Entrevista a la directora de la Fundació Ajuda i Esperança

"El suicidio es una reacción definitiva a problemas que generalmente tienen solución"

Esperança Esteve, responsable de la fundación que gestiona el Teléfono de la Esperanza, llama a apostar por la prevención como remedio y advierte de que los problemas sociales llevan a problemas de salud emocional

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A1-153388305.jpg / RICARD CUGAT

Toni Sust

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La Fundació Ajuda i Esperança gestiona el Teléfono de la Esperanza (682900500 / 934144848), que recibió 31.506 llamadas en 2019, 54.846 en 2020 y 43.112 en 2021. Y también el Teléfono de prevención del suicidio (900925555): 1.102 llamadas en 2020 y 5.781 en 2021. La entidad, junto con el Ayuntamiento de Barcelona, ha puesto en marcha un chat de apoyo emocional en WhatsApp (679 333 363) que se dirige especialmente a jóvenes de entre 14 y 25 años. Esperança Esteve, directora de la fundación, analiza la situación de los usuarios de estos recursos.

Los últimos han sido años algo complicados para la esperanza.

La pandemia tuvo sus efectos, muy concretos, durante 2020 y 2021. Incertidumbres, miedo a la muerte, soledad. Agudización de enfermedades mentales, depresiones, conflictos familiares. Eso lo vemos en la pospandemia. Durante el confinamiento hubo mucha consulta, más llamadas, pero no tanta ideación suicida, ni situaciones extremas que requiriesen actuaciones urgentes. A mediados de 2021, la situación cambió.

Esperança Esteve, en la sede de a Fundació Ajuda i Esperança.

Esperança Esteve, en la sede de a Fundació Ajuda i Esperança. / RICARD CUGAT

¿En qué sentido?

Emerge el malestar previo pero agudizado por la experiencia de la pandemia. Más problemas de enfermedad mental, de depresión. Conflictos familiares latentes han emergido y la ideación suicida, el pensamiento recurrente de la persona relacionada con las escasas expectativas de un futuro mejor, ha aumentado.

"Ha emergido el malestar previo pero agudizado por la experiencia de la pandemia. Más problemas de enfermedad mental, de depresión. La ideación suicida, el pensamiento recurrente de la persona relacionada con las escasas expectativas de un futuro mejor, ha aumentado"

Un planteamiento en el que morir se presenta como un descanso,

Hay una máxima: nadie quiere morir, lo que la gente no quiere es sufrir. Todas las herramientas preventivas con las que podamos lograr que la gente vea luz donde ve oscuridad, son una inversión clarísima.

¿El confinamiento tuvo partes negativas, pero también trajo cierta tranquilidad?: todos en casa, menos riesgo de que pasasen cosas.

Muchas familias encontraron una oportunidad en el confinamiento: para el diálogo, la conversación con los niños, compartir. Pero eso tiene que ver mucho con la clase social.

"Hay una máxima: nadie quiere morir, lo que la gente no quiere es sufrir"

En cómo es la vivienda en la que te confinaste.

Hay que estudiar cómo las desigualdades tienen peso en las situaciones de crisis. Como las de pareja. Si estás obligado a estar 24 horas en un lugar en el que en el que los niños no tienen espacio de juego, y la situación previa no es buena, todo empeora.

¿Salud emocional y salud mental es lo mismo?

Nos gusta más hablar de salud emocional porque no somos un servicio médico, sino de acompañamiento. De ayudar a ver la luz en la oscuridad. Nosotros siempre que detectamos a alguien con problemas de salud emocional importantes los derivamos a sistemas de salud. Y en caso de suicidio inminente, llamamos al 061 o el 112.

¿A cuánta gente atienden?

Ponemos a disposición de las personas que nos llaman entre 27.000 y 30.000 horas anuales.

¿En esta sede?

Todo es on line desde la pandemia. Lo que fue una solución de emergencia para poder seguir atendiendo llevó a un cambio.

"Siempre trabajamos con parejas: un voluntario que atiende y uno de apoyo por si hay que activar recursos de emergencia"

¿Es efectivo con una pantalla de por medio?

Es efectivo. Hay que trabajar con un modelo mixto: el voluntario, bien formado, puede atender con una visión de igual al otro, pero detrás hay todo un equipo de profesionales, psiquiatras y psicólogos, que puede reforzar la labor del voluntario. Siempre trabajamos con parejas: un voluntario que atiende y uno de apoyo por si hay que activar recursos de emergencia. Y detrás, un psicólogo. El voluntario tiene una formación expresa y la supervisión de un profesional que en casos extremos puede intervenir directamente. Por ejemplo en el chat que hemos puesto en marcha con el ayuntamiento.

¿Cuántos voluntarios tienen?

400. Esperamos acabar el año con 600. Trabajan desde casa. Por teléfono, que ahora es ordenador: trabajamos con plataformas digitales. Es un sistema integrado. Con una empresa hacemos los temas de voz y con otra, WhatsApp.

¿Y terapeutas?

12.

¿Cuántas horas dedica un voluntario a este tema?

Recomendamos 10 horas al mes en dos tandas de cinco. Luego hay supervisión, análisis en grupo y la formación, que es de 70 horas. Una formación inicial de 15 a 20 horas que habilita para poder escuchar. Y luego van adquiriendo experiencia hasta llegar a las 70 horas.

¿Rechazan a gente?

A mucha. Más del 50%.

"Rechazamos a más del 50% de voluntarios. Para serlo tienes que pasar un bueno momento"

¿Qué hay que tener para ser voluntario?

Equilibrio emocional. Pasar por un buen momento. Si te estás separando de la pareja, te diremos que no. Pero puedes venir más adelante. Los voluntarios que llevan muchos años tienen que ser más supervisados, porque te acostumbras a las cosas, adquieres vicios. A veces perdemos voluntarios porque esto lleva mucho tiempo y necesitan descansar. Vamos a una media de 10 casos por persona y turno.

¿Una mala respuesta podría perjudicar al que llama?

Claro. No se trata solo de tener conocimientos teóricos, un voluntario debe tener también una actitud, un sentido común que le indique lo que tiene y si no sabe qué hacer, tiene que pedir ayuda.

Antes de la pandemia también tenía problemas la gente. ¿Ya está claro que hay que hablar del suicidio, tras tantos años de evitarlo, por ejemplo en los medios?

Está claro. Hay que hablar de ello. Antes el que se suicidaba tenía una sanción pública. No hablamos de eutanasia, sino del que no ve alternativa a acabar con su vida porque sufre. Pero vayamos a esa situación de dolor. Hay que poder hablar. Cada vez que dicen que un metro se estropea hay una persona detrás que se ha tirado.

¿Qué edad tiene el suicida?

El grupo más numeroso de personas instaladas en el pensamiento suicida está entre 34 y 54 años, el mundo más adulto. El porcentaje de hombres es mayor. Las mujeres piden más ayuda. Es más difícil hacer prevención con los hombres.

"Son chicos que se han ido de casa por la mañana tan tranquilos después de tomarse un zumo de naranja y al cabo de un rato se han tirado por la ventana o al metro"

¿Y qué razones son las más habituales?

La situación económico-laboral y las relaciones familiares. El segundo grupo más mayoritario es el joven, de 16 a 30 años. La persona joven que piensa en la muerte tiene una representación no definitiva de ella, a diferencia de los adultos. Hay mucho sufrimiento en esos jóvenes pero en situaciones a menudo puntuales. 'Bullying' en el colegio: una situación que empieza y acaba, pero la persona solo sabe ver la situación actual, hay una fijación en el sufrimiento. También en casos de relaciones de pareja.

¿Qué hay de los familiares y amigos de los que se suicidan?

Se les llama supervivientes. Para alguien a quien se le suicida un hijo, un hermano, el drama es brutal. Es demoledor para las familias. Generalmente no se conoce el motivo del suicidio. Son chicos que se han ido de casa por la mañana tan tranquilos después de tomarse un zumo de naranja y al cabo de un rato se han tirado por la ventana o al metro.

Y la gente se pregunta qué podía haber hecho.

Sí, cómo no lo detecté, no entendí las señales. A no ser que haya una situación muy definida, pero no es lo mayoritario.

Ha variado, entonces, la visión del suicidio.

Sí, claro, ahora es visto como un problema que no es individual sino social, relacionado con un malestar previo que se puede generar en casa o fuera. Antes se veía como una huida, era casi vergonzante. Ya no, como ya no pasa con la violencia de género.

Pero también se veía valentía en el gesto.

La visión era que se necesitaba ser cobarde y valiente. Ahora el mensaje es que no hay que pensar en soluciones radicales a los problemas que van a finalizar, temporales. Empieza a pensar en la vida.

¿Es diferente la situación actual con las de los años 70 u 80 del siglo XX?

Hay incertidumbre permanente. En el siglo XXI han desaparecido seguridades.

El mismo empleo para toda la vida.

La incertidumbre genera malestar. En la economía, en el hogar. No hay nada más importante para una persona que perder la vivienda. Se desposee de todo ante la comunidad y ante sí misma, es algo terrible que puede llevar a situaciones límite, de enfermedad. Tenemos claro que los problemas sociales llevan a problemas de salud, si no los trabajamos solo ponemos parches.

¿Somos más débiles que antes?

Las nuevas generaciones resisten peor las frustraciones. Su punto de partida es un modelo de más bienestar que el de la generación anterior, que tenía más expectativa de mejora. No tenerla aumenta la frustración.

Los medios tienen que informar de los suicidios.

Tienen que informar de que existen soluciones. El mensaje tiene que ser que el suicidio es una reacción definitiva a problemas que generalmente tienen solución.

¿Qué le decimos a un chico que sufre 'bullying'?

La prevención es clave. ¿Cómo hacer prevención con alguien que sufre 'bullying'  y no lo dice en casa? Con el chat que abrimos con el ayuntamiento: el joven no se comunica por voz, casi no hace llamadas, pero chatea todo el día. Contactará y quizá no responda en una hora. Puede tener abierto el chat tanto como sea necesario. Lo importante es ganar tiempo.

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