Resistencia a los ‘smartphones’
Vade retro, iPhone: los móviles 'vintage' renacen con las ansias de desconexión
Agobiados por la dependencia a las pantallas, algunos usuarios optan por deshacerse de sus teléfonos inteligentes y volver a dispositivos mucho más rudimentarios
Carles Planas Bou
Periodista
Periodista tecnológico entre el mundo digital y la política internacional. Centrado en capitalismo de plataformas, IA, vigilancia y derechos digitales. Excorresponsal en Berlín durante más de cuatro años, cubrió los gobiernos de Merkel, la crisis de los refugiados y el auge de la extrema derecha. También ha trabajado en Europa Central y en Canadá. Graduado en Periodismo por la URL y máster en Relaciones Internacionales por la UAB. Ha colaborado con TV3, TVE, Deutsche Welle, Catalunya Ràdio, El Orden Mundial o El Salto.
“Nunca he tenido un ‘smartphone’”. Aunque parezca mentira, esa es una realidad posible. Es el caso de Marina Sáez, ilustradora de Barcelona. En su bolsillo no tiene un teléfono inteligente con chats, redes sociales, cámaras de última generación y pantalla táctil, sino un Nokia sencillo, ligero, compacto y en blanco y negro que las nuevas generaciones podrían confundir con un mando a distancia.
Su caso es una anomalía. “Al principio renuncié a ello como elección, pero ahora es cada vez más un acto de resistencia porque todo está hecho para que tengas uno”, explicó a EL PERIÓDICO. Desde que la irrupción del iPhone en el año 2007 transformase por completo el rumbo de la telefonía móvil, el mercado de los ‘smartphones’ no ha parado de crecer. Actualmente, unos 6.648 millones de personas tienen un teléfono inteligente, lo que supone casi un 84% de la población mundial. En los últimos cinco años el número de usuarios se ha disparado casi un 50%. Su proyección es seguir al alza.
Desconectar más
El constante acceso a la pantalla se ha convertido en una rutina irracional, un gesto automatizado que se ha impuesto tanto en nuestra vida personal como en nuestros trabajos. La conectividad perpetua acelerada por la llamada economía de la atención ha impulsado muchos cambios, pero también la preocupación de usuarios que quieren desconectar más de tanta distracción e invertir su tiempo en otras cosas. “Tenemos la tendencia a estar con la mente ocupada todo el rato con las cosas de fuera”, explica Marina.
Así, hay quien se resiste a ello y opta por regresar a dispositivos antiguos en los que no se puede hacer ‘scroll’ en Instagram, TikTok o Twitter, sino tan solo realizar llamadas o enviar SMS. “Cuando estás en una mesa cenando, la gente está todo el rato con el móvil contestando a otros mensajes (…) Yo también notaba ese movimiento instintivo de buscarlo cada dos por tres, esa ansiedad”, explicó Juan Carlos, de 31 años, a este diario.
Tendencia al alza
Esta tendencia, aún minoritaria, es difícil de cuantificar. Algunos informes señalan que la venta de dispositivos no inteligentes pasó de 400 millones de unidades en 2019 a 1.000 millones el año pasado. Por otro lado, en los dos últimos años las ventas de ‘smartphones’ han estado en sus números más bajos desde 2015, algo que puede deberse al impacto de la pandemia.
Además, en los países pobres o en vías de desarrollo la falta de acceso a los dispositivos inteligentes no es una opción, como sí sucede puntualmente otras naciones con mayor penetración. Aún así, una búsqueda rápida en Google Trends deja entrever que, en España, el interés por el término “móviles antiguos” ha ido fluctuando a lo largo de los últimos años, pero llegando a su pico a principios del pasado abril.
Más económico y seguro
Más allá de la desconexión, también hay quien regresa a los ‘teléfonos tontos’ porque son mucho más baratos –pueden costar entre 15 y 50 euros—, porque son más resistentes y durables o por su pasión por un diseño retro diferente al que impera a día de hoy, aunque ese último es más un interés de nicho.
Otro de los motivos que pueden llevar a los usuarios a regresar a los dispositivos clásicos es la seguridad. Y es que antes de que sucumbieran a la conexión ininterrumpida a internet, los móviles podían ser más resistentes a las infiltraciones. En febrero, Nokia aseguró que sus importaciones a Israel se habían disparado un 200% tras conocerse que la policía usó Pegasus para espiar las comunicaciones de todo tipo de ciudadanos. Los conocidos como ‘Burner Phone’, baratos y de prepago, son usados habitualmente por grupos criminales para evitar el rastreo de las autoridades.
Nokia y otros fabricantes que dominaron la telefonía móvil a principios de siglo no pueden competir con los gigantes de ahora -Apple, Samsung, Xiaomi y Huawei- ni en ventas ni en calidad. Pero los móviles no inteligentes sí pueden ofrecer una alternativa a un mundo tan hiperconectado.
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