La vida sin mascarilla

¿Qué es el síndrome de la cara vacía provocado por el fin de la mascarilla?

¿En qué interiores deberé seguir utilizando la mascarilla?

¿Tengo que ponerme la mascarilla en el trabajo?

Gente con y sin mascarilla, por la Rambla de Barcelona

Gente con y sin mascarilla, por la Rambla de Barcelona / JOAN CORTADELLAS

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El fin de la mascarilla es una gran noticia aunque no para todos. Los psicólogos avisan: muchos sentirán estrés y ansiedad al desprenderse de este trozo de tela que ya no será obligatorio en los exteriores desde este sábado. Vamos, que se sentirán como si de repente estuviesen desnudos.

Y así aparece una nueva patología: el síndrome de la cara vacía, un malestar que provoca, según el psicólogo José Antonio Galiani, “un conjunto de síntomas mentales y emocionales que nos ocasiona, por un lado, el quitarnos la mascarilla, debido a la sensación de vulnerabilidad a la enfermedad que podemos sentir y, por otro lado, el malestar que nos genera el ver a otras personas sin mascarilla”.

El síndrome de la cara vacía es el estrés o la angustia que sufren las personas al estar sin la mascarilla después de más de un año de pandemia del coronavirus. Recuperar el contacto sin mascarilla con la gente puede provocar una gran ansiedad.

Llevar la cara tapada durante tanto tiempo ha afectado a las interacciones sociales, y provocado problemas emocionales. Pero como cada persona es un mundo, las reacciones ante, por ejemplo, esta retirada de la mascarilla serán muy distintas y dependeran de muchos factores, sobre todo de la personalidad.

En el síndrome de cara vacía, hay un perfil de individuos cuyas reacciones pueden tener cierto peligro, los que son muy cautos a la hora de exponerse, avisan en 'Websalud'.

“Son personas que experimentan mucho malestar emocional, pueden ser altamente reactivas y desencadenar un conflicto o una agresión”, ha explicado el psicólogo Galiani. Para ellos las conductas que no cumplen las normas (como no llevar la mascarilla) hacen que se irriten o se sientan mal porque ellos sí las cumplen, aunque a partir de este sábado ya no sea obligatorio llevar la mascarilla en exteriores.

Galiani ha recordado que llevar la cara tapada “nos oculta una parte importante de los signos que nos ayudan a distinguir las emociones que siente la persona que nos habla”. Llevar mascarilla interfiere en estas emociones de alegría o tristeza. Empatizar con otras personas mitigando su dolor o uniéndose a su euforia con besos y abrazos ahora está prohibido. La mezcla de ambas situaciones da lugar al síndrome de cara vacía, que puede desembocar, como ya advirtieron los expertos, en una pandemia de salud mental.