Alimentación saludable
El semáforo nutricional se retrasa sine die tras las críticas del sector y los expertos
Consumo descarta un plazo concreto para regular la etiqueta; Agricultura prefiere que la UE apruebe un modelo común y los nutricionistas piden el sello chileno
Patricia Martín
Periodista
Escribo en la sección de Sociedad, normalmente sobre temas sanitarios, de mujeres, violencia machista, infancia o consumo; aunque también he trabajado en otras secciones de El Periódico, como Política o Tribunales. Mi trayectoria profesional comenzó en medios locales, incluida una emisora regional de la 'Cadena Ser', y trabajé también para 'El País' y 'Cinco Días'.
Salvo los avispados o que estén muy pendientes de su nutrición, el resto de ciudadanos no encontrarán con facilidad en el supermercado la etiqueta de colores, al estilo de semáforo, que indica si un producto es más o menos saludable. El verde (y la A) marca los productos más aconsejables y el naranja y rojo (con una D y una E respectivamente) los que contienen más azúcar o grasas. Se trata de Nutriscore, una etiqueta frontal que permite distinguir, a simple vista, la idoneidad de los alimentos y que el Gobierno prometió implantar allá por 2018 para disminuir la ingesta de azúcar o de productos procesados que causan los altos índices de obesidad de la población española. Sin embargo, Nutriscore aún sigue durmiendo el sueño de los justos, después de haber provocado fricciones en el Ejecutivo y el rechazo de la industria y de buena parte de los nutricionistas.
De hecho, un paseo por el supermercado permite vislumbrar que el semáforo luce en los yogures, aunque no en todas las marcas y las marcas que sí lo exhiben, solo lo hacen en sus productos más saludables. Por ejemplo, aparece en el yogurt natural pero no en las natillas de chocolate. También se puede encontrar en la leche pero es más difícil de ver en las galletas, cereales o bebidas.
Y es que en la UE la implantación es voluntaria pero el ministro de Consumo, Alberto Garzón, anunció hace más de un año que proyectaba aprobar la regulación necesaria para promover su uso y obligar a las marcas que a que etiqueten todos sus productos, sean verdes o rojos, pero las fechas que ha ido dando han ido caducando sin que la normativa haya llegado al Consejo de Ministros y sin que Consumo dé un nuevo plazo. Fuentes de su departamento tan solo señalan que la previsión es que se apruebe en los próximos meses y que el motivo de que se haya retrasado es "que la regulación se está tramitando".
Las fricciones
En el retraso podrían haber influido las fricciones entre Consumo y el Ministerio de Agricultura, dado que la cartera dirigida por Luis Planas prefiere que sea la Comisión Europea la que apruebe un etiquetado común pero el departamento de Garzón no quiere esperar porque no se vislumbra que la UE vaya a tomar una decisión en breve.
Y es que la industria alimentaria ha pedido a Bruselas que olvide el etiquetado obligatorio y en España "trabaja incansablemente por tumbar el sistema", según ha denunciado públicamente Garzón. Nutriscore puede provocar un cambio en los patrones de consumo, dado que es previsible que los ciudadanos opten, entre dos productos de la misma familia, por el que obtiene mejor nota, y por ello, según argumenta el ministro, algunas empresas "se oponen con fiereza y están dispuestas a invertir millones de euros en sabotear el proceso".
Ahora bien, Garzón reconoce también que Nutriscore no es perfecto. Por ello, ha garantizado que el aceite de oliva quedará fuera del etiquetado porque este no reconoce sus propiedades. El semáforo le otorga una C y lo equipara a aceites como el de colza, cuando el de oliva es el recomendado en la dieta mediterránea.
Algoritmo cuestionado
Y no es el único problema. Los nutricionistas afirman que Nutriscore se puede manipular fácilmente, modificando ciertos componentes para obtener mejor nota pero sin mejorar la calidad nutricional. "El algoritmo de Nutriscore utiliza los niveles de azúcar, sal, grasas o calorías que favorecen la mejor puntuación y puntúa también los nutrientes positivos, por lo que si se añade un poco de fibra o proteína se compensa la nota, aunque el alimento sea alto en todos los nutrientes críticos", explica Alma Palau, presidenta del Consejo General de Dietistas-Nutricionistas.
Palau y otros expertos prefieren que se implante el modelo chileno, que con un sello advierte de si el alimento tiene una alta cantidad de un nutriente crítico. Por ejemplo, señala 'Alto nivel de azúcar', al estilo de las advertencias de las cajetillas de tabaco. Mientras tanto, Nutriscore "no educa, dado no explica por qué el producto saca buena o mala nota, el consumidor no sabe distinguir".
Pese a estas críticas, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) afirma que Nutriscore "es un buen punto de partida para ayudar a los consumidores a optar por la opción más saludable". Según Garzón, ningún sistema en el mundo es perfecto, pero NutriScore "es el que mayor consenso genera". Ahora solo falta saber cuando se aprobará la regulación necesaria.
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