Marinero y escritor

“Desperté después de 35 años en coma”

“Lo que quiero es vivir la vida, porque ya perdí muchos años... La vida es hacia adelante”, dice Manel Monteagudo

El escritor Manel Monteagudo.

El escritor Manel Monteagudo.

Susana Regueira

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Una vida de película. Pocos relatos biográficos tan sorprendentes, intensos y rápidos como el experimentado por el escritor Manel Monteagudo, que esta tarde presenta su nuevo libro, 'De mariño a poeta' en el coworking O Sanatorio (Pontevedra). ¿Que la periodista exagera? Pasen y lean:

Su vida es de cine.

(Sonríe) Ya le comentaron algo.

Para empezar por el principio: ¿Cómo fue su infancia?

Fue muy triste, realmente triste porque éramos muy pobres. Bueno, había dividirla en dos partes: al principio fue muy buena porque tenía una abuela extraordinaria, fue alguien impresionante que se cruzó en mi vida, o yo me crucé en la de ella en el mejor sentido. Yo la adoraba, tanto que cuando ella murió mi madre dijo “bueno, perdí una madre pero gané un hijo”. Porque yo a mi madre no la quería, quería a mi abuela. Y cuando ella no estuvo pasamos mucha hambre, carecíamos de todo, mis padres no tenían nada. Vivíamos en una casa en Noia en la que el piso era de tierra, la madera de las habitaciones estaba toda apolillada…

"Cuando mi abuela no estuvo pasamos mucha hambre, carecíamos de todo, mis padres no tenían nada"

Se embarcó a los 14 años.

En cuanto salí del colegio, sí, a los 14 años. Tenía que trabajar. Me embarqué en un barco en Las Palmas de Gran Canaria y me fui para Sudáfrica. Realmente era muy niño, además era muy delgado porque habíamos pasado mucha hambre y estaba muy flaquito, muy pálido. Y así me fui para Las Palmas. En mi vida había visto de cerca un avión. Y cuando llegué al barco todos se quedaban mirando, yo iba para desempeñar el cargo de engrasador, y el que me precedía tenía 32 años. Cuando tenía 17 años me marché a Hamburgo, en Alemania, donde me embarqué hasta que me fui al servicio militar. Pero ya antes, cuando empecé a tener un buen salario, me había puesto a estudiar electricidad y electrónica naval. Cuando salí del servicio militar ya me embarqué como oficial electricista y, por cierto, tuve un reconocimiento de las autoridades alemanas en 1978, porque fui el oficial más joven de todo Alemania.

Y en esto pasó el accidente.

En el barco estaba estupendamente, pero fuimos con un cargamento a Irak y tuve un accidente gravísimo: me caí a la bodega del barco desde 6 metros de altura. Y hasta ahí le puedo contar, porque a partir de ese momento estuve 35 años en coma, hasta que volví a despertar.

"Fuimos con un cargamento a Irak y tuve un accidente gravísimo: me caí a la bodega del barco desde 6 metros de altura. Y hasta ahí le puedo contar, porque a partir de ese momento estuve 35 años en coma, hasta que volví a despertar"

Del coma, imagino, no recordará nada.

Nada en absoluto. Solo recuerdo una cosa: que tenía que arreglar una pieza, un proyector, y la escalera a la que estaba subido tenía gomas en las patas, estaba calzada, no sé cómo se escapó de esa manera. Tan pronto eché la mano para agarrar el proyector e hice fuerza en la escalera allá me fui. En ese momento noté como caía, pensé “alá vou”. Y nada más, se acabó.

¿Dónde despertó y cómo fue ese momento?

Desperté en una habitación que no conocía, aquí donde sigo viviendo. No reconocía nada, estaba muy sorprendido, no entendía nada. De repente viene una señora, con canas, que yo no sabía quién era. Y se echó encima de mí llorando. En ese momento no sabía quién era, no la conocía, hasta que le vi la cara. En cuanto la vi reconocí a mi novia, porque era mi novia de entonces. Yo pensé que eso no podía ser. Ella empezó a hablarme, a hablarme, yo no entendía nada de lo que decía hasta que cogió un espejo que había comprado a propósito. ¿Sabe lo que vi?

Miedo me da la respuesta.

Un hombre lleno de canas, porque tengo el pelo totalmente blanco y la barba blanca. Y yo solo le decía “non, non. Este non son eu. Este é un vello. Eu non son este, eu teño 22 anos. Teño 22 anos, 22, este non podo ser eu. Como vou ser este vello?”. Y ella me explicaba, poco a poco me fue explicando cosas. Fue muy dramático, tengo que decir que ese despertar fue muy dramático para mi. Y cuando ya habían pasado como unos 15 minutos entró una chica y mi novia le dijo “pasa Sara, pasa”. Yo tampoco sabía quién era, pero se lanzó encima de mi diciendo exactamente “papá, papaíño… Papá, meu papaíño”. Entonces me contaron que era mi hija. Mi mujer me explicó que teníamos dos niñas, y yo cada vez más sorprendido y desconcertado. Y todavía peor cuando apareció mi segunda hija, que resulta que estaba embarazada, tanto que mi nieta nació 6 días después de que yo me desperté, que fue el 15 de octubre de 2014.

Imagino su desconcierto.

Total, todo fue eso, muy desconcertante. Como si todo fuese muy rápido, muy deprisa, no daba asimilado lo que me iban diciendo.

¿Cómo discurrió su vida después?

Tuve que aprender a andar, a leer, a hablar bien, aunque no del todo bien porque en el hospital de Irak con un tubo me dañaron las cuerdas vocales. Ésta no es mi voz anterior. También tuve que aprender a escribir.

"Solo quiero vivir. Perdí muchos años, pero ese tiempo ya pasó y la vida es hacia adelante. Hacia detrás no tengo nada que ver, nada, porque de atrás no me queda nada"

Y se ha dado prisa, porque ya va por el tercer libro.

Realmente es el cuarto porque hice también uno autoeditado por mi hija que, por cierto, tuvo tan buena acogida que hicimos 300 ejemplares más.

¿Su novia lo cuido estos 35 años?

Sí, porque ella siempre tuvo la confianza de que yo iba a despertar, a pesar de que los médicos le decían que no, que no despertaría jamás y que pensase, que tuviese claro, que ella cualquier día iba a despertar y yo estaría ya frío, que mi único camino era el cementerio. Fue mi mujer quien me cuidó porque además es enfermera, fue quien me atendió todo este tiempo.

Es usted un ser muy querido. Hay mucho amor en su vida.

Sí, tengo mucho amor porque para mi una persona tiene que ser humilde en todos los sentidos, y además íntegro. Una persona tiene que ser íntegra y tener una gran dignidad y humildad, y yo creo que siempre lo he tenido. Lo llevo en las venas, dentro, nací con ello. Y, como le dije, mi abuela me transmitió todo el amor del mundo, así que soy cariñoso, incluso a veces me paso de romántico (sonríe); soy así.

¿Qué quiere hoy?

Solo quiero vivir. Lo que me queda de vida lo que quiero es vivir. Eso es lo que quiero, vivir la vida, porque perdí muchos años, pero ese tiempo ya pasó y la vida es hacia adelante. Hacia detrás no tengo nada que ver, nada, porque de atrás no me queda nada, salvo dos hijas maravillosas, dos nietos, y mi mujer, que es un monumento al respeto y la paciencia. Nunca podré pagarle lo que hizo por mi, no se puede expresar con palabras.

Suscríbete para seguir leyendo