Micromachismos: Qué son y ejemplos

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Una mujer sostiene una pancarta durante una manifestación feminista convocada por Galegas8M en Vigo el 8 de marzo pasado.

Una mujer sostiene una pancarta durante una manifestación feminista convocada por Galegas8M en Vigo el 8 de marzo pasado. / Europa Press

Vega S. Sánchez

Vega S. Sánchez

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Al hablar de machismo o discriminación sexista se suele pensar en hechos o sucesos incuestionables, como la violencia machista, el techo de cristal laboral o la desigualdad económica.

Pero a diario las mujeres tienen que afrontar situaciones discriminatorias no tan evidentes y apenas perceptibles no solo por ellas, sino también por cualquiera aun siendo sensible al tema del feminismo.

También las mujeres

Se trata de pequeñas discriminaciones diarias que se conocen con el nombre de micromachismos y que se cuelan en los quehaceres diarios no solo de los hombres, sino de las mujeres también.

Actos como dirigirse a un hombre si este va acompañado de una mujer a un taller a arreglar un coche o a ella si se trata del cuidado de un menor o una persona mayor. O en el caso de estar en un supermercado o cuando en un bar una pareja mixta pide una cerveza y un refresco sin alcohol: lo habitual es que el refresco o el agua lo sitúen delante de la mujer y la cerveza o la bebida alcohólica, delante del hombre.

Paso previo

El término fue acuñado en 1991 por el psicólogo Luis Bonino Méndez, que lo considera la antesala de las demás formas de violencia de género o misoginia: maltrato psicológico, simbólico, emocional, físico, sexual y económico. Además, son prácticas legitimadas por el entorno cultural y social, lo que contrasta con el resto de formas de violencia machista denunciadas y condenadas habitualmente.

El propio Bonino hizo una clasificación de estos comportamientos en cuatro categorías: los micromachismos utilitarios, los coercitivos o directos, los encubiertos o indirectos, y los micromachismos de crisis.

Micromachismo utilitario

El hombre aprovecha las supuestas cualidades de la mujer para que haga las labores del hogar o cuide a niños y/o ancianos o personas dependientes. También para que organice todo lo relacionado con la casa (compra, orden y limpieza...) o con los niños y/o esas personas dependientes. Obviamente, la excusa es que ella lo hace mejor o ella sabe mejor qué hay que hacer. En este tipo de micromachismo encontramos las expresiones de "te ayudo a poner la mesa" (dicha por un hombre) o "ayúdame a poner la lavadora, o a tender la ropa o a hacer la comida" que a menudo dicen las mujeres.

Micromachismo coercitivo o directo

Menos 'blanco' que el anterior, utiliza el chantaje psicológico o las ventajas que tiene para un hombre ser hombre para coaccionar a una mujer. Es, por ejemplo, el caso de una pareja heterosexual en la que el hombre gana más que ella -y, por tanto, si hay que cogerse una reducción de la jornada por algún motivo siempre es ella la que lo tiene que hacer-, o tiene más fuerza -por lo que intimida a la mujer con sus demostraciones de fuerza disfrazándola de protección y amedrentándola-. También en el terreno laboral, el salir a cenar con compañeros en viajes de negocios -algo que se da por hecho que hacen los hombres, pero que pocas mujeres pueden hacer por sus 'obligaciones familiares'-.

Micromachismo encubierto

Son situaciones machistas muy sutiles en las que el jefe, por ejemplo, destaca la belleza exterior de una trabajadora suya y, en el caso del hombre, destaca la firmeza de su voz o sus opiniones. Son conductas paternalistas que provocan confusión en la mujer, puesto que es un halago o piropo, pero supone una manipulación emocional que, en realidad, desautoriza a la mujer y la hace parecer menos válida que su compañero. Aunque, eso sí, más guapa que él. Aquí se incluye el 'manspreading' (despatarramiento o despatarre masculino), que es la práctica de algunos hombres de sentarse con las piernas abiertas en el transporte público, ocupando con ello el espacio de más de un asiento.

Micromachismos de crisis

En el caso de que una mujer adquiera más poder (laboral, social, etcétera) el hombre 'pierde su hombría' mal entendida e intenta convertirse en víctima ("ya no me haces caso", "siempre estás trabajando", "descuidas a tu familia") o controlarla. También se da disfrazado de falso apoyo y de control excesivo por temor a quedar en un segundo plano ("nunca tienes tiempo para mí").

Datos preocupantes de la juventud

El problema es que, aunque se ha avanzado en todo el mundo y los micromachismos cada vez son menos o más denunciables, los datos señalan que las nuevas generaciones no son tan igualitarias como creemos. Según el Barómetro Juventud y Género de la FAD, 1 de cada 5 jóvenes varones (20,9%) creen que las violencia de género no existe y que es un invento ideológico. Asimismo, 7 de cada 10 mujeres considera que las desigualdades son elevadas en España, pero solo 4 de cada 10 hombres lo ven así también.