La primera madrugada del 2022

Ómicron apaga la fiesta de Año Nuevo en Barcelona

Los macrobotellones desaparecen en la noche más festiva del año y se impone el toque de queda en la capital catalana

AMbiente de Nochevieja en la playa de Barcelona

AMbiente de Nochevieja en la playa de Barcelona / Manu Mitru

Elisenda Colell

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Muchas ganas, pero poca fiesta. Este sería el mejor resumen de la Nochevieja de 2021 y la celebración de la llegada de 2022 en Barcelona. El Paseo del Born, el Port Olímpic, la Barceloneta, la plaza de Catalunya, la de Espanya o la de los Àngels reunieron a decenas de turistas con ganas de fiesta y mucho alcohol en vena, que finalmente desalojaron la vía pública con resignación. "Es que no podemos ir a ningún otro lado, hay toque de queda", comentaba un joven italiano montado en una 'scooter' a las dos de la mañana en la Barceloneta. Pasadas las cuatro de la madrugada, con las playas prácticamente vacías, unos agentes de Mossos y la Guardia Urbana lo certificaban. "No nos lo esperábamos, pero al fin ha sido una noche tranquila".

La fiesta de Nochevieja, en casa.

La fiesta de Nochevieja, en casa. / Manu Mitru

El hartazgo de la pandemia junto a las ganas de bailar, beber y soñar con que el 2022 no llevará más encierros ya se entreveía antes de las once de la noche en el paseo del Born. Los locales, abiertos hasta la medianoche, tenían largas colas para entrar. Otros llevaban consigo botellas de cava, ron o cerveza y bailaban en la plaza jugando con serpentinas o espantasuegras. "Al menos aquí se puede bailar; en Francia a las cinco está todo cerrado", describía Sara, una chica venida desde Lyón para celebrar el Año Nuevo en Barcelona y ya con difíciles problemas para vocalizar por las altas ingestas de alcohol. ¿Y dónde acabaréis la fiesta? "Nuestro plan era volver al hotel, pero ahora unos chicos nos están invitando a una casa para seguir la fiesta después de la una", decía entre risas.

Fin de año en barcelona

Fiesta de Fin de Año en la plaza de Catalunya

Fiesta de Fin de Año en la plaza de Catalunya / Manu Mitru

Uvas en la plaza de Catalunya

Poco antes de la medianoche, la Rambla y el Raval se iban llenando. Por la calle, muchos acarreaban botellas de alcohol y las terrazas estaban al completo, con jarras de sangría o cerveza rebosantes en las mesas. De forma totalmente improvisada, la plaza de Catalunya se fue llenando de turistas. Mathieu, por ejemplo, había llegado con su mujer, sus hijos y otros amigos para celebrar el Año Nuevo en la capital catalana. "Hace precisamente un año estaba en una cama de hospital ingresado por el covid: esta vez he decidido que hay que celebrar la vida", decía lleno de serpentinas y con un sombrero.

Una pareja que ha bajado del vehículo en la plaza de Espanya.

Una pareja que ha bajado del vehículo en la plaza de Espanya. / Zowy Voeten

Ambiente en el Born durante la Nochevieja.

Ambiente en el Born durante la Nochevieja. / Manu Mitru

Juroen y Niek, dos treintañeros venidos desde Holanda, también esperaban la llegada de la medianoche con una botella de cava en la mano. "Hace diez años que celebramos el fin de año en una ciudad distinta, y esta vez elegimos Barcelona porque es mi preferida", añadía Juroen, de los pocos que llevaba mascarilla en el lugar.

Se hicieron las doce y, misteriosamente, sonaron las doce campanadas. Pocos se comieron las 12 uvas, pero los gritos de "¡feliz Año Nuevo!" se escucharon en decenas de idiomas distintos. Luego llegaron los petardos, los fuegos artificiales y las videollamadas. Algunos desde Rusia, otros a Italia. "Nos gusta la fiesta y nos gusta Barcelona, a ver qué nos depara la noche, seguro que no nos decepciona", aventuraba Filippo, un joven italiano de 18 años.

Antidisturbios en el Port Olímpic

A la una de la madrugada en el Born apenas quedaban unas 70 personas en la calle. "Yo es que no puedo más, soy un negacionista vacunado: hemos hecho todo lo que nos han dicho y aun así seguimos sin poder salir, sin poder disfrutar...", contaba de los pocos catalanes que quedaban en el paseo. La fiesta de disolvió pasadas las dos de la madrugada.

Varias personas entran el metro tras una breve fiesta en la calle.

Varias personas entran el metro tras una breve fiesta en la calle. / Manu Mitru

Costó más hacer desaparecer a los turistas en el Port Olímpic. Muchos habían acudido a las fiestas de las discotecas y el casino de la zona, pero con el cierre obligado a la una se agolparon en la playa y allí empezaron las peleas y los robos. A las cuatro de la madrugada, y tras la presencia de los antidisturbios, la última decena de irreductibles se despedía de la fiesta y del año nuevo a regañadientes en la playa del Somorrostro. Igor, un turista francés, se negaba a lanzar la última cerveza balanceado por el efecto del alcohol. Svetlana, una chica rusa, atendía a la policía para denunciar el robo de su móvil a pesar que a aquella hora estaba prohibido estar en la calle.

Un coche de Mossos en el gentío de la plaza de Espanya, esta Nochevieja.

Un coche de Mossos en el gentío de la plaza de Espanya, esta Nochevieja. / Zowy Voeten

Fiestas a partir de las 6

La fiesta en la calle desapareció, pero muchos encuentros se trasladaron dentro de las viviendas. De allí salía la música de reguetón, el griterío y las luces de colores en la mayoría de calles de la ciudad. Sin embargo, la policía apenas entró en ellos, ya que en la inmensa mayoría había menos de diez personas dentro. Según confirmaron varios agentes de los cuerpos policiales, apenas detectaron grandes encuentros. Muchos optaron por alquilar casas rurales o ir a espacios alejados de las ciudades y los vecindarios. Otros organizaron fiestas a partir de las seis de la madrugada, esperando un menor control policial por el fin del toque de queda.

Al fin, al menos por lo que hace relación a las fiestas callejeras, no se repitieron los encuentros masivos en Barcelona. Sí se volvieron a ver las escenas de los sanitarios del Sistema d'Emergències Mèdiques atendiendo intoxicaciones por alcohol. Uno de ellos, un joven de 25 años inconsciente frente a la parada del metro media hora después de las campanadas. Otro, un señor de 40 años en el barrio del Poblenou justo cuando regresaba al hotel, poco después de las tres de la madrugada.

"Aún es pronto. A partir de las cinco es cuando llegan", contaban varios sanitarios de las urgencias del Hospital Clínic, saturados de trabajo y de pacientes a las tres de la madrugada. Esta noche, los hospitales, ademáse de atender a pacientes del covid, también se han tenido que hacer cargo de personas afectadas por intoxicación de drogas y alcohol. "Nuestro trabajo es atenderles a todos, no puedes ponerte a pensar dónde se han contagiado o qué han hecho", comentaban.

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