Sector económico castigado

El ocio nocturno reabrirá en Catalunya con llenos y problemas de personal

Discotecas y bares se preparan para recuperar la actividad, con la única restricción de las mascarillas dentro de los locales, tras haber perdido a miles de profesionales que han buscado otros empleos

Ramon Mas prepara la botellería en la discoteca Wolf, un día antes de la reapertura.

Ramon Mas prepara la botellería en la discoteca Wolf, un día antes de la reapertura. / Laura Guerrero

Patricia Castán

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La oficina de Nightman Control de Accesos de Barcelona, en pleno trajín tras semanas como un desierto, simbolizaba este miércoles a la perfección la inminente resurrección del ocio nocturno. No hay local que no cuente con vigilantes de seguridad o controladores de entrada, así que Juan Montero daba de alta a destajo a cientos de profesionales que la noche del jueves tendrán especial protagonismo en la reapertura de la actividad. Tendrán nuevos retos: ya no hay pasaporte sanitario, ni mascarillas en la calle, pero convendrá asegurarse de que todo el que entre en una discoteca o bar musical lleve consigo ese filtro en la cara --obligatorio en el interior-- que recordará que la pandemia no ha acabado.

Ese será el único requisito, después de que se recuperen el aforo al 100% y el horario completo. Las distintas patronales, hastiadas, reclaman no volver a ser criminalizadas. Que se activen medidas que impidan nuevos cierres, como en otras comunidades autónomas (Fecasarm), así como un plan de choque para recuperar la competitividad (Fecalon).

La pesadilla del sector desde la pandemia suma 569 días de cierre local y 135 de apertura con severas limitaciones. Un drama que, además de la afectación económica para trabajadores y empresarios, tiene como primera secuela grave una pérdida masiva de profesionales, trasvasados masivamente a otros sectores menos castigados. Robert Massanet, director de la célebre sala Sutton (calle de Tuset) hace malabarismos estos días para recomponer una plantilla diezmada por la crisis sanitaria. "Hemos querido recuperar al 100% de nuestros trabajadores en ERTE, pero no ha sido posible porque muchos han buscado trabajos de día más estable, que les permitan la independencia o pagar sus estudios", relata. Por no hablar del personal externo, como de seguridad. Necesitan de 15 a 18 personas, pero muchas serán caras nuevas. "Es muy complicado para locales con alto nivel de experiencia, cuesta mucho encontrar personal capacitado, y supondrá tener rotación de gente", hasta estabilizar nuevos equipos, resume.

Reserva anticipada

En la sala Wolf, en la calle de Almogàvers, Ramon Mas ultima los detalles finales. Pondrá en circulación los 25.000 euros invertidos en alcohol para la campaña navideña, almacenado desde diciembre. "Estaré un mes sin comprar", calcula, tras un enero muy duro de pagos y sin ingresos. El también presidente del Gremi d'Empresaris de Discoteques de Barcelona avanza que la mayoría de negocios ya abrirán la noche del jueves, aunque prevén que sea un rodaje de cara al viernes y sábado, cuando según sus datos entre un 80 y 90% de las entradas se habrán reservado con antelación, lo que permitirá planificar recursos. Pero alerta de esa fuga de profesionales que está complicando la vuelta a la actividad en toda Catalunya. "Los equipos humanos están muy afectados, tenemos que hacer contrataciones nuevas", detalla.

Algunos han vuelto a contrarreloj, como Juan Bravo, un puntal de la noche barcelonesa que durante años llevó la animación de grandes discotecas y que con el cierre de la actividad cambió radicalmente de vida. Tras año y medio rehabilitando iglesias y casas históricas (su profesión real), regresa a la vocación y la noche. Gestionará pronto una nueva sala en la ciudad, y prepara la producción de fiestas del Row, que ya ha vendido todas las entradas para su próxima cita, en unos días.

Los noctámbulos esperan ese retorno con avidez. La marca de ratafía L'Hòstia incluso homenajeará al sector dando fiesta el viernes a todos sus empleados, para que salgan de noche sin reloj y "disfruten una buena farra".

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