La furia de la erupción

El volcán de La Palma deforma el terreno más de cinco centímetros en su ansia por ‘devorar’ magma

La cantidad acumulada de lava que emana de sus bocas provoca que el cono se desborde

El nuevo río de lava transporta rocas del tamaño de edificio de 3 plantas

Verónica Pavés

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El volcán de La Palma aún tiene fuerza para rato. La gran estructura natural se encuentra estable. Sin embargo, dentro de dicho equilibrio está atravesando un periodo más explosivo y atronador, en la que ha mostrado una fuerza mucho mayor que la observada hasta el momento. En sus ansias por devorar el magma que se encuentra en las profundidades palmeras, ha deformado más de cinco centímetros una zona muy localizada de terreno, cerca de Jedey y de la boca eruptiva.

Para los expertos, que constatan, además, que estos días se ha incrementado la cantidad de lava, piroclastos y gases que están siendo despedido por el cono volcánico, esta modificación del terreno tiene relación con la mayor fuerza que ha adquirido el volcán. «Esto ocurrió también al principio de la erupción», advierte Itahiza Domínguez, sismólogo del Instituto Geográfico Nacional (IGN), que insiste en que está siendo un fenómeno «muy local» y no está acompañado de «más sismicidad».

La directora del IGN, María José Blanco, también quitó hierro a este nuevo evento recordando que «la zona ya está evacuada» y que no es una deformación «que se vea en ninguna otra estación». De tal modo que, simplemente, se ha procedido es a «advertir de la misma a las personas que circulan o trabajan por la zona» que, en estos momentos, como apuntó Blanco, solo son personas que pertenecen a los cuerpos de seguridad o científicos. La sismicidad continúa localizándose, principalmente, cercana al punto de los primeros días y de otros enjambres pasados –cerca de Fuencaliente–, a profundidades entre 10 y 15 kilómetros. El IGN también ha registrado terremotos situados a profundidades superiores a 20 kilómetros. Destaca el que se vivió el pasado miércoles, que tuvo una magnitud 4,5 y se sintió en toda La Palma, con intensidad IV, aunque se produjo a 37 kilómetros.

Con el nivel de sismicidad actual –en el día de ayer se localizaron 102 nuevos terremotos– los científicos no descartan que se produzcan más terremotos sentidos, que, incluso, puedan originar pequeños derrumbes en zonas de pendiente. Asimismo, aseguran que esta elevada sismicidad, que además, se registra a profundidades intermedias y profundas, tiene relación con el volcán actual, por lo que siguen viendo «poco probable» que surja una nueva boca eruptiva en otro lado de la isla. Para explicar los terremotos que se están generando a tales profundidades, los científicos han teorizado que a esos 30 kilómetros de profundidad, existe un reservorio magmático que llevaba miles de años fraguándose y ahora el volcán está absorbiendo para poder mantenerse en activo. Al irse vaciando, los huecos que deja caen por su propio peso causando los terremotos de gran magnitud en esta zona del subsuelo, muy cercana al manto terrestre. Existe otra hipótesis que, por su parte, explicaría la sismicidad a 10 y 15 kilómetros de profundidad y es que el sistema volcánico se está realimentando continuamente de un reservorio magmático que se encuentra ahí, donde también empezó la serie sísmica a mediados de septiembre de este año.

Tremor volcánico

La señal de tremor volcánico mantiene una alta amplitud media, sin pulsos de intensificación, lo que supone una cierta estabilización de la actividad volcánica. Sin embargo, la cantidad de lava que emana las distintas bocas es de tal calibre que en el día de ayer llegó a desbordarse por completo. Ocurrió sobre el mediodía, cuando las cámaras del Instituto Vulcanológico de Canarias (Involcan) captaron como la lava acumulada se desbordó de su cauce original.

También se ha incrementado la cantidad de gases tóxicos que expulsa el volcán. En los últimos días se han registrado emisiones de hasta 15.995 toneladas de dióxido de azufre, mientras que en las primeras semanas apenas llegaba a las 12.000 toneladas. El dióxido de azufre ha llegado hasta el Centro de Investigación Atmosférica de Izaña en Tenerife, que durante la madrugada del día 12 de octubre, registró valores muy altos de SO2, superando los valores horarios de saturación de los equipos (7.500 microgramos por metro cúbico).

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