Erupción en Canarias

El volcán de La Palma se sume en un inquietante silencio con signos de agotamiento

El tremor desciende a los niveles más bajos desde que comenzó la erupción

Los niveles de CO2 pueden representar un riesgo para la salud en La Bombilla

El volcán de Cumbre Vieja, en La Palma.

El volcán de Cumbre Vieja, en La Palma.

Verónica Pavés

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Silencio. El volcán de La Palma ha dejado de quejarse, aunque aún no de respirar. Los rugidos guturales que durante 87 días han acompañado a los palmeros han cesado de golpe, después de un gran último lamento que algunos científicos creen que podría haber sido "la traca final". El gran cono que ha construido la lava durante casi tres meses no suelta ya gases, ni cenizas. Tampoco lava.

La quietud es tal que incluso las aves se atreven a atravesar el paraje. Ahora solo son unas pocas fumarolas a los lados del cono las que emiten algo de humo. Un recuerdo de que aún hay un gigante bajo la tierra. Por eso, la calma no puede ser aún señal del final. Los científicos, al menos no lo consideran así pues no sería la primera vez que el volcán se empeña en engañar a la población con su calma para posteriormente revivir con mucha más fuerza. Sin embargo, por primera vez, el martes, los investigadores del Comité Científico del Pevolca se aventuraron a decir que hay indicios "de agotamiento del proceso eruptivo".

Y es que la actividad volcánica ha disminuido "hasta casi desaparecer". Así lo destacó Miguel Ángel Morcuende, director técnico del Pevolca, quien hizo alusión a los principales indicadores eruptivos como la sismicidad, la deformación y la emisión de gases. De todos ellos, el que destaca por encima es el fin del tremor. La señal que emite la lava cuando choca contra las paredes del conducto ha sido una de las más claras a la hora de entender las fases que iba atravesando el volcán. El mismo lunes la señal se disparató durante unas horas (de 17:45 a 19:00 horas) coincidiendo con uno de los momentos más explosivos que ha tenido el volcán desde que empezó la erupción. Un gran soplete de lava volvió a emanar del foco principal acompañado de una gran cantidad de eyección de cenizas –que durante la noche se convirtió en una espesa lluvia– y de la caída de bombas, especialmente en el flanco norte.

Tras este episodio, el volcán se durmió, así como el tremor que empezó a disminuir desde las 20:00 horas del lunes. Así desde las 22:00 de ese día se encuentra en niveles de ruido de fondo, lo que quiere decir que su silencio es similar al que había antes de que empezara la erupción. Esa reducción del ruido también ha permitido empezar a registrar los terremotos más pequeños. De esta manera, en los últimos dos días se han registrado medio centenar de seísmos con magnitud menor a 2. La magnitud mínima de estos movimientos de tierra han sido de 1,1 mbLg. Por su parte, la magnitud máxima registrada es de 3,4 mbLg, correspondiente a un seísmo del lunes a las 11:58 horas, que se produjo a 11 km de profundidad y que fue sentido muy levemente. La mayoría de estos eventos (125) se localizan a profundidades intermedias, entre 8 y 16 kilómetros, pero no por ello se ha calmado del todo la sismicidad más profunda. Según el Instituto Geográfico Nacional (IGN), se han localizado tan solo tres terremotos a profundidades entre 37 y 49 kilómetros. Destaca asimismo, uno de baja magnitud (1,4) pero que se ha producido cerca de la superficie, a tan solo 3 kilómetros. Pese a los datos actuales y la calma, el Comité Científico ha advertido que es posible que se produzcan más sismos sentidos, pudiendo alcanzarse intensidades superiores a las de los últimos días.

Con respecto a la deformación – índice también relevante para conocer la situación eruptiva– no muestra ninguna tendencia clara cerca del cono, mientras que en el resto de estaciones se ha estabilizado la ligera deflación posiblemente relacionada con la sismicidad profunda, salvo en la estación LP01, que sigue registrando una deformación.

En lo que se refiere a los gases, el Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan), que es el organismo encargado de realizar las mediciones del penacho, señala que los niveles de dióxido de azufre (SO2) son aún "altos", lo que supone que se encuentra en un rango de entre 1.000 y 29.000 toneladas. En el caso de la emisión difusa de dióxido de carbono (CO2) continúa reflejando una emisión superior al valor promedio de los niveles de fondo (B) y durante el lunes (13/12) esta emisión difusa fue 7,9 veces el promedio de los niveles de fondo. Estas emanaciones, que son más altas que otras semanas, pueden representar un peligro para la población en la zona de la Bombilla, sobre todo en los lugares mal ventilados o a alturas por debajo de un metro del suelo, como consecuencia de la posible acumulación de dióxido de carbono.

Con respecto a la calidad del aire, los niveles de SO2 se mantuvieron buenos en todas las estaciones, después del episodio registrado el pasado lunes donde la situación fue extremadamente desfavorable en el Valle de Aridane y obligó a confinar durante unas horas tres municipios y a más de 32.000 personas, incluidos niños que tuvieron que permanecer varias horas encerrados en sus aulas.

Aunque la lava del volcán de La Palma no emana abruptamente del cono, el flujo de lavas continúa desde la base occidental del cono principal, a partir de salideros de tubos volcánicos y hasta el delta lávico formado en el mar, aunque con el caudal muy disminuido respecto al de ayer. En el delta lávico de la zona de Las Hoyas la colada discurre sobre lavas anteriores sin nuevos aportes al mar. Al respecto, Miguel Ángel Morcuende señaló que los aportes de lava están muy debilitados y discurren principalmente por el suroeste de la colada 9, con pequeños derrames en Montaña Cogote y Las Norias, donde las cámaras térmicas muestran mayor calor residual.

Tras 87 días, la superficie sepultada bajo la lava incandescente del volcán ya asciende a 1.195 hectáreas aproximadamente, mientras que las coladas se han expandido más que nunca en una erupción en La Palma: 3.350 metros. Por su parte, la tierra ganada al mar gracias a los deltas lávicos asciende a 48,02 hectáreas. La devastación del volcán, según el Catastro, ha acabado con 1.628, una cifra que asciende a 3.063 según los datos proporcionados por el satélite Copernicus. La evacuación de más de 7.000 personas cuyas residencias se sitúan en la zona de exclusión aún genera que muchos se hayan tenido que albergar en los hoteles de la Isla. El número de albergados en hoteles asciende a 551 personas, lo que supone cinco más que el lunes. Del total, 395 se hospedan en Fuencaliente, 69 en Los Llanos de Aridane y 87 en Breña Baja, gestionados por Cruz Roja y los servicios municipales. Además, hay 43 personas dependientes atendidas en centros sociosanitarios insulares.

Suscríbete para seguir leyendo