INFANCIA Y ADOLESCENCIA
Solo se denuncia uno de cada diez casos de violencia filio-parental: "Los padres son los últimos en darse cuenta"
Los expertos recomiendan acudir al pediatra y consultar con los servicios de salud mental
Que tu hijo te aterrorice en tu propia casa. Tener miedo de volver a pisar tu hogar al volver de trabajar. Evitar pasar por tu domicilio. Que él o ella tenga el control total de la situación, e incluso emplee la violencia contra ti en una pesadilla continuada en el tiempo. Es lo que se conoce como violencia Filio-Parental, es decir, la que se da de hijos hacia sus padres o quienes están en su lugar. Es más común de lo que parece, y es el motivo por el cual este jueves se inauguró un congreso nacional dedicado a analizar esta realidad en el Centre Cultural La Nau, de Valencia, con la participación de más de 200 expertos en la materia.
Alfredo Abadías es presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Violencia Filio-Parental (Sevifip), una de las organizadoras de este congreso. Remarca que "solo uno de cada diez casos se denuncian y se judicializan. Y esos son los de extrema gravedad, lo que significa que la gran mayoría se queda en las consultas de los psicólogos o ni eso, directamente en las propias familias", cuenta.
Estas situaciones "suelen ser creadas por pautas de crianza erróneas. Algunas por un estilo duro o autoritario, otras al contrario, por ser demasiado laxos o erráticos". Para empezar a darse cuenta de esta realidad, que se cocina a fuego lento con el tiempo, es importante fijarse en situaciones como "que el niño se niega a ir a comer, o da patadas en la puerta, tira cosas, rompe objetos y en general no atiende a razones". Ese es el punto en el que, considera Abadías, los padres deberían empezar a actuar.
Según un estudio de la fundación Amigó los casos de violencia Filio-Parental aumentaron en la Comunitat Valenciana se situaron en los 837 en el año 2019, frente a los 832 registrados en el año anterior. En el ámbito nacional se situaron en 5.055 los procedimientos en toda España, frente a los 4.833 en el año anterior. Por provincias se dieron 490 en Valencia, 271 en Alicante y 76 en Castelló.
"Solo uno de cada diez casos se denuncian y se judicializan.La gran mayoría se queda en terapia o dentro de las familias", dice Abadías
No es necesario llegar, en la mayoría de los casos, al extremo de la denuncia. "Es recomendable acudir al pediatra y que este le derive a los servicios de salud mental", pero el problema llega, añade, cuando las familias acaban en la cola de la Seguridad Social. "Los servicios de salud mental públicos son muy insuficientes, y al final lo que provoca esto es que solo las familias que se lo pueden permitir acaban en la consulta privada, donde les atienden muy rápido", explica.
El presidente de honor de Sevifip, Roberto Pereira cuenta que este tipo de violencia intrafamiliar "irrumpió de forma brusca en los primeros años del siglo XXI". Asegura ahora que los principales retos son homogeneizar los recursos entre las autonomías ya que "hay unas que tienen muchos y otras muy pocos" y trabajar tanto con agresores como con la familia, ya que muchos de ellos son menores y van a tener que volver a casa tras la intervención.
Casos extremos
Abadías es claro en los casos en que se llega a la violencia física. "Sé que es fácil, pero tenemos una justicia que actúa rápidamente y es eficiente, en esos casos no hay que dudar en denunciar. La ley interviene y funciona perfectamente", explica. A pesar de todo, el experto remarca que "los padres siempre son los últimos en darse cuenta del problema. Cuando lo hacen ya es muy grave", remarca.
"La violencia filioparental está creciendo". Abadías no cree que los últimos datos (de la pandemia, año 2020) sean representativos ya que "muchos padres se quedaron encerrados con los hijos que les tenían aterrorizados durante el confinamiento, y no solo no se atrevían a denunciarlos sino que tenían que mantenerlos", apunta. Por eso explica la bajada de los datos que se dio ese año, por situaciones de violencia que nunca salieron de la casa.
Todo puede empezar, como explica el experto, cuestionando la figura de autoridad que son los padres. "Cuando empieza a dar puñetazos a las puertas o romper cosas ya es muy preocupante, porque eso significa que ni siquiera respeta lo que hay bajo su techo", cuenta. "Lo siguiente es la patada y el empujón".
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