La simulación clínica mejora la seguridad de los pacientes
Esta especialidad es cada vez más demandada en los entornos médicos, tanto académicos como laborales
Poder analizar y aprender de los errores es una gran fuente de aprendizaje para los expertos sanitarios
Los profesionales de la salud tienen una preparación larga y profunda para ejercer su profesión, pero no están libres de cometer errores de manera involuntaria. Actualmente, los dispositivos de salud son complejos. La tecnología es cada vez más sofisticada y se encuentra en un estado de evolución permanente, y en la mayoría de casos se requiere la actuación de un gran número de personas en el transcurso de un mismo proceso clínico. Por ejemplo, se ha calculado que en un paciente que se somete a una operación quirúrgica intervienen, en algún momento de su proceso, más de 23 personas. Aunque si se trata de una operación o enfermedad compleja, este número puede multiplicarse hasta más de cuatro veces. Y, finalmente, el resultado sobre el paciente será el fruto de la coordinación y calidad de todas estas personas dentro de los equipos.
‘Learning by doing’
Las actuaciones de los profesionales sanitarios, especialmente las de los médicos, se apoyan en evidencias demostradas científicamente y en consensos de expertos, lo que contribuye a aumentar la seguridad y la mejora de los resultados. Estas evidencias y consensos ayudan a saber qué hacer en cada situación, pero este conocimiento debe adquirirse a través de la práctica. Clásicamente, este aprendizaje de la acción se ha realizado en el contexto clínico sobre la misma actuación del paciente, tutelada por profesionales ya experimentados y, posteriormente, en el ejercicio profesional por el análisis de las propias acciones, incluidas las equivocaciones. Este es un proceso largo en el tiempo, a diferencia de la provisión de seguridad de cada paciente, que debe ser inmediata y en cualquier proceso.
Seguridad del paciente
Una piedra angular de esta disciplina es la mejora continua de la actuación profesional basada en el aprendizaje a partir de los errores y eventos adversos. El análisis de los errores y sus causas -haya producido o no daño al paciente- es la clave, pero para ello deben conocerse dichos errores y esto depende de que los profesionales lo comuniquen, sin miedo a las consecuencias legales y laborales. Nace así la cultura de seguridad en las instituciones sanitarias, basada en una estrategia de detección y comunicación tanto voluntaria como anónima del error interpretada sin culpar al profesional, reconociendo los factores del sistema que lo han facilitado y aplicando las medidas de prevención adecuadas.
La organización de una estrategia que procure la seguridad del paciente precisa de formación específica y, por tanto, las instituciones deben contar con personal experto en esta disciplina y en su aplicación. Actualmente, existen algunos programas de capacitación de expertos en seguridad del paciente, como másteres universitarios, algunos con contenido práctico, que proporcionan las competencias necesarias. Un buen ejemplo es el Máster en Seguridad del Paciente y Gestión del Riesgo Sanitario de UManresa (UVic-UCC) e ISDE, diseñado para cubrir la necesidad creciente de capacitación de expertos en seguridad del paciente y para dar respuesta a las progresivas demandas del colectivo sanitario en el seno de las instituciones de salud. Quizá en el futuro esta disciplina se instaure como una especialidad sanitaria.
Aprender del error
La formación de los profesionales es también imprescindible, no solo de los que están en activo, sino también de los futuros profesionales. La seguridad del paciente debe estar implicada en todos los procedimientos que se enseña al estudiantado de Ciencias de la Salud y a los especialistas en formación. Y es que, para lograr una educación efectiva, además del concepto, hay que darles hábito en la acción. La simulación clínica -cuya disruptiva metodología se usa en el Máster en Seguridad del Paciente y Gestión del Riesgo Sanitario- permite que el participante actúe en un entorno simulado como si lo estuviera haciendo sobre un paciente, pero sin que comporte riesgos para el paciente, algo que ha evidenciado que es la metodología más potente y eficaz para conseguirlo. La simulación permite el error y su análisis individual y grupal para prevenirlo, de hecho, se considera un aprendizaje a través del error. Los expertos deben incluir esta metodología formativa para avanzar en seguridad del paciente.
En esta misma línea, dos conceptos nuevos sobre seguridad del paciente se están implantando en los últimos años gracias al continuo trabajo de mejora e investigación de los especialistas en este sector. Uno de ellos es que, dado que el error es mucho menos frecuente que las actuaciones correctas en medicina, y en la vida en general, no solo debemos aprender de él, sino también del análisis de los factores que determinan que un proceso sea exitoso. El segundo concepto es que debe implicarse a los pacientes en la estrategia de seguridad porque pueden ayudar comunicando errores que han sufrido, aunque sean de consecuencias leves.
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