Verano al rojo vivo

"Solo vemos desolación": los vecinos del Bages en las ruinas de la urbanización diezmada por el incendio

Manchados de azufre y cenizas, los más afectados recogen los pocos electrodomésticos que siguen en pie y tratan de conformarse con lo que les queda: "almenos estamos vivos"

Entre llantos y suspiros, los vecinos de la urbanización más afectada por el incendio del Bages regresan a sus casas para evaluar los efectos del fuego

Elisenda Colell

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"Solo me quedan unos gayumbos, los tejanos y un jersey. Es lo único que tengo", dice derrumbado Jordi Vilalta, vecino de la urbanización River Park, en el municipio de El Pont de Vilomara y Rocafort (Bages). Su casa está completamente destruida. El techo está hundido. Las vigas de hierro, deformadas por el calor. Las paredes, trinchadas. Cenizas por todas partes. Vilalta lleva dos días durmiendo en un coche y ahora le han prestado una furgoneta. "Estoy desolado", admite el hombre, en pleno estado de shock. Como él, los vecinos de la urbanización más afectada del incendio del Bages han podido hoy regresar a sus casas y digerir los desperfectos que ha dejado la lengua de fuego. "Al menos estamos vivos", se resignan algunos.

Para llegar hasta esta urbanización hay que subir una colina por la carretera. Las llamas, hasta el lunes, hacían imposible alcanzarla. Esta mañana, en cuanto se abrieron los accesos, había que tragar saliva antes de emprender la ruta. El verde de los pinos ya es historia, la foto quemada de un paisaje completamente gris. Solo quedan polvo y troncos chamuscados. Arriba, la panorámica resulta desoladora. Hay cadáveres de animales domésticos y en el asfalto quedan impregnadas las huellas de sus últimos pasos. Las paredes de las casas se han teñido de negro. Muchos techos han cedido. La mayoría de los electrodomésticos están derretidos. Vecinos manchados de azufre resoplan y no dan crédito.

16 años de vida y tres perros

Jordi Vilalta recorre incrédulo lo que antes era su casa. "No tengo nada", repite con los ojos como platos. "Ayer ya me dijeron que mi casa estaba destruida, pero no me lo quería creer.... Estoy en 'shock', esto es brutal", sigue. El hombre hace 16 años que vive en River Park con sus tres perros. "Estaba muy contento y orgulloso de mi casa con jardín. Ahora no queda absolutamente nada", comenta resignado. No tiene ropa. Solo la puesta. "Las dos últimas noches dormí en mi coche con mis tres perros: tengo la espalda destrozada, pasé un calor terrible", explica este hombre que declinó dormir en el pabellón municipal habilitado por la Cruz Roja.

Vecinos del Bages en sus casas quemadas tras el incendio

Vecinos del Bages en sus casas quemadas tras el incendio / FERRAN NADEU

"Las fotos de las bodas de mi madre, el tren en miniatura que estaba construyendo... Nada nada, se ha perdido todo", sigue hipnotizado por el desastre. El baño está hecho añicos. No se ve ni la bañera. Unos vecinos le han dejado una furgoneta habilitada para pasará las próximas noches. "Espero que nos den una indemnización por esto, tendremos que sobrevivir como sea", suplica. "Me tocará ir a pedir ropa a la Cruz Roja, que me olvidé de decírselo, es que yo solo pensaba en venir aquí. Y ahora, no puedo pensar en nada más", dice Vilalta visiblemente desubicado.

"¿Qué quieres que te diga? Estoy destrozado. Pero al menos, estamos vivos", comenta David Enríquez, un vecino, que no podrá volver a su casa en mucho tiempo. Llegó a River Park también hace 16 años, cuando se compró una bonita casa de dos pisos, con jardín, piscina y garaje. Hoy temblaba solo en pensar que su gata podría estar muerta. No fue así. Pero su casa sí. Las ventanas están destrozadas. La nevera, derretida. Las paredes se han teñido de negro y lo que antes era una cocina, un baño y un comedor, ahora parece un gran vertedero. Sin camiseta y envuelto en sudor, no deja de hacer viajes. "No sé si podré volver a vivir aquí, pero al menos me llevo la tele y los pocos electrodomésticos que han aguantado para que no me los roben", explica. El resto de su casa ya es pasado. Incluida la piscina y la depuradora del agua, completamente calcinada. Ahora vuelve a casa de los padres, en Rubí.

Más escombros

Manuel Aragón se pasea enfrente de una casa que ha desaparecido. No queda nada. Escombros y cenizas. "He venido a hacer fotos porque los dueños no se atreven a venir, no tienen ánimos. Están con los psicólogos... destrozados. Pero me han pedido si les puedo mandar unas fotos de cómo ha quedado", sigue el hombre. Hay decenas de animales fallecidos. En la misma calle, en frente, otra vivienda arrasada. Además, hay una furgoneta "valorada en 70.000 euros" completamente quemada. "Los propietarios están destrozados", explica otro vecino, Eloi Barquín, que ve en pie parte de su vivienda.

Vecinos del Bages en sus casas quemadas tras el incendio

Vecinos del Bages en sus casas quemadas tras el incendio / FERRAN NADEU

"Mi casa no se ha quemado porque yo, en invierno, me salté las normativas y me puse a cortar pinos", cuenta. El inmueble está conectado con un solar deshabitado. "Estaba lleno de árboles. Hace un año pedí que lo limpiaran y seis meses después, como no hacían nada, me puse con mis amigos a cortar los pinos. Por eso mi casa ha aguantado", sigue. Y pronostica que seguirá con esta limpieza pensando en los próximos veranos. Desde el balcón de su casa se ve todo el Parc Natural de Sant Llorenç del Munt i L'Obac. El Montcau, Montserrat, y todo el monte incendiado. En las baldosas se adivinan unos pasos de un perro. "Cuando hemos llegado nos hemos encontrado al animal muerto", sigue. Idéntica suerte que su pato y sus gallinas. "Nuestra calle es la más afectada: tardaré en volver a dormir tranquilo".

Solidaridad y consuelo

Aragón, como todos, se aferra a lo positivo. "En momentos así ves cómo los vecinos y los amigos te ayudan con lo que pueden", explica. Se hace evidente al visitar la casa de la familia Picó. "Muchas gracias, pero ¿qué queréis que os diga?, aquí ya no hay nada que hacer, no queda nada", dice el padre, Jose. Son vecinos de Barberà del Vallès, hacía más de 30 años que construyeron una segunda residencia en la urbanización. Ahora está completamente destruida. Los Picó montan un aperitivo entre las ruinas ompregnadas de ceniza. "Son muchos recuerdos los que hemos pasado aquí", cuenta la madre, Luisa, 66 años. La hija trata de sacar de la vivienda los microondas, lo único que ha sobrevivido entre los rescoldos

En la misma calle, Joaquima Ferrer recorta las ramas de varios arbustos en su jardín. Está bañada en ceniza. "He subido llorando, hace más de 20 años que estoy en River Park", explica desolada. "Las persianas se han fundido, teníamos una casita de madera que se ha quemado entera, el toldo de la piscina, los cristales están rotos... Me fue de un pelo que no me quemara yo también", cuenta la mujer, que le pilló las llamas sola en casa. En el asfalto siguen impregnados en el suelo los últimos pasos que dio el perro que murió en casa de Barquín. "Podríamos ser nosotros", sigue.

Vecinos del Bages en sus casas quemadas tras el incendio

Vecinos del Bages en sus casas quemadas tras el incendio / FERRAN NADEU

Son decenas los vecinos que reresan compungidos a casa. Pero también hay algunos que salen de ellas por primera vez. Es el caso de Xavier Caldes, que decidió confinarse en su casa en vez de huir, como sí hicieron su mujer y sus hijos. "Ha sido como vivir en el infierno", cuenta el hombre. Decidió quedarse porque no quería perder su casa. "Si llego a saber lo que pasaría quizá no me hubiera quedado. ¡Claro que pasé miedo!", asegura. Pero al fin, su vivienda está prácticamente intacta. "No vi ni una manguera, los bomberos lo dejaron quemar todo. Si yo no hubiera estado aquí, remojando la casa con el agua de la piscina, no tendría casa", suspira.

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