Emergencia social

La inflación disparada recrudece la crisis del Banco de los Alimentos

La subida generalizada de los precios hace "imposible" poder atender a todas las familias necesitadas que acuden a buscar comida a las oenegés

Alerta sobre la vulnerabilidad de la sociedad española

Imagen de archivo de un banco de alimentos de Cruz Roja.

Imagen de archivo de un banco de alimentos de Cruz Roja. / El Periódico

Elisenda Colell

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El aumento disparado de la inflación, que ha hecho subir de forma desproporcionada los precios en los productos más esenciales, está actuanco como una tormenta perfecta en los distintos Bancos de Alimentos de Catalunya, que ya hace meses se balanceaban en un difícil equilibrio. Después de la pandemia, el número de hogares con necesidades para llenar la nevera sigue en peores niveles que la crisis financiera, pero las donaciones y aportaciones económicas para conseguir comida este 2022 no van al mismo ritmo. De hecho, el Govern prometió 5 millones de euros que, finalmente, no han sido entregados. "La demanda actual supera, de mucho, lo que podemos ofrecer", ha explicado el presidente del Banco de Alimentos de Barcelona, que tiene previsto volver a reducir, ahora un 12%, los alimentos que entrega a cada familia.

Las restricciones de la pandemia del coronavirus no tardaron en notarse en los bolsillos de las familias, luego en las neveras y finalmente en las colas de desesperación frente a oenegés para conseguir algo de comer. Esas despensas se nutren principalmente con las aportaciones del Banco de Alimentos o la Cruz Roja. En julio de 2020, los cuatro Bancos de Alimentos de Catalunya llegaron a una cifra récord de familias atendidas. El problema es que son muy pocas las que se han recuperado y han dejado de necesitar esta aportación de alimentos. Sin embargo, las ayudas para comprar y conseguir comida de los bancos llegan al 2022 estancadas. A finales de 2021, la entidad avanzaba a EL PERIÓDICO el riesgo de desabastecimiento, frente al retraso en el pago de subvenciones europeas. La inflación de los precios ha sido la estocada final.  

Sin aportaciones públicas

Parte de las aportaciones de alimentos se recogen del despilfarro alimentario que aportan los supermercados. Pero para cubrir toda la demanda de comida los bancos de alimentos deben recurrir a la compra de productos. Eso se hace con los donativos de empresas, particulares, socios, las campañas como el Gran Recapte o las aportaciones públicas. La postpandemia ha reducido considerablemente las subvenciones públicas. De hecho, este 2022 las ayudas europeas han llegado con varios meses de retraso. La Generalitat se comprometió a encontrar una forma alternativa de financiación de alrededor de 5 millones de euros. "No nos ha llegado nada, finalmente lo desestimaron y hemos aguantado como hemos podido", ha lamentado el presidente del Banco de Alimentos, Lluis Fatjó.

Paralelamente, el coste de los productos de alimentación ha ido a la alza .El aceite de girasol se ha incrementado un 145%, el arroz ha duplicado de precio, las conservas de carne, pescado y tomate han aumentado el 45%. "La lista es larga: la leche que es el producto que más cantidad distribuimos para atender a los niños, ha tenido un incremento del 12%", ha lamentado Fatjó esta mañana en rueda de prensa. Todo ello ha conllevado que el Banco se vuelva a plantear reducir la comida que da a las familias más vulnerables, para poder atender toda la demanda. "Reduciremos la aportación un 12%", ha sentenciado Fatjó.

Aumento del 20% de familias

Sin embargo la previsión es que en los próximos meses las familias necesitadas no hagan más que crecer. Un 20%, pronostica el Banco de Alimentos: primero por el aumento de los gastos, que hace imposible que las familias puedan afrontar todos los gastos, y luego por parte de las familias que están acogiendo ucranianos en casa pero no reciben ninguna aportación pública para hacer frente a los costes de su estancia.

"Las entidades estamos al límite, y hay algunas que tendrán que cerrar por no poder soportar estos sobrecostes", ha señalado Josep Manel Alejandre, secretario de la Asociación Gracia Participa. En enero de 2020, esta entidad abrió un Rebost Solidari que ofrece alimentos y productos básicos a las familias más necesitadas del barrio de Gràcia. Cuando empezaron atendían a 360 personas. Ahora ya son 4.000 vecinos al mes. Y no dan abasto. "Tenemos lista de espera de un mes y medio y hay 400 familias que hemos tenido que derivar a otras entidades sociales porque nosotros no les podemos atender", ha señalado Alejandre.

Entidades al límite

Alejandre ha insistido, además, que no es un problema de falta de voluntarios ni de espacio. "Meramente es que no podemos comprar ni conseguir toda la comida que necesitamos", ha insistido Alejandre. Lo curioso es que esta entidad atiende la familias derivadas por los Servicios Sociales municipales. "Nosotros creemos que quien deve proveer de los recursos para la alimentación deberían ser las administraciones con políticas públicas, no nosotros". Además, también ha insistido en que los productos alimentarios son tan necesarios como los de higiene íntima: por ejemplo las compresas, los jabones o los pañales. Unos productos que las entidades tienen que asumir por su cuenta propia.

Ante esta situación límite, el Banco de Alimentos ha iniciado una campaña de captación de donativos con la fundación La Caixa. Un proyecto que ya se inició el año pasado, y que está abierto a proporcionar fondos a las entidades existentes en toda España. La aportación del La Caixa es la misma que el año pasado, un millón de euros, de los cuales 640.000 se destinan a Catalunya. "Nuestra prioridad es la lucha contra la pobreza y la exclusión social", ha dicho Montserrat Buisán, directora de Programas Sociales de la Fundación La Caixa. La entidad bancaria ha recordado que gracias a sus aportaciones se sostienen programas para la atención de 20.000 menores en la exclusión social en Catalunya y acompañan a 40.000 personas en proyectos de inserción laboral.