JUICIO EN BARCELONA

La expareja de la acusada por el crimen de Vilanova: "Estaba anulado como persona"

Uno de los principales testimonios define a Alba Andreu como manipuladora y niega que la maltratara

El hombre también desmiente que él se hubiera inventado una novia ficticia para el otro imputado, Ismael Molina

Alba Andreu e Ismael Molina, en el banquillo de los acusados.

Alba Andreu e Ismael Molina, en el banquillo de los acusados. / ZOWY VOETEN

J. G. Albalat

J. G. Albalat

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Era uno de los testimonios más esperados en el juicio que se está celebrando en la Audiencia de Barcelona contra Alba Andreu por inducir a su amigo, Ismael Molina, a asesinar a su padre el 8 de junio de 2019 en el domicilio familiar de Vilanova i la Geltrú. Ante el jurado popular compareció este lunes Arnau S., la expareja de Alba al que esta había acusado de maltratarla, amenazarla y de inventarse una trama ficticia con personajes falsos, como Julia, una ficticia y virtual novia para Ismael, organizaciones parapoliciales y clanes mafiosos. "Llegó un punto en que estaba anulado como persona, que era incapaz de tomar ninguna decisión (...) Cualquier pregunta que me hiciera, lo mínimo que fuese, siempre respondía ella", relató este joven.

De su boca salieron palabras que reflejaban a una Alba no tan cándida como la que se sienta en el banquillo. Una Alba, precisó, "manipuladora" y dominadora y que hacía con él lo que quería, llegando a pensar, incluso, que la ficticia Alba era real, aunque con el tiempo descubrió que era un invento. A pesar de que la acusada en su declaración apuntó que fue Arnau, que también es amigo de Ismael, quien se había inventado este personaje, el testigo lo negó rotundamente y aclaró que la que era su pareja le había hecho creer que esa mujer era de carne y hueso, pero que, al final, se dio cuenta de que no era así e intentó avisar a Ismael, aunque este le insistió en que tenía pruebas. Arnau y Alba tuvieron una relación sentimental hasta cerca de un mes antes de que Ismael, que padece esquizofrenia paranoide, matara a su padre clavándole un cuchillo en el cuello, como él mismo ha confesado.

Arnau aseguró al tribunal popular que su relación con la acusada y su ruptura le causó una depresión y que la muchacha le había mentido, entre otras cosas, diciéndole que estaba embarazada. El joven recalcó que llegó un punto en que no podía discernir la verdad sobre lo que le contaba la que era su pareja. Al preguntarle si creía que a Ismael, que es amigo suyo desde la infancia, le podía haber pasado lo mismo, contestó: "Creo que sí. Si a mi me pasó teniendo el apoyo de mi familia, él, que se separó....Estuvieron mucho tiempo juntos y él quedó aislado. Es fácil que hubiera ocurrido". El objetivo del crimen para Alba, según la fiscalía, era conseguir dinero de la familia de Ismael.

Miedo a ser acusado

El testigo dijo no recordar muchas de las situaciones por las que se le interrogó y sobre las que sí contestó durante la investigación del caso y, en este sentido, se contradijo al responder si Alba dijo a Ismael que tenía que matar a su padre. "En ese momento tenía miedo de que si decía de lo que había escuchado me acusaran de algo que yo no había hecho. Primero tenía miedo de que ella viera la declaración y fuera a por mí de alguna forma. Y segundo, de que me acusaran de cómplice, cuando no había hecho nada".

Arnau relató que Alba afirmó delante de él y de Ismael que el padre de este último pegaba a su madre, pero la mujer, que también declaró como testigo, lo desmintió: "Jamás en la vida me ha puesto la mano encima, ni a mí ni a mis hijos". La madre de Ismael relató que su hijo le había contado lo del grupo parapolicial para el que hacía vigilancias, pero no le dio más detalles, y que, en su opinión, el joven se creyó tanto la existencia de esa unidad como la de Julia. Aseveró que ella pensó que Ismael estaba metido "en algo malo, muy malo, como en una especie de secta, sobre todo cuando empezó a pedir dinero". En la causa figuran transferencias bancarias de la cuenta de los padres de Ismael a Alba. La mujer creía que era para pagar los estudios de su hijo, sin saber a qué destinatario de lo enviaban.