La erupción continúa

La mala calidad del aire por las emisiones del volcán obliga a confinar a unas 30.000 personas

Las calles del Valle de Aridane quedaron envueltas en el silencio

La mala calidad del aire por las emisiones del volcán obliga a confinar Los Llanos, El Paso y Tazacorte, un golpe más a la moral local

El volcán de La Palma deja en silencio al Valle de Aridane

El volcán de La Palma deja en silencio al Valle de Aridane

Christian Afonso

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Los municipios del Valle de Aridane amanecieron ayer con el ambiente enrarecido, con una espesa capa de gases expulsados por el incansable volcán de Cumbre Vieja que, cada día, depara a las alrededor de 30.000 personas que viven en Los Llanos de Aridane, El Paso y Tazacorte una nueva sorpresa.

La mala calidad del aire que provocó durante la mañana esa erupción que parece inagotable obligó a las autoridades a ordenar, por primera vez en casi 90 días de erupción, el confinamiento a la población de estos tres municipios, cuando la actividad lectiva y económica ya había arrancado una semana más. Una situación que dejó las calles de estos tres núcleos casi desiertas, con un silencio que invadió cada esquina y que solo era roto por los avisos de las autoridades por megafonía y por algún que otro vehículo despistado.

Las conversaciones y charlas entre la población de Los Llanos, El Paso y Tazacorte se centraron en este nuevo golpe a la moral local. Pese a que el volcán da una de cal y otra de arena, todavía no se terminan de acostumbrar a las idas y venidas de las entrañas de la tierra, a los designios del gigante. Durante casi cuatro horas, la dirección del Pevolca ordenó a la gente de estos tres municipios que no salieran de casa, que cerraran puertas y ventanas y, si era posible, reforzaran los resquicios que pudiera haber en cada vivienda para evitar que el aire dañino se colara por las rendijas. También obligó al alumnado -unos 4.600- a no salir de las aulas, instando a las familias a no pasar a recogerlos hasta que la situación fuera menos desfavorable, incluso si las clases concluían. No fue necesario, ya que a primera hora de la tarde la calidad de la atmósfera ya había mejorado lo suficiente para levantar el confinamiento. 

No obstante, en esas horas de incertidumbre y miedo, fueron muchos los padres y madres que se apostaron en las puertas de los colegios para llevarse a casa a sus vástagos. «¿Dónde va a estar mejor mi hija, en una situación como esta, que en casa? No entiendo por qué iba a estar mejor en el cole», se preguntaba uno de ellos en la entrada de uno de los centros de infantil y primaria del casco de Los Llanos. En otro punto, en el antiguo centro cultural El Retamar, ahora reconvertido en parte del ya destruido colegio de La Laguna, otra madre también se estaba llevando a su pequeño. «Mi marido me llamó y me dijo que viniera a recogerlo y nos encerráramos en la casa», explicó para luego añadir, con impotencia y un deje de rabia en su voz que, si las circunstancias no cambiaban a mejor, «en enero nos vamos para siempre de La Palma, porque así no se puede vivir». Este sentimiento, lamentablemente, cada vez se extiende más entre una exhausta población

Un sentimiento que, lamentablemente, cada vez se extiende más entre una exhausta población. Georgina, propietaria de una pequeña panadería y pastelería en la calle principal de El Paso, aseguró que conoce a muchas otras personas que, o ya se fueron de la Isla Bonita, o están muy próximas a hacerlo. «Llevamos muchas semanas con este volcán que parece no querer apagarse, y los que seguimos aguantando lo hacemos cada vez con menos fuerzas. Espero que se acabe pronto, pero parece que todavía queda mucho tiempo para ello, tal y como se le ve», expresó la mujer. 

Y es que para el pequeño comercio de estos municipios, el confinamiento de ayer no fue sino un palo más en las ruedas después de meses de pocas alegrías. Según Jofre Acosta, trabajador de una ferretería en Los Llanos, esta situación les afecta «muchísimo», ya que la gente no pudo salir de sus casas por la mala calidad del aire, pero es algo que arrastran desde hace casi tres meses. «Las obras, los trabajos están paralizados por el volcán, nadie hace una obra en su casa, así que las ventas han caído en picado», expuso el joven tras despachar a un hombre, uno de los pocos que entraron a su establecimiento durante la mañana. Y es que las autoridades sí les permitieron seguir abiertos, aunque tenían que permanecer con las puertas cerradas, lo que hizo que mucha clientela pensara que no estaban operativos. Todo ello pese a que la mayoría de comercios y cafeterías improvisaron carteles con los que informaban de que sí estaban abiertos y solo se tenía que tocar la puerta. 

Noelia seguía atendiendo, dentro de la falsa normalidad provocada por el volcán, su bar de El Paso pese a que Protección Civil había pasado por la calle anunciando el confinamiento e instando a la población a no salir de sus hogares, pero sin ordenarles que cerraran su establecimiento. «Estamos deseando que vengan y nos digan que cerremos, porque no se ve a nadie por la calle y, ¿para qué vamos a seguir abiertos, entonces?», afirmó la mujer mientras hablaba con un parroquiano sobre la actualidad del día provocada por Cumbre Vieja. De hecho, comentó, más temprano esa mañana una de sus clientas se encontraba con los ojos hinchados y lacrimosos por el efecto de los gases nocivos, por lo que veía más que necesaria la orden de confinar para evitar que ese tipo de dolencias se reprodujeran en otras personas.

Niños en las escuelas

Para Georgina, que se encontraba asomada a la puerta entreabierta de su panadería esperando a que entrara alguien, toda la situación por la que están atravesando es muy dura, porque las familias se están viendo seriamente afectadas en sus ingresos, en su forma de vida, y ello creará una enorme bola de nieve que podría terminar arrasando gran parte de la economía local. En su caso particular, aseguró, «todavía no han pedido ni la mitad de dulces para Navidad y Reyes de lo que pedían en otros años». En su opinión, para este 2021 seguirá recibiendo encargos hasta el último día, cuando lo normal hasta la fecha era que a estas alturas de diciembre ya lo tuviera todo despachado. «Pero es que la gente no quiere gastar más dinero del necesario, y muchas familias no están con ánimos de celebrar estas fiestas, y días como este no ayudan», admitió. 

Además de los establecimientos y otros servicios -la oficina de Correos de El Paso, por poner un ejemplo, permaneció cerrada durante toda la jornada de ayer por el confinamiento-, el alumnado también se vio afectado, aunque finalmente en menor medida puesto que la calidad del aire mejoró sensiblemente durante el mediodía y pudieron salir de las aulas sin problema. Sin embargo, más de 4.600 estudiantes de enseñanzas obligatorias de 17 centros educativos -contando los tres que ha hecho desaparecer las coladas del volcán- vivieron la mañana con incertidumbre de saber si tendrían que permanecer en el interior de los colegios e institutos hasta que la situación fuera más favorable, tal y como recomendó Educación. Muchos padres, pese a que se instó a lo contrario, decidieron ir a recogerles antes de tiempo para llevarlos a casa. Otros, sin embargo, se mostraron descontentos con el poco control que hubo en las escuelas, en una actitud que no les parecía «preceptiva» dada la situación.

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