y esa foto no es necesariamente la de una actriz o modelo, como ocurría en el pasado, si no la de sí mismas bajo un filtro de una red social. Los tratamientos faciales son ya el 69% de la facturación de los centros estéticos. 

"Vienen con la foto de lo que quieren, normalmente de sí mismas bajo el filtro de una red social”, afirma la doctora Petra Vega

Desde la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (SECPRE), su vicepresidenta de cirugía estética, Nélida Grande, apunta al “bombardeo continuo” de las redes, que genera un “nivel de insatisfacción mayor sobre el cuerpo” y que los lleva a estos tratamientos “antes de que realmente toque hacerlo”. A los menores no se les opera salvo que sea un caso de asimetría, con alguna patología y con valoración psicológica, tal como explica la cirujana plástica. A partir de los 18 o 20 años, se les trata de orientar. “Sobre todo para rebajar expectativas que no son reales”, explica.

Paloma Borregón, dermatóloga y directora médica de la clínica Kalosia, apunta a la digitalización que impuso la pandemia como una de las causas del boom: ver nuestro rostro durante una videollamada nos permite fijarnos en nosotros mismos, “en nuestros defectos”. A su clínica llegan mujeres jóvenes a corregir labios, ojeras… “Los referentes de ahora ya tienen algo hecho, y se ha normalizado. Ya no está feo hablar de lo que te haces”, señala. La doctora Vega insiste: “Sus iconos son personas que acaban deformadas. Yo a los jóvenes que vienen a consulta les pido que hagan la reflexión de si todo lo que ellos mismos ponen en redes es real. Entonces, ¿por qué va a serlo esta foto que me traes?”. Borregón añade: “A veces te piden mucho y somos los médicos los que tenemos que decirles que no”.

De la necesidad al capricho

María Camacho se operó los pechos con 30 años. “Lo tenía clarísimo desde pequeñísima, mis sujetadores siempre tenían relleno”, explica. Cuando tuvo “el dinero y la fuerza para hacerlo” fue a varios doctores. Su experiencia no fue muy positiva. “Estuve a punto de cambiar de idea porque te hablaban de unas prótesis u otras como si fueran unos pantalones, me pareció horrible”, relata.

Más tarde, acudió a otro médico que le planteó que no tuviera prisa, que quizá quisiera ser madre y le convenía esperar. Aunque acabó por no hacerle caso, esos reparos fueron precisamente los aumentaron su confianza en aquel doctor. Para ella, su operación está lejos de ser un tabú: “Celebro el cumpleaños de mis tetas cada año con mis amigos y no tengo ningún problema con decir que me las he operado”. Sin embargo, es partidaria de que, a cierta edad, exista algún tipo de valoración psicológica previa: “Puede ser un capricho del que luego se arrepientan”.

Arrepentimientos

Laura -nombre ficticio- es una de esas mujeres que se arrepintió. Se operó la nariz siendo menor de edad y con la autorización de sus padres: su tabique prominente había sido objeto de burlas desde el colegio. Años después llegaron los labios y un aumento de pecho, hasta que dejó de reconocerse en las fotos. Volvió al quirófano años después para sustituir los implantes por unos más pequeños, aunque lo que habría querido es “retroceder en el tiempo”. “Nadie me aconsejó bien”, se lamenta.

Para los jóvenes debutantes, el precio es una de las variables más importantes. Otra de las estrellas del papel cuché y dueña de varias clínicas estéticas, Carla Barber, protagonizó un episodio polémico cuando hizo un sorteo con intervenciones estéticas. La SEME la acusó de saltarse el código deontológico al crear necesidades falsas en sus seguidores. Barber sigue difundiendo información del “pinchi pinchi” -así lo llama- en sus redes, en las que aseguró que lo hacía “para que personas que no se lo pueden permitir puedan acceder a estos tratamientos”.

“No podemos luchar contra las redes. Antes eran los artistas de Hollywood, ahora son los 'influencers'”, resume la doctora Grande. “Si generas tantas necesidades desde tan jóvenes, ¿qué van a esperar cuando sean más mayores?”

Suscríbete para seguir leyendo