Un nuevo estilo de vida

Prats de Lluçanès, la prueba piloto frustrada de la reforma horaria

Este pequeño pueblo de Osona fue punta de lanza del cambio de hábitos en la sociedad, pero el proyecto se ha enfriado y a día de hoy no hay nada previsto ni hoja de ruta

prats de lluçanès

prats de lluçanès / Marc Vila

Carlos Márquez Daniel

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En diciembre de 2016, este diario visitaba Prats de Lluçanès, a poco más de una hora de Barcelona, para conocer de primera mano cómo este pequeño municipio de Osona estaba aplicando las directrices de la reforma horaria. Era la zona cero del cambio de hábitos en Catalunya, con un alcalde, Isaac Peraire (ERC), muy en sintonía con el movimiento que entonces lideraba Fabian Mohedano, el principal profeta de la cosa a este lado de los Pirineos. El consistorio cambió de color (de Esquerra a Junts) y, lo más importante, llegó la pandemia que todo lo revolvió y todo lo excusó. Esa pequeña Galia adalid de la nueva organización social, económica, política, cultural y comercial dejó el invento en barbecho. Y ahí sigue. Dormitando. Como en el resto de un país que un día dijo que todo esto daría un vuelco en 2025.

Jordi Bruch

El alcalde de Prats de Lluçanès, Jordi Bruch / ACN

Las elecciones municipales de 2019 revolvieron la composición del ayuntamiento. Esquerra cedió el cetro a Junts tras perder la mitad de sus concejales. La irrupción de otras dos listas -Movem Prats y República Activa de Prats de Lluçanès- atomizó el voto. La formación neoconvergente logró mantener sus cinco ediles y se hizo con el poder, con Jordi Bruch al frente. Y ahí sigue. El alcalde ha tenido a bien atender a El Periódico este jueves para charlar sobre la reforma horaria. Admite que se ha hecho más bien poco, aunque sí se ha mantenido lo aprobado en el mandato anterior: Los plenos municipales, por ejemplo, empiezan y terminan antes.

Hora de comer

Peraire propuso nuevos hábitos en el funcionariado municipal, de manera que se perdía aquel desayuno interminable y se habría un hueco a mediodía para comer. Se conseguía que los trabajadores se fueran a casa con toda la tarde libre. Y se conseguía que a las ocho tuvieran ya hambre para cenar y que, quién sabe, se metieran en la cama antes de medianoche. Sara, Irene, Anna y Sophie, se llamaban entonces las empleadas del consistorio.

Antes solían comer rápido y mal en casa sobre las 15.30 horas, y ahora, contaban en 2016, aprovechaban esas dos horas hasta la salida de los coles para hacer deporte, leer o, simplemente, no hacer nada. Ir de compras no era ni es una opción, porque el comercio mantiene ese horario cavernícola de persiana bajada entre las 13 y las 17 horas. Ese largo paréntesis en el que los pueblos parecen un decorado.

Cuatro trabajadoras del Ayuntamiento de Prats de Lluçanès comen en dependencias municipales, en diciembre de 2016

Cuatro trabajadoras del Ayuntamiento de Prats de Lluçanès comen en dependencias municipales, en diciembre de 2016 / Marc Vila

Esquerra bajó de la alcaldía dejando una reforma prevista en el ayuntamiento para que el personal pudiera comer en condiciones. Nunca se hizo, sostiene Peraire, que lamenta que Prats haya dejado pasar la oportunidad de mantenerse como municipio pionero del uso racional de los horarios. "Éramos el pueblo más informado de Catalunya sobre la reforma horaria, y además este proyecto nos puso en el mapa. A día de hoy, ni tan siquiera se hacen actividades durante la semana de usos del tiempo", se queja.

Bruch asegura que la pandemia "detuvo mucho las cosas", pero recuerda que varios comercios sí han avanzado la hora de cierre 30 minutos, de las ocho de la tarde a las siete y media. "Pero el plan no se ha promovido demasiado -admite el alcalde-, cada uno hace lo que buenamente puede, hay gente que lo ha pasado mal".

Dos promesas

Prats de Lluçanès, de hecho, tenía una extensa hoja de ruta ya redactada y pactada con los responsables de la reforma horaria. El documento, de 34 páginas, planteaba cambios en el comercio, los servicios públicos y municipales, la sanidad, la educación, la restauración, con nuevos hábitos que tenían como horizonte el 2025, el año que el propio Govern se puso como momento del 'reset'. La primera vez que se habló de esta fecha fue en 2017, con Neus Munté como 'consellera' de Presidència. En octubre de 2021, con el proyecto ya trasladado al Departament de Igualtat i Feminismes, fue la 'consellera' Tània Verge la que hizo suya la promesa. Puede que ese cambio, de una cartera tan transversal a una 'conselleria' tan concreta, no ayudara muscular la idea.

Peraire, en su etapa de alcalde, despachando asuntos municipales con una colaboradora, en diciembre de 2016

Peraire, en su etapa de alcalde, despachando asuntos municipales con una colaboradora, en diciembre de 2016 / Marc Vila

En resumidas cuentas, lo que perseguía ese acuerdo era compactar la jornada laboral para avanzar la hora de salida, adelantar la comida y la cena y sincronizar los horarios de las empresas, instituciones y actores sociales y culturales. La cosa se ha quedado muy a medias. El instituto, por ejemplo, debía abrir un comedor para que los chavales pudieran comer a las 13 horas y no a las tres y media al llegar a casa. Explica Bruch que se habló con Educació y que la cosa no cuajó. "A día de hoy no tenemos ninguna acción prevista", admite el alcalde.

Así es cómo Prats de Lluçanès, el pequeño pueblo que era punta de lanza de la reforma horaria, pasó a engrosar la larga lista de municipios que viven el día a día ajenos a que quizás, y solo quizás, hay un modo más racional de organizar los horarios.

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