El modelo educativo competencial

El IES Salvat Papasseit de Barcelona: otra ESO es posible

Este instituto de la Barceloneta, liderado por Salvador Rovira, ha dado un giro tras cambiar la organización y la manera de enseñar

Un aula de ESO del IES Salvat Papasseit, de Barcelona.

Un aula de ESO del IES Salvat Papasseit, de Barcelona. / Joan Mateu

Montse Baraza

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El modelo de educación por competencias ha arraigado bien en la primaria. Ahora el foco está puesto en la secundaria, aún muy apegada a las clases magistrales. La transformación requiere, entre otras cosas, de direcciones y profesores convencidos y dispuestos a cambiar la organización y la manera de enseñar, intensificando el vínculo con el alumnado. Este es uno de los objetivos del proyecto de transformación educativa del Consorci de l’Educació de Barcelona.

En la red pública de Barcelona ya hay centros que trabajan con éxito en esta línea y que cuentan con direcciones convencidas de la nueva filosofía. Uno de ellos es el IES Joan Salvat Papasseit, en la Barceloneta, que tiene la dificultad añadida de ser un centro de alta complejidad que en los últimos años había visto cómo se reducía la demanda de plazas por parte de las familias. Aprovechando que tocaba renovar la dirección, el Consorci planteó a Salvador Rovira, que ya había liderado con éxito la puesta en marcha, en 2007, del IES Front Marítim, que asumiera el relevo. Este aceptó y en apenas dos años --este es su segundo curso al frente del Salvat Papasseit--, el cambio ya es evidente.

Recuperación física y emocional

Rovira se encontró con un instituto “en depresión”, tanto a nivel de equipamiento y materiales, como en metodología. En apenas un año y medio, y con una importante inversión de por medio, el Papasseit se ha transformado física y emocionalmente. “No tiene nada que ver. Ahora es un espacio agradable, hay un trabajo educativo y emocional y una implicación del alumnado. Se ha creado un microclima”, explica Rovira. “Lo estamos consiguiendo, aunque el camino es lento, hay trabajo y dificultades”, afirma, orgulloso de poder decir que ya han mejorado los resultados emocionales y educativos de los alumnos. Y está convencido de que esa mejora irá a más. “El problema es que tenemos prisa”, añade.

Los detalles son importantes para que los alumnos se sientan a gusto. Y en el Papasseit lo han entendido así. Los despachos de los profesores, antes en un rincón del edificio, ahora están a la entrada, y siempre abiertos. “Los alumnos saben que nos tienen aquí para lo que necesiten”. La sala de ‘reflexión’ de los estudiantes ha dejado de ser un espacio cerrado sin ventanas. Ahora es un lugar abierto, relajado, con sofás y luz natural.

Salvador Rovira, director del IES Salvat Papasseit de Barcelona, en una de las sillas que utilizan para las clases en el exterior.

Salvador Rovira, director del IES Salvat Papasseit de Barcelona, en una de las sillas que utilizan para las clases en el exterior. / Joan Mateu

Algunas de las clases se hacen, siempre que es posible, en el exterior. En unas nuevas gradas de madera y con unas sillas diseñadas especialmente para ello. Los jóvenes lo agradecen y lo pagan con atención. Cada uno de ellos tiene un ordenador. Y no, ni se han roto, ni perdido ni desaparecido.

Alumnos implicados

La implicación del alumnado se ha conseguido con dos proyectos. Por un lado, la tutoría entre iguales, por la que alumnos de 3º ESO tutorizan a los de 1º. Cada joven se responsabiliza de otro y le presta apoyo. Y por otro lado, los de 4º ESO, previamente formados para ello, son los que llevan la mediación del centro. “Cada vez más chicos están entrando en esta dinámica”. Y lo más importante: “Esta labor que hacen en el centro, la acabarán haciendo fuera. Y tienen una visión diferente del instituto, es una cosa suya, en la que se implican. Cambian la mirada”.

Todas las aulas de ESO tienen 18 alumnos. No hay grupos diferenciados. Sí se ofrece a cada joven, según sus necesidades, tiempo en el Aula de Acogida o coeducación. También han incorporado clases de emociones. “Nuestro objetivo es que el alumno no se sienta desamparado”.

En Bachillerato, que antes del cambio era residual, el centro ha apostado por una oferta potente que incluye, además del Bachillerato social, científico y tecnológico, un Bachillerato deportivo a completar en 3 cursos. ”Ha sido un proyecto estimulante, que ha tenido una gran respuesta y ha atraído a alumnos de otros lugares”, subraya Rovira. Este bachillerato, que ha arrancado este curso con 30 alumnos, permite a los jóvenes obtener una titulación de entrenador de fútbol o de socorrista, con la que podrán acceder al mercado laboral. 

El recreo, antes fuente de conflictos continuos, el tema se ha solucionado con un rediseño de espacios, realizado con la “complicidad” del alumnado. “Hemos dividido el espacio en 3: uno para juegos más tranquilos, otro para hablar y desayunar, y otro para deportes. Este último se subdivide a su vez en 3: uno para jugar a básquet, otro para fútbol y otro para cuerdas”. El resultado: fluidez a la hora del recreo.

Hora del recreo en el IES Salvat Papasseit, en el espacio dedicado a la actividad deportiva.

Hora del recreo en el IES Salvat Papasseit, en el espacio dedicado a la actividad deportiva. / Joan Mateu

Continuidad pedagógica

En el Salvat Papasseit también se creen la idea de la continuidad pedagógica, por lo que están en contacto estrecho con las dos escuelas de primarias adscritas al instituto, la Mediterrània y la Alexandre Galí. También con el centro de ciclos formativos Narcís Monturiol, muy potente en química. Un ejemplo: el Salvat Papasseit tiene huerto. Con sus plantas y flores, en el Narcís Monturiol hacen perfumes.  

¿Y qué hay de los resultados académicos? “La memoria y los conocimientos son muy importantes, pero hay otros aspectos en los que hay que educar. No se trata de confrontar la educación tradicional con la competencial", apunta Rovira. Se trata, explica, de jugar con las dos: el esfuerzo, respeto, el escuchar al profesor, pasar exámenes, típico de la educación convencional, con la apuesta por la creatividad y las emociones. "Hay que coger la filosofía de la primaria y adaptarla a la ESO, porque la ESO es un nivel diferente con necesidades diferentes”, apunta. Destaca que en su antiguo centro, con este método, el éxito en la selectividad es ahora espectacular . “En el Salvat Papasseit también será así”, dice convencido.

Admite Rovira que a veces a los profesores les cuesta entrar en esta dinámica --de hecho, ese es uno de los hándicaps de la ESO competencial--, pero que con formación y cuando ven los resultados, van entrando. De hecho, del antiguo claustro, pocos han marchado. Y además se han incorporado 14 nuevos docentes.

Invitación al profesorado

“Antes no quería venir nadie aquí. Ahora lo tenemos lleno. En las puertas abiertas de 2020 explicamos nuestro proyecto a las familias y las convencimos”. La fórmula: “Si tratas bien al alumno y trabajas las múltiples inteligencias, aprenden más”, resume Rovira. “Si esto lo hemos logrado en un centro de alta complejidad, se puede aplicar con éxito en cualquier otro centro”, remacha. “Hay que ser valientes. Animo a todos los profesores”. Una invitación en toda regla.

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