La evolución de la pandemia

Los geriátricos azotados por el covid buscan con urgencia personal para atender a los abuelos

Comida helada, ancianos encamados un día entero o dificultad para llevarlos al lavabo, algunos daños colaterales que denuncian los sindicatos

Una anciana en una residencia geriátrica, en Barcelona.

Una anciana en una residencia geriátrica, en Barcelona. / periodico

Elisenda Colell

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La nueva variante del coronavirus ya ha infectando la mayoría de lo geriátricos catalanes. Según los datos de la Generalitat, el pasado lunes más del 70% de los centros residenciales de gente mayor tenían un brote. Y en uno de cada tres, las infecciones campan de forma descontrolada. Gracias a la vacunación, el virus no está causando los estragos de los inicios de la pandemia, la mortalidad se ha reducido de forma muy significativa. Y además los centros tienen material de protección. El problema, ahora, es la falta de personal. Especialmente ante el enorme número de bajas por los contagios y la incapacidad de cubrirlos. "Nos faltan manos y los profesionales están hartos", claman los sindicatos, que denuncian que, al fin, quien está sufriendo esta falta de personal son los ancianos.

A. trabaja en una residencia de Catalunya y habla con EL PERIÓDICO pero prefiere mantener el anonimato por miedo a represalias por parte de los propietarios del geriátrico. El centro está calificado como rojo, es decir, que se ha registrado un brote de coronavirus que aún está fuera de control, en fase de expansión. Esta trabajadora explica que cerca de la mitad de la plantilla está de baja, 20 empleados se han ido casa contagiados de coronavirus. "El problema es que no se encuentra personal sustituto", detalla.

Comida helada

La falta de plantilla impacta directamente en su trabajo. "Estamos sobrepasados y trabajando por debajo de la ratio: somos una trabajadora por cada 16 ancianos", explica A. "Y esto impacta directamente en la atención que reciben los abuelos", añade. ¿Por ejemplo? "No podemos llevarles al lavabo porque no nos da tiempo, no podemos hacer todos los cambios posturales a los que están encamados, y acabamos dándoles la comida fría porque no nos da tiempo a calentarla toda", cuenta. En un momento rompe a llorar. "Los abuelos nos lo dicen, que la comida está helada, pero es que no nos da tiempo a dársela toda, vamos corriendo... No tenemos tiempo a estar con tiempo, hablando con ellos, porque es que si no el resto no comen", añade. Especialmente ocurre en el caso de los ancianos que están confinados, lo que complica mucho más poder disponer de tiempo para darles de comer como ocurre en los comedores comunes y con toda la plantilla trabajando.

"Estamos sobrepasados y trabajando por debajo de la ratio: somos una trabajadora por cada 16 ancianos"

Un día en la cama

"También sabemos de centros que tienen que dejar a algunos abuelos en la cama todo el día porque no les da tiempo para levantarles a todos, en otras donde las trabajadoras de la limpieza acaban haciendo de auxiliares a pesar de no estar cualificadas para ello o empiezan a levantarlos a las seis de la mañana para llegar a todo", añade el delegado sindical de la UGT en la Catalunya Central y el Vallès, Juan Carlos Delgado. "No es que no se levanten los ancianos en toda la semana, es que cuando falta personal, quizá un día se levanta a unos y al día siguiente a otros", señala otra delegada de la UGT, Clara García.

Angustia y hartazgo

Todos ellos señalan la falta de personal de los centros pero, sobre todo, la angustia y sufrimiento de los empleados. "La plantilla está agotada, moral y psicológicamente. Llevamos dos años con el covid. ¿Tu sabes lo que es bañar a alguien con el epi, la mampara sudando? Está siendo horrible. Y la sobrecarga de trabajo empieza a ser inasumible", explica García. Delgado añade que, a parte de los empleados por baja debido al covid, hay más que lo están por depresiones. ¿Cómo te sientes al llegar a casa? ¿Te está afectando todo lo que veis en la residencia? A. vuelve a llorar. "Tengo ansiedad. Te sientes mal porque los abuelos no se merecen esto", solloza A.

El estrés se vive dentro, pero también fuera de la residencia. Ante la falta de personal para contratar, especialmente para las bajas de una semana por el coronavirus, algunos directivos de los centros piden un sobreesfuerzo a los empleados. "Hay personal doblando turnos, y tienen que aguantar llamadas durante su jornada de fiesta para pedirles que vengan a dar apoyo, o otros que están de baja por covid con llamadas diarias si ya dan negativo en los antígenos", apuntan fuentes de Comisiones Obreras.

Un jubilado junto a su cuidadora durante la mañana en la avenida Gaudí

Un jubilado junto a su cuidadora durante la mañana en la avenida Gaudí / JORDI COTRINA

En las últimas semanas, los protocolos se han relajado y los contactos estrechos de coronavirus deben seguir trabajando en las residencias si no tienen síntomas. Además los familiares de los geriátricos pueden visitar a los residentes, aunque estén confinados. "Esto nos da mas trabajo, porque perdemos mucho tiempo entre que les atendemos, les damos el EPI y se lo quitamos... No ayuda", insiste A. Ante esta realidad, algunos familiares ponen el grito en el cielo. "Nosotros no tenemos la culpa, hacemos lo que podemos e intentamos cuidar lo mejor que podemos: las comidas y las higienes se hacen", insiste García. "El problema es que por los bajos sueldos que cobramos, y la realidad que vivimos, la gente se va del sector en cuanto puede y nadie quiere trabajar aquí", señala la delegada de a UGT.

"Ha pasado la pandemia pero los trabajadores siguen explotados y abatidos. Llueve sobre mojado y el caldo de cultivo emocional es muy bestia. Antes del covid no se podía atender con criterios de dignidad y calidad. Ahora, estamos peor en el fondo", subrayan desde Comisiones.

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