En Guadalajara

El Tajo se ahoga y deja al aire un cementerio de coches y vacas muertas: "Es una ciénaga; nunca lo vi así"

Los arreglos en una presa habrían motivado el corte del caudal, que según los vecinos pierde más volumen cada año debido al trasvase Tajo-Segura

Una imagen del río Tajo.

Una imagen del río Tajo.

Roberto Bécares

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José Carlos volvía el martes con su padre desde Madrid de vuelta a su casa, a la urbanización El Soto, en Illana (Guadalajara), cuando al cruzar el río se quedaron "anonadados". "Nunca en la vida lo habíamos visto así, era apenas un metro de agua, no nos explicábamos cómo podía haber bajado así el caudal", decía ayer todavía sorprendido.  

El río al que se refiere no es un río cualquiera, sino el Tajo, el río más largo de la Península Ibérica y uno de los más importantes de Europa, que nace en la Sierra de Albarracín y desemboca en Lisboa. 

El martes, según las imágenes y vídeos que tomaron los vecinos, era, sin embargo, en algunos puntos, una especia de arroyo de aguas marrones y con lodazales en los márgenes del río. "Era como una ciénaga", coinciden varios vecinos de la zona. 

La abrupta bajada del caudal, que duró 24 horas, dejó a la vista los restos de hasta ocho coches, alguna vaca muerta, mesas metálicas y otros objetos. Una suerte de cementerio zombi que ya los vecinos barruntaban que podía existir. 

"Estamos ya acostumbrados dos veces al año a que haya bajadas, dicen que por el trasvase Tajo-Segura, pero no tanto como ahora. En alguna ocasión sí se veían las ruedas de algún coche; avisábamos para que lo retiraran pero nada", incide José Carlos.

La alarma saltó en los chats de WhatsApp de los vecinos de esta urbanización de casas bajas y chalés pegada al río, una de las tres -junto a Riollano y Cuartillejo- que junto con el núcleo urbano de Illana forman esta población de 776 habitantes que en verano multiplica su número de vecinos por tres o por cuatro. 

En las urbanizaciones hay más de mil casas, usadas principalmente como segundas residencias. Se trata de una zona plagada de pequeños montes y zonas de cultivo que tiene temperaturas suaves en verano.  

Fue José Luis quien, tras observar el bajo caudal el pasado martes, tomó el camino hacia la presa Maquilón, a kilómetro y medio de la urbanización, para certificar los efectos de la bajada. Ahí se encontró los vehículos abandonados, algunos panza arriba, en mitad del lecho del río agonizante. 

"Es que se podía cruzar andando el río, y ahora han debido de abrir la presa de arriba y ya ha recuperado un poco el caudal, pero siguen faltando como dos metros", explica en 'El Descansillo', que da nombre a una zona sin vegetación en la ribera y desde la que ya el miércoles no se veían los vehículos. 

"Decían que iban a retirarlos hoy [por este miércoles], pero es imposible que les haya dado tiempo. Lo que sí han hecho es abrir la presa para taparlos. Si no se ven no tienen ningún problema", apuntaba por su parte José Carlos, otro vecino del complejo residencial durante el recorrido por la orilla del río, de un color marrón claro y cuyo tramo afectado se sitúa entre el embalse de Buendía y el de Estremera.  

"Luego nos dirán que el agua es potable", protestaban ayer ambos. Aseguran que desde hace años no se pueden ni duchar con el agua del río que se canaliza hacia las casas tras pasar por depuradoras. "Nosotros nos tuvimos que comprar una potabilizadora por 2.000 euros porque sin eso no podías beberla", explica José Carlos. Mientras habla retumban los disparos de escopeta de varios cazadores a lo lejos.  

Tras la repentina bajada del río, se emitieron alertas en las urbanizaciones para que se limitara el consumo en las casas, ya que se desconocía cuánto podía durar la bajada y si habría agua suficiente en los depósitos de reserva.  

A última hora de la tarde del martes, el alcalde de Illana, Francisco Javier Pérez, envió un escrito a la Confederación Hidrográfica del Tajo para comunicar que "sin justificación aparente ni información previa al respecto" había habido un "descenso de caudal muy pronunciado" del río. 

En el escrito, el primer edil hacía constar que "el vigilante responsable" estaba de baja y no habían podido contactar con él, y en las oficinas les habían "remitido a dos departamentos distintos" en diferentes llamadas desde que tuvieron conocimiento de los hechos durante la mañana. 

"Siendo las 18.30 horas y no habiendo recibido información alguna, vengo a reiterarle nuestra notable preocupación", comunicaba el alcalde, para luego pedir "restituir" el caudal "lo más pronto posible". 

Este periódico trató ayer sin éxito de obtener la versión de la Confederación sobre el origen de lo ocurrido. Entre los vecinos se extendía como explicación que se cerró una presa anterior con el fin de bajar el caudal para realizar arreglos en una de las instalaciones de ese tramo. 

Ayer, como comprobó EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, había varios operarios haciendo trabajos de mantenimiento en los exteriores de la presa del Maquilón, que escupía tímidamente agua al otro lado de los consistentes muros de hormigón.

Para muchos residentes lo ocurrido es la última muestra de la "tremenda depauperación ambiental" del río, que pierde caudal cada año, según explica Ramona Rodríguez, vecina de El Cuartillejo. 

"Es cierto que hay menos pluviosidad, pero los trasvases han empeorado el caudal, desde que se hacen va más bajo. El maltrato institucional hacia el río es tremendo. Los coches siguen ahí y nos llega que quieren bajar otra vez el caudal para retirarlos", señala la residente. 

Para Ramona, "la opacidad" de la Confederación "es total". "Deben avisarnos de estas situaciones, porque esto no es la primera vez que pasa", protesta. 

El alcalde se muestra de acuerdo, y pide a la Confederación que tenga la "delicadeza" de avisar "para que no te levantes y te sorprendas, porque la imagen del río era...". 

"Estoy convencido de que hay una causa porque nadie toma la decisión de cortar un cauce sin una causa justificada, ya sea limpieza o mantenimiento", asegura en conversación con este periódico el alcalde, que defiende, sin embargo, la calidad del agua del río. Según asegura, los propios depósitos de las urbanizaciones la "tratan y potabilizan" y pasa pruebas sanitarias cada poco tiempo. "Es que del agua de este río se suministra a Tarancón", razona. 

Para los vecinos lo ocurrido ha puesto el foco en el bajo caudal del río, que era perceptible ayer desde varios puntos, pese a que iba recuperando su bajo nivel habitual poco a poco. "Es que este es el verdadero caudal del río, es alucinante. Yo me he tirado desde este puente al río de cabeza", exclamaba indignado Pedro, otro de los residentes, mientras señalaba la poca anchura del Tajo a su paso por el puente, desde una de las barandillas donde estaba encaramado.  

"El agua que tenemos no se puede ni beber ni nada, tiene mucha cal, los vasos huelen fatal", asegura sobre la calidad del agua, que ha hecho que muchos vecinos usen servicios privados de reparto y almacenamiento de agua potable. Los residentes denunciaban además que no era la primera vez que aparecía ganado muerto en el río, ya que hay dos explotaciones de vacuno por la zona. 

"Alguna vez que ha pasado avisamos al Seprona y nunca vienen a retirarlo", señalaban varios vecinos de la zona al comentar un acontecimiento que se convirtió en la comidilla de todos los pueblos del alrededor. "Por ahora se han visto coches, pero ya veremos si no encuentran nada más", afirmaba una trabajadora de un bar de Estremera tras comentar la noticia con otros parroquianos. "Es que la gente en verano se baña en el río, en lo que llaman 'las piscinas'. Mira que ya habían dicho que no era recomendable hacerlo...", lamentaba.

"Un despropósito"

Para Greenpeace, lo ocurrido es un "despropósito más" que pone de manifiesto que "estamos maltratando nuestros ríos". En concreto, en el caso del Tajo, asegura Julio Barea, el responsable de agua de Greenpeace, "se detrae mucho caudal" en la cabecera del río en el trasvase hacia Murcia, Valencia y Almería.

"Hay un ejemplo que es brutal, si te vas a Google earth a la confluencia del Tajo y el Jarama en Aranjuez ves que el Tajo es prácticamente un arroyo que se une al Jarama, que parece un megarío cuando en verdad es más pequeño", señala el portavoz de la organización ecologista. 

Según explica Barea, el Tajo en ese punto baja con "agua sucia, es una cloaca brutal", que repercute en la calidad del agua. "En Toledo, por ejemplo, a nadie se le ocurre bañarse en el río desde hace tiempo", aprecia el responsable de aguas, que añade que los muchos de los arroyos de Madrid que van a dar al Tajo "están infames, con basuras y residuos". 

"La verdad es que es una situación bastante preocupante cómo estamos maltratando a nuestros ríos", concluye.