Pederastia en la Iglesia

Siete exalumnos de La Salle revelan abusos del mismo profesor que violó a Palomas

El escritor ha formalizado su denuncia contra el hermano Jesús Linares, que estaba a cargo de la enfermería y siguió en contacto con menores del colegio hasta hace poco años

la salle

la salle / FERRAN NADEU

Guillem Sánchez

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El testimonio del escritor Alejandro Palomas ha removido el pasado del colegio de La Salle Premià de Mar (Maresme). Siete exalumnos de este centro, conmovidos tras escuchar las agresiones sexuales que sufrió Palomas, han querido solidarizarse con él y revelar que también padecieron abusos por parte del mismo profesor, el hermano Jesús Linares. Los nuevos testimonios obtenidos en una investigación de EL PERIÓDICO han logrado que aflore cómo la institución religiosa encubrió a Linares, desde principios de los setenta y hasta casi la actualidad. Una historia que no consta en el libro 'Cent Anys de la Salle Premià de Mar' que escribió el propio Linares, un miembro destacado de la comunidad. Palomas ya ha presentado una denuncia en un juzgado contra su antiguo profesor.

Pintada premonitoria

Intenso, ególatra, amigable, manipulador, fabulador, histriónico. Jesús Linares llegó a La Salle de Premià a finales de los sesenta. Como el resto de hermanos, residía dentro del edificio de tres plantas que la orden religiosa, de matriz francesa, levantó a principios de siglo junto al mar. En el piso superior estaban las estancias de la comunidad y en los dos inferiores, las aulas de primero a octavo de EGB. Linares era profesor de Lengua y Literatura Castellana. También era el responsable de la enfermería y el impulsor del equipo de fútbol de la escuela. Enseguida corrió entre los alumnos el rumor de que Linares los tocaba de un modo extraño.

“Era un secreto a voces. Un día que me quedé a solas con él en el aula, me agarró por las mejillas y recuerdo que me eché a llorar, aterrado. Había oído demasiadas cosas y tuve miedo de que me hiciera a mí lo mismo que había escuchado”, recuerda el alumno J.E., que añade que junto a la escuela apareció en esa época una gran pintada en una pared que decía “Linares cerdo”. “Fue pasando de clase en clase enfurecido, intentando encontrar a su autor”. 

En el verano de 1973, el ejército montó una acampada en unos terrenos adyacentes al recinto de la escuela, era para acoger regatistas que participarían en una competición con la que colaboraba La Salle. “Yo ayudaba a los hermanos con esos preparativos”, recuerda otro exalumno, cuyas iniciales son J.S.. “Uno de los días, me quedé a solas con Linares en un vestuario. Me dijo que llevaba el pantalón mal abrochado y me pidió que me acercara: se sentó, me puso frente a él, me dio la vuelta, me desabrochó el pantalón y comenzó a manosearme los genitales por dentro de los calzoncillos. Creo que oyó algún ruido porque se detuvo en seco al cabo de un rato. Me subió los pantalones, me los abrochó y me dijo que ya podíamos marcharnos”. El episodio se convirtió en un recuerdo muy incómodo para J.E., que entonces tenía 8 años y que acudió a su madre pero la mujer optó por no hacer nada. “Por miedo a represalias”, explica. 

La denuncia de la familia de Alejandro Palomas

Durante los cursos 75-76 y 76-77, Linares acorraló reiteradamente a Alejandro Palomas. Según la denuncia del escritor al juzgado del partido judicial de Premià de Mar, el profesor abusó de él cuando tenía entre 8 y 10 años e incluso lo violó durante una noche interminable en una casa de colonias. El escrito asegura que su familia acudió al colegio a presentar una queja formal por estos hechos y que la dirección respondió que lo arreglaría pero, a cambio, de encargarse de que no volviera a tocar a su hijo, solicitó “discreción”, subraya. 

Nuevos testimonios de los abusos del mismo profesor de La Salle Premià de Mar que violó a Alejandro Palomas

Nuevos testimonios de los abusos del mismo profesor de La Salle Premià de Mar que violó a Alejandro Palomas. /

Según dos exalumnos, V.A. y J.T., que no sufrieron abusos pero estuvieron escolarizados en esa época, Linares desapareció del colegio, supuestamente para estudiar, un año después de la denuncia de los padres de Palomas. Aseguran que no ejerció de docente en el curso 79-80. Linares volvió para retomar sus clases de Castellano, el control de la enfermería y la coordinación del equipo de La Salle uno o dos años más tarde. "Cuando regresó teníamos que preguntarle cómo le habían ido las notas y él, alisándose el pelo, respondía: 'todo sobresalientes'", recuerdan. Sin embargo, Linares, como autor del libro 'Cent Anys. La Salle Premià de Mar', omitió esta ausencia. Y, en sentido contrario, escribió –refiriéndose a sí mismo con la tercera persona– que "el hermano Linares" dejó la escuela en el curso 82-83, para "estudiar" en Madrid, "tras 14 años" en el centro . Y detalló asimismo que regresó un año después, en el 83-84, para asumir “la dirección” del colegio. 

Castigos arbitrarios

Esta investigación ha contactado también con dos alumnos, D.A. y J.P., que afirman haber sufrido abusos por parte de Linares que sitúan en los cursos 81-82 y 83-84 siguiendo la misma estrategia: castigándolos de forma arbitraria. "A un compañero y a mí nos condujo hasta su aula, de quinto B. Nos sentó en dos pupitres paralelos y se colocó detrás de mí. Me sujetó fuerte con una mano por el hombro y así estuvo haciendo movimientos extraños. Cuando terminó, nos dijo que nos fuéramos. Mi compañero, que había podido qué había hecho Linares mientras me sujetaba, me preguntó muy asustado si estaba bien. Ahora sé que lo que pasó fue que se masturbó por dentro del pantalón". 

"A mí me castigó varias veces obligándome a venir los sábados a copiar 200 veces frases como 'no hablaré más en clase' en la pizarra”, explica D.A.. "El colegio estaba cerrado y siempre me dejaba en un aula vacía, escribiendo. Recuerdo que pensaba que jamás iba a terminar de copiar aquella frase. Linares aparecía de vez en cuando: al principio muy enfadado, tanto que me asustaba, y después, más relajado", describe. "Al final se sentaba y me decía 'ven aquí'. Me sentaba en su regazo y me decía que se había visto obligado a castigarme. Después, se levantaba, se apoyaba contra la mesa del maestro y con las piernas abiertas me hacía ponerme entre estas y de espaldas a él y jugaba a hacerme cosquillas. Yo notaba el bulto de su erección contra mi espalda y él se metía la mano en el pantalón –de pinzas, o de pana sin apenas relieve– y creo que tenía el bolsillo agujereado para poder tocarse". 

Partida y regreso

Linares fue enviado por la orden a otro colegio “inesperadamente”, según escribe él mismo en el libro del centenario, en 1986. De esta época consta otro episodio de tocamientos el último día del curso, durante la celebración del festival. Es de una alumna –las chicas acababan de incorporarse al colegio, hasta entonces exclusivamente de varones–. "Tenía la pierna escayolada y Linares me ayudó a subir al coche. Mientras mi padre estaba dando la vuelta, aprovechó para manosearme el culo. Me provocó una sensación muy desagradable, que todavía no he conseguido olvidar”. 

Linares regresó a Premià de Mar en el curso 2003-04. Nombrado superior de la comunidad de hermanos y con más de 70 años de edad, siguió en contacto con alumnos a pesar de que ya solo quedaban 4 hermanos en el claustro de profesores. Recuperó el vínculo con el equipo de fútbol y se hizo cargo de la enfermería. Este diario ha contactado con dos exalumnas, S. y I.C., que lo sufrieron en el despacho en el que jugaba a ser médico. "Nos ponía el termómetro con cualquier excusa, aunque nos doliera la mano, y aprovechaba ese contacto para tocarnos las tetas. O quería que nos sentáramos en su regazo y creo que casi siempre tenía una erección. Es algo que con mis amigas hemos recordado siempre", explica I.C.. A la otra alumna, S., Linares le metía golosinas por dentro de los pantalones cuando tenía 5 años. La situación, aunque ella no sabe si debe ser calificada de abuso, la incomodó lo bastante como para contarla en casa y su madre le pidió que evitara volver a enfermería.

En el curso 2004-05, una secretaria del colegio elevó al director del centro una queja que alumnos de la ESO le habían hecho llegar sobre Linares: "se animaba mucho en la enfermería". Aquel aviso de la empleada, siempre según su relato, la enfrentó duramente con Linares y también con otro profesor del centro. Este segundo hermano incluso a agredirla físicamente. En verano del 2005, La Salle cambió de director y la secretaria, semanas después de la supuesta agresión, fue despedida. 

Una portavoz de La Salle ha negado que la dirección tenga constancia de represalias contra una trabajadora que denunciara la pederastia de Linares en 2005. También niega que llegaran al colegio quejas por parte de ninguna familia –ni siquiera de los padres de Alejandro Palomas–. La misma portavoz ruega a los afectados que se pongan en contacto con la institución para que esta pueda "reparar" el daño que pueda haberles causado.

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