Plan de reintroducción

El lince se asoma como ayuda contra la plaga de conejos en Catalunya y Aragón

Un equipo de biólogos completa la primera fase de un estudio para reintroducir esta especie, casi extinta en 2002, a caballo de las dos comunidades

Un lince ibérico adulto, inconfundible con sus barbas de maestro de kung fu.

Un lince ibérico adulto, inconfundible con sus barbas de maestro de kung fu. / FUNDACIÓN CBD-HABITA

Carles Cols

Carles Cols

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A saber por qué Eurípides dijo de él que era un “bicho malnacido” y, ya puestos, más misterioso es aún de dónde sacó Claudio Eliano, otros clásico, gran innovador de las ‘fake news’ animales, que el lince meaba en lugares secretos porque su orina, cuando cristalizaba, se transformaba en un mineral semiprecioso y estupendo para la joyería. En la antigüedad griega y romana poco se sabía en verdad del lince ibérico (‘Lynx pardinus’), pero, ¡ay!, qué gran suerte, le conocían. Estuvo a medio paso de la extinción en 2002, cuando apenas quedaba medio centenar de adultos vivos en la península Ibérica, y, tras un loable esfuerzo científico, más de 1.300 ejemplares viven hoy en libertad en la mitad meridional de España. Hay una próxima meta en el horizonte. La Fundación CBD-Habitat, con ayuda del Zoo de Barcelona, trabaja en un proyecto para reintroducir el lince en los montes que comparten Catalunya y Aragón, dos comunidades a la greña por Juegos Olímpicos de invierno y por las colecciones de arte sacro, y que con buena voluntad puede que envainen sus espadas por dar cobijo a este insaciable cazador de conejos, que en esa zona está alcanzado las dimensiones de una plaga casi bíblica.

El lince ibérico es un animal realmente hermoso. Prácticamente todos los felinos lo son, cierto, pero los ejemplares de esta especie, con sus barbas de ancianos maestros de kung fu, vienen además equipados de serie con algunos extras que hacen de ellos unos animales indispensable para el mantenimiento del equilibrio ecológico en la península ibérica, si es que eso aún es posible de recuperar. A fenicios, griegos y romanos les sorprendió esta tierra de poniente por la abundancia de conejos. Algunas tesis etimológicas sostienen que Hispania, tal y como la conocieron los romana, es una evolución del nombre que le pusieron los fenicios al lugar tras el pasmo que les causó esa abundancia de conejos. Tierra de conejos, así se supone que la llamaron. Habría también abundancia de linces, por fortuna para la cultura agrícola de las sociedades iberas y de las que las sucedieron, porque si algo caracteriza a este felino de casi un metro de largo y 12 kilos de peso es su notable habilidad como cazador. Un conejo al día. Esa se calcula que es su media de capturas.

Un lince, con las orejas en posición de máxima alerta, con las que es capaz de dotar a su oído de una percepción casi sobrenatural.

Un lince, con las orejas en posición de máxima alerta, con las que es capaz de dotar a su oído de una percepción casi sobrenatural. / Fundación CBD-Habitat

La prestación que trae de serie el lince ibérico es una audición a escala humana sobrenatural. Su oído es capaz de captar las mullidas y extremadamente silenciosas pisadas de un conejo. Sin esa virtud, sus potentes velocidad y salto serían tal vez inútiles.

Esa es la cuestión. Nuria El Khadir, directora de CBD-Habitat, y Samuel Pla, uno de sus hombre de trabajo de campo, han dedicado la primera fase de su proyecto a censar la sobrepoblación de conejos en algunas zonas de matojos y bosque y en otras de cultivo de la Sierra de Agramunt, por ejemplo, y también de las tierras al oeste de la frontera administrativa que separa Aragón y Catalunya. Se cuentan por miles por kilómetro cuadrado los conejos en algunas zonas. Su voracidad es marabuntiana. Con la sequía, además, ante la ausencia de pastos naturales han entrado a degüello en las fincas de cultivo y han dado cuenta incluso del tronco de las vides más tiernas.

Las trampas que colocan los payeses dan unos resultados ridículos. La puntería de los cazadores a menudo es la de Elmer Gruñón. Contar con la colaboración de los linces, aunque sea poca, no debería parecer a estas alturas ningún disparate, pero la reintroducción de especies en hábitats en los que ya nadie se acuerda de ellas nunca es sencilla, explica El Khadir. El lince probablemente se extinguió en Catalunya y Aragón en los años 30, porque su hogar fue urbanizado, porque fue capturado y, al parecer, también porque su número nunca fue muy alto, con lo que la endogamia jugó en su contra. Su caso no es el del supuestamente temible oso, menos aún el del lobo, causa de un miedo atávico en los entornos rurales. Es solo un felino que raramente atacaría un rebaño de ganado, como mucho alguna gallina despistada. Su dieta preferente, exclusiva si se lo puede permitir, es el conejo, pero aún así es necesario previamente hacer pedagogía en los municipios seleccionados para la liberación y, sobre todo, contar con la complicidad de quienes allí viven y trabajan.

Un lince, atento en la sierra.

Un lince, atento en la sierra. / Fundación CBD-Habitat

“De momento, la aceptación allí donde ha llevado a cabo una misión de este tipo es muy alta, del 93%”. Los diferentes proyectos de suelta de hembras en Andalucía, Castilla-La Mancha y Portugal han brindado unos excelentes resultados, como mínimo desde el punto de vista de los linces. Desde 2010 se han soltado 340 ejemplares criados en cautividad. En 2021 nacieron unos 500 cachorros. La empresa va viento en popa, tanto que en caso de que Catalunya y Aragón den el visto bueno a la iniciativa, la obtención de ejemplares no será ningún obstáculo. Los hay disponibles.

Una camada de cachorros de lince, nacidos en 2005 en Doñana, pioneros pues de los programas de reintroducción.

Una camada de cachorros de lince, nacidos en 2005 en Doñana, pioneros pues de los programas de reintroducción. / EFE

La cuestión, claro, es ¿cuándo? El Khadir y Pla aconsejan no pisar el acelerador. Hay que ir puerta por puerta a explicar el proyecto. En el mejor de los casos, dentro de tres años se podría proceder a la liberación de 20 hembras reproductoras, más los machos que sean necesarios, aunque lo importante aquí son ellas. Después solo habrá que confiar en que la naturaleza siga su curso. Esta es una especie que cría cada año. Las hembras alumbran de dos a cuatro cachorros. No todos sobrevivirán. Puede que incluso alguno, mientras la madre va en busca del almuerzo, mueran víctima de alguno de sus hermanos hecho un Caín. Pero lo que la experiencia acumulada revela es que, en ausencias de hostilidad humana, los linces son capaces de salir del cuello de botella de la extinción.

Los responsables de la Fundación CBD-Habitat, tras analizar el terreno, creen que los linces se enseñorearían fácilmente del lugar. Son animales territoriales, que solo abandonan su feudo en ausencia de sustento, aunque, todo hay que decirlo, en ocasiones sucede lo inexplicable. Ocurrió en 2018 con Litio, un ejemplar que hizo honor a su nombre, como si anduviera movido por una batería. Nacido en cautividad 2014, en 2016 vivía libre en El Algarve, la punta sur de Portugal, donde le dio un pronto y decidió cruzar toda España en diagonal, la vaciada, esa sin gran dificultad, pero también un sinfín de autopistas y vías de ferrocarril. Gracias al localizador que llevaba en un collar fue finalmente capturado en Santa Coloma de Cervellò. Si hubiera cruzado el Llobregat (el lince es un buen nadador) solo le habrían quedado 12 kilómetros para plantarse en la plaza de Catalunya.

Aquel suceso fue noticia durante varios días, porque era insólito, pero, sin pretenderlo, Litio puso una pregunta sobre la mesa. ¿Por qué no? ¿Por qué renunciar a la reintroducción del lince en el noreste peninsular?

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