Educación en Catalunya

IE La Mina: el instituto en el que sí salieron mejores de la pandemia

El centro, con casos de absentismo escolar, tiene las aulas de ESO más llenas que nunca, igual que las reuniones con las familias

La peor parte del impacto de la pandemia se ha dado en infantil y primaria, etapa clave para la lectoescritura

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A1-156484048.JPG / RICARD CUGAT

Helena López

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El entusiasmo, la energía y el compromiso de profesionales como Marta del Campo, directora del Institut Escola La Mina, parecen de otro mundo, igual que su fuerza de voluntad; pero ni sus alumnos ni sus familias, ni sus igual de entregados compañeros de trabajo, lo son. Son de este mundo -están en la frontera norte de Barcelona-. En la realidad de este instituto escuela, que es un verdadero pulmón en un barrio segregado -aquí, más que segregación escolar, es obligado hablar de segregación urbana-, también parecen casi de otro mundo cosas como las pruebas de competencias básicas que han registrado una caída del nivel de matemáticas e inglés en los alumnos de 4º de ESO.

Pese a las alarmas generalizadas por el impacto de la pandemia en estas pruebas en el conjunto de los chavales catalanes, a ojos de Del Campo -siempre con sus gafas de optimismo puestas- en su centro tras la pandemia "los niños ganaron un impulso increíble". "Tenemos las aulas llenas. Y en las reuniones de principio de curso nunca habíamos tenido a tantas familias", señala con orgullo.

"Si miramos nuestra propia fotografía, comparándonos con nosotros mismos, en secundaria hemos mejorado"

“La pandemia fue un golpe muy duro, por la brecha digital y la social, y la vuelta fue muy, muy complicada. El primer año tras el confinamiento total costó muchísimo, las familias tenían mucho miedo al contagio, pero este año tenemos una asistencia magnífica", subraya la directora del centro, donde además de infantil, primaria y secundaria tienen tres ciclos de Formación Profesional. "Somos una multinacional educativa", bromea.

Aula puente

Sus alumnos, como el resto de niños y niñas catalanes, empezaron el curso con unas temperaturas insoportables en el aula. "Hicieron abanicos con hojas de papel. Se notaba las ganas de venir al colegio", recuerda Del Campo, cuyo centro acoge a alumnos con un absentismo intermitente, "con covid o sin él".

Y es que al finalizar el confinamiento, una vez reabrieron el instituto, la dirección se encontró con las aulas vacías. El equipo de profesores hizo entonces un gran trabajo de 'repesca' de los alumnos. "En febrero o marzo, cuando empezaron a aparecer los alumnos, en secundaria creamos un aula puente. Llevaban un curso sin pisar la escuela y tenían un horario singular. El objetivo era que cogieran las dinámicas del centro y que pudieran aprender de nuevo a ser alumnos. Y funcionó", relata directora. Por eso este octubre volverán a abrirla.

Además de ese "valorar el colegio" tras estar privados de él durante un largo periodo de tiempo, Del Campo subraya otra cosa que los alumnos ganaron con la pandemia. "Ahora todos los alumnos tienen portátiles, algo que antes no pasaba y aprendieron a usarlo, forzados por la situación. Antes de la pandemia muchos de nuestros alumnos de secundaria no sabían abrir un correo electrónico y ahora sí. Hemos avanzado mucho", prosigue la directora del instituto escuela, que desde hace dos cursos cuenta, como centro de máxima complejidad, con un Plan de Mejora de las Oportunidades Educativas (PMOE), lo que les facilita disponer de figuras como un educador social, que ha ayudado mucho a reducir el absentismo.

"Si miramos nuestra propia fotografía, comparándonos con nosotros mismos, en secundaria hemos mejorado. Hemos reducido mucho las expulsiones de centro. Por planteamiento, porque está demostrado que no funcionan, y porque tenemos una comisión de convivencia que convoca a alumnos diariamente. Se dan muchas muchas oportunidades y eso sí tiene resultados. El año pasado tuvimos una promoción de cuarto de ESO como nunca, por la asistencia a clase, por la puntualidad, la entrega de justificantes y por la implicación de las familias. Acabaron el curso todos los alumnos, solo lo dejó uno, y la gran mayoría está estudiando algo más, no han abandonado", dice orgullosa.

Impacto mayor en primaria

La peor parte se la llevaron los más pequeños, los alumnos de infantil y primaria. Tras la reapertura de las escuelas, la asistencia en infantil en el centro no llegaba al 10%, y en primaria, al 25%. Noemí García, jefa de estudios de primaria en el centro, tiene una visión bastante menos optimista que su directora. "Tenemos muchos alumnos con trastornos, y muchos no diagnosticados, y ese es un problema real. Muchos alumnos que deberían ir al CEDIAP y no lo hacen -está desbordado-, muchos con un retraso en el aprendizaje muy grave por la mochila que llevan", relata García.

"Tenemos un segundo de primaria que tiene un nivel prácticamente de p-5; no tienen adquirida la lectoescritura. ¿Cómo íbamos a enseñarles a leer a través del whatsapp?"

Y si el CEDIAP está desbordado, el EAP, también. "Podemos tener 20 niños en lista de espera perfectamente. Niños a los que igual no les acaban atendiendo nunca. ¿Por qué? Porque hay otros alumnos que ya están derivados", prosigue la jefa de estudios, especialmente preocupada por los niños de ciclo inicial, primero y segundo de primaria. "Tenemos un segundo de primaria que tiene un nivel prácticamente de Infantil-5; no tienen adquirida la lectoescritura. ¿Cómo íbamos a enseñarles a leer a través del whatsapp? Hay niños cuyos padres no saben ni leer ni escribir, y este año han aparecido pequeños que hacía dos años que casi no aparecían por la clase", relata.

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