Estudio de 'Nature'

Científicos alertan contra una probable megaerupción volcánica

Consideran que hay una posibilidad entre seis de que este siglo se produzca una gran erupción más letal que la de Tonga el pasado enero

Erupción del volcán submarino Hunga Tonga-Hunga Ha'apai

Erupción del volcán submarino Hunga Tonga-Hunga Ha'apai / KELSEY ÁLVAREZ / TONGA GEOLOGICAL SERVICES / REUTERS

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La erupción del volcán submarino Hunga Tonga-Hunga Ha'apai, el pasado 15 de enero, fue uno de los eventos volcánicos más explosivos de la era moderna, según ha confirmado un nuevo estudio. ¿Podría volver a ocurrir? ¿Puede ser un volcán tan letal o incluso más? Un artículo publicado en 'Nature' , basado en investigaciones de los vulcanólogos Michael Cassidy (Universidad de Birmingham) y Lara Maní (Universidad de Cambridge), calcula que hay una posibilidad entre seis de que se produzca una gran erupción volcánica este siglo y, advierten: "El mundo no está preparado". Esa megaerupción podría cambiar drásticamente el clima del mundo, un cambio climático acelerado y radical, y de paso colapsar la civilización.

Después de una serie de eventos más pequeños que comenzaron en diciembre de 2021, Hunga Tonga entró en erupción el 15 de enero de este año, produciendo una columna vertical que se extendió a más de 50 km de altura sobre la superficie. El calor liberado por el agua y las cenizas calientes del penacho constituyeron la mayor fuente de ondas de gravedad en la Tierra hasta 12 horas después de la explosión. Y es que la erupción produjo ondas de gravedad similares a olas que, según muestran las observaciones por satélite, se propagaron por toda la cuenca del Pacífico.

Velocidades máximas

La erupción también provocó ondas en nuestra atmósfera que reverberaron alrededor del planeta al menos seis veces y alcanzaron velocidades muy cercanas a las máximas teóricas, por lo que fueron las más rápidas jamás vistas dentro de nuestra atmósfera. Esas ondas avanzaron a la increíble velocidad de 320 metros por segundo (1.152 kilómetros por hora), según se ha comprobado.

Las cenizas cayeron a lo largo de cientos de kilómetros, afectando la infraestructura, la agricultura y la fauna marina, especialmente en la población de peces. El daño causado ascendió al 18,5% del PIB de Tonga. De hecho, los cables submarinos se vieron afectados, cortando las comunicaciones de Tonga con el mundo exterior durante varios días. Más lejos de allí, la explosión creó una onda de choque mundial y tsunamis que llegaron a las costas japonesas y de América del Norte y del Sur.

Afortunadamente, la erupción duró solo unas 11 horas. Si hubiera durado más, hubiera liberado más cenizas y gas o hubiera afectado a áreas más densamente pobladas del sudeste asiático, o cerca de una alta concentración de rutas de navegación vitales, redes eléctricas u otra infraestructura global crucial. Habría tenido repercusiones en las cadenas de suministro, el clima y los recursos alimentarios en todo el mundo.

Ahora los científicos consideran que hay una posibilidad entre seis de que este siglo se produzca una gran erupción volcánica.Y que podría ser de 10 a 100 veces mayor que la erupción ocurrida en Tonga el pasado enero.