Salud mental

Cómo detectar las señales de un suicida y cómo ayudarle

La mayoría de las personas con ideas suicidas verbalizan sus intenciones y hay que perder el miedo a hablar con ellos sobre el deseo de acabar con su vida

Depresión y suicidio: las cifras (y señales) que deberían ponernos en alerta

Depresión y suicidio: las cifras (y señales) que deberían ponernos en alerta

Patricia Martín

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La muerte Verónica Forqué ha vuelto a poner de manifiesto el grave problema que supone el suicidio y la necesidad de que toda la sociedad se implique en prevenirlo. Cada día en torno a 10 personas deciden quitarse la vida en España, dejando tras de sí, en casi todos los casos, un reguero de dolor en sus familiares y amigos.

La mayoría de estas personas, antes de suicidarse, dan señales de ese agotamiento vital y de esas ganas de poner fin a la vida para dejar atrás el dolor emocional o físico. Forqué, por ejemplo, abandonó 'Masterchef Celebrity' tras confesar que "no podía más". Pero, en ocasiones, los indicios son difíciles de interpretar y no todos las personas con ideas suicidas las verbalizan. Por eso, los expertos aconsejan que la sociedad aprenda a detectar las señales de alerta y qué hacer en el caso de que una persona esté en riesgo. Esta es una guía de actuación, elaborada con las recomendaciones de tres especialistas con distintos perfiles.

¿Cuáles son los factores de riesgo?

Habitualmente, el suicidio viene motivado por un conjunto de circunstancias, pero hay factores de riesgo que pueden hacer sospechar al entorno: si la persona sufre alguna enfermedad mental (se calcula que el 90% padece un trastorno, sobre todo depresión); el abuso de alcohol o drogas; el haber sufrido un pérdida personal importante como el trabajo o la muerte de un ser querido, o una separación sentimental dolorosa; haber sufrido maltrato o abusos sexuales; estar aislado socialmente, haber llevado a cabo tentativas previas o padecer una enfermedad que provoque mucho dolor. Ante estos casos, conviene estar más <strong>alerta</strong>.

¿Todos verbalizan sus ganas de morir? 

“No, hay bastantes casos que no lo expresan y si lo hacen, no lo dicen abiertamente”, explica Javier Jiménez, psicólogo clínico y presidente honorario de la Asociación de Investigación, Prevención e Intervención del Suicidio RedAIPIS. El ejemplo típico de personas que no lo verbalizan antes, según la experiencia de Jiménez, son aquellas que por ejemplo atropellan a su hijo sin querer y cuando se dan cuenta de que ha muerto se suicidan poco después.

¿Cuáles son las señales de alerta verbales? 

Pueden ser comentarios negativos sobre sí mismo o sobre su vida como “no valgo para nada”, “esta vida es un asco”; o sobre su futuro, “lo mío no tiene solución”; o verbalizaciones relacionadas con la muerte como “me gustaría desaparecer” o “quiero descansar”. Y es que las personas en riesgo suicida, por norma general, “tienen una versión distorsionada de la realidad, creen que el dolor que sufren no se va atenuar y que la única manera es acabar con su vida y piensan que son una carga y prescindibles para el resto”, afirma Jiménez. 

¿Cuáles son las señales no verbales? 

Cambios repentinos de conducta, descuidar el aspecto, cerrar asuntos pendientes, regalar objetos personales preciados o hacerse laceraciones. También son frecuentes las despedidas o mostrarse más cariñosos de lo habitual justo antes del fatal desenlace. “Pero, a veces, es difícil identificar las despedidas y los familiares sólo se dan cuenta cuando ya ha ocurrido el suicido”, avisa Gemma Parramon, presidenta de la Societat Catalana de Psiquiatria.

En niños y adolescentes, ¿los factores de riesgo son los mismos?

Aunque sea el aspecto más desconocido del suicidio, también los menores acaban con su vida. El año pasado, 61 niños y adolescentes fallecieron por este motivo. En los menores los factores de riesgo son similares mencionados, aunque también figura el fracaso escolar, el bullying o una separación conflictiva de los padres, que “muchos pueden vivir como una pérdida”, según Mercedes Bermejo, directora de Psicólogos Pozuelo y experta en enfermedades mentales en la infancia. 

¿Y qué señales emiten los menores?

Las verbalizaciones de las ideas suicidas también son similares a las de los adultos, con discursos pesimistas sobre sí mismo y sobre la vida. En ocasiones muestran baja autoestima, son excesivamente tímidos o incapaces de mostrar sus emociones. También puede que sean inmaduros tanto emocionalmente como físicamente, que tengan comportamientos obsesivos o presenten alteraciones en la alimentación o el sueño, según enumera Bermejo.

¿Qué hay hacer para ayudar a estas personas?

Lo más conveniente es intentar que pidan ayuda, siempre, a un profesional. “A ser posible alguien que tenga conocimientos en conductas suicidas y que les ofrezca ayuda de manera urgente, frecuente y presencial”, recomienda Jiménez. El problema es que el sistema sanitario no tiene suficientes psicólogos y psiquiatras y las listas de espera no siempre permiten la ayuda necesaria, por lo que muchas personas recurren a la sanidad privada. “Los profesionales siempre podemos hacer algo. En la mayoría de las personas con pensamientos suicidas, estos desaparecen aunque a veces el tratamiento puede durar meses o años”, precisa Parramon. 

¿Preguntarles si están pensando en suicidarse, puede incitarles a hacerlo?

La evidencia científica señala que hablar con la persona sobre sus ideas suicidas disminuye el riesgo de que cometan el acto. Para ello es importante mostrar disposición de escucha, no juzgarle ni reprocharle su manera de pensar, mostrar respeto, buscar los motivos que le llevan a querer acabar con su vida y barajar las alternativas para solucionarlo o brindarle apoyo emocional si no tiene solución.

 

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