Movilidad

La liberación de los peajes provoca una caída del tráfico del 30% en la N-II en el Maresme

Esto supone un aumento del 40% del tráfico en la C-32: "La autopista es una buena alternativa y se ha notado muchísimo"

Tráfico en una carretera.

Tráfico en una carretera. / El Periódico

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Un año después de la liberación de los peajes de la carretera C-32 en el Maresme (Barcelona), el tráfico que circulaba por la N-II atravesando los pueblos de la costa se ha reducido notablemente. Según datos del Servei Català de Trànsit (SCT), la reducción es de entre el 30% y el 40%, en función del tramo. El trasvase más notable de una vía a otra se da en el extremo norte de la comarca. La N-II en el alto Maresme ha perdido un 33% de su tráfico habitual, un 11.000 vehículos, y de ellos 8.500 que ahora utilizan la autopista para desplazarse. Esto supone un aumento del 40% del tráfico en la C-32. "La autopista es una buena alternativa y se ha notado muchísimo", celebra el concejal de Movilidad de Calella, Josep Torres.

La tendencia de los datos se corresponde bastante con los estudios de tráfico previos al levantamiento de las barreras de los peajes, pero desde el territorio confían en que en los próximos años pueda seguir aumentando el número de vehículos que abandonan la carretera N-II para los sus desplazamientos diarios.

En este sentido, será clave el desarrollo de los nuevos enlaces para conectar la N-II y la C-32 a lo largo de la comarca. Los trabajos están valorados en unos 60 millones pero todavía no está definido un calendario claro de ejecución. En una reciente visita de representantes del Govern al Maresme se apuntaba a una posible licitación de los proyectos en 2024.

En total, en la comarca se harán seis nuevos accesos a la C-32 (Alella-Masnou, Teià, Premià de Mar, Vilassar de Mar, Canet y Calella) y se mejorarán dos más (Sant Andreu de Llavaneres y Pineda de Mar). Cuando estén hechos, apunta el concejal calellense, debería derivarse aún más tráfico hacia la autopista. Torres aspira a que el tráfico de la N-II caiga a la mitad "en algún momento".

Sin embargo, no se visualiza que la N-II deje de ser una "barrera" en el tramo norte de la comarca. "La movilidad en coche y furgoneta en la zona es muy importante y con esto debemos vivir", se resigna el Torres. Así, el concejal de Movilidad aplaude que ya haya una reducción del 30% y asegura que pese a las dificultades el objetivo es que la N-II pueda ser algún día una "calle".

Antiguos peajes

Otra de las transformaciones pendientes un año después del fin de la concesión de la autopista es el reaprovechamiento de las 'playas' de los antiguos peajes. En estos meses se han eliminado las cabinas centrales de pago y se han definido los nuevos carriles pero a ambos lados de la vía todavía queda el recuerdo físico de la antigua C-32 de pago.

El Govern tiene un proyecto para convertir estos espacios en plantas fotovoltaicas, pero hay ayuntamiento que también quieren decir la suya. Es el caso de Arenys de Mar, que ha enviado una propuesta al departamento de Territorio y Sostenibilidad para poder gestionar un espacio que consideran "infrautilizado".

La alcaldesa de Arenys de Mar, Annabel Moreno, pide poder convertir el espacio de las cabinas del antiguo peaje de la salida de Arenys en sentido norte en un aparcamiento que incluya también un área para autocaravanas. De esta forma se quiere hacer frente a la falta de aparcamiento en el municipio y potenciar también un tipo de turismo inexistente hasta ahora en el pueblo.

"Después de la pandemia, los usuarios de autocaravanas han aumentado y es una demanda desde hace tiempo", explica Moreno. La alcaldesa detalla que Arenys es "ideal" para que el turismo nacional pueda realizar estancias de fin de semana y conozca las rutas culturales y gastronómicas que ofrece el municipio: "Es una propuesta turística que no teníamos y en la que estamos trabajando".

Menos ingresos por el IBI de la autopista

Por otra parte, el rostro negativo del fin de la concesión es la caída de ingresos en concepto de IBI que han sufrido los ayuntamientos. En el caso del Maresme, el importe total de la factura es de 2,9 millones de euros y los municipios más afectados son Mataró (377.000 euros), Arenys de Mar (368.000 euros), Palafolls (277.000 euros), Sant Pol de Mar ( 276.000 euros) o Calella (224.000 euros).

En el caso de Palafolls, por ejemplo, el impacto es muy grande, ya que se trata de uno de los consistorios más pequeños, cuyo presupuesto anual está en torno a los 10 millones de euros. "El impacto ha sido enorme y ha supuesto prácticamente la desaparición de la partida de inversiones con recursos propios", se lamenta el alcalde, Francesc Alemany.

En 2022, Palafolls no puede hacer frente a ninguna inversión que no llegue a través de subvenciones de administraciones supramunicipales y esto ha obligado a dejar aparcados proyectos que se habían convertido en reivindicaciones históricas y que el gobierno municipal había puesto en agenda para poder empezar a desarrollar este mandato.

Alemany se lamenta por no poder asumir inversiones como la renovación del techo de un pabellón, la apertura de un local social en el barrio de Sant Genís o la remodelación del vial de acceso a este mismo barrio: "Hemos hecho una gestión de mínimos y tenemos muy poca capacidad para atender a las necesidades de la población".

Además del impacto del IBI de la C-32, Alemany recuerda que las finanzas públicas también se han visto mermadas por la anulación del impuesto de la plusvalía o la gestión de la covid. En el caso de Palafolls, además, a esto se le añade el grave impacto del temporal Gloria a principios de mandato. Para 2023, dice, habrá que volver a "redefinir" prioridades: "No es más que la gestión de la miseria".