Estética cuestionable

China propone un concurso sobre sus horrores arquitectónicos

Una web especializada anima a elegir los edificios más espantosos de un país obsesionado por la estética 'kitsch' y el hortera extremo

Los horrores arquitectónicos de China para el portal Archcy.com

Los horrores arquitectónicos de China para el portal Archcy.com

Adrián Foncillas

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China pedía a gritos la iniciativa de la web archcy.com. Se encadenaban los crímenes estéticos desde la apertura económica y alguien tenía que registrarlos y clasificarlos. El concurso se reclama como un foro de debate sobre las fronteras entre belleza y fealdad o la responsabilidad social del arquitecto pero pocos acuden a su web por sus sesudas discusiones doctrinales. Al profano le ofrece una galería de las últimas tropelías arquitectónicas y en la cosecha de este año figuran una iglesia con forma de violín o un hotel con la de una muñeca 'matriuska' entre los 87 candidatos. La votación popular sobre los 'Diez edificios más feos de China' se decanta por ahora por la entrada de cinco arcos en la Universidad de Zhejiang a los que nadie les ha encontrado la utilidad y un puente de cristal sujetado por dos estatuas gigantes con trajes típicos en la provincia de Sichuan.  

Polémica iglesia en forma de violín en la aldea de Yongping.

Polémica iglesia en forma de violín en la aldea de Yongping. / El Periódico

En China se han levantado muchos de los edificios más audaces, heterodoxos y transgresores del mundo. Pekín junta el estadio y la piscina olímpicos, los dos aeropuertos internacionales, el Teatro Nacional, la torre de la televisión pública… Algunos, como la última, permiten el debate. Es ubicua en las listas de extravagancias. Los pequineses esperaban un giro final que permitiera entenderla mientras la iban levantando pero persiste el misterio. La bautizaron como los “calzones invertidos” y la han acabado adoptando como icónica.  

Bloques con forma de tetera o cangrejo

Ocurre que explorando los límites muchos han caído por el barranco. El concurso lo han ganado edificios que simulaban objetos cotidianos o animales, siempre en ciudades de segunda o tercera. Su estética es tan discutible como bella es la simpleza del planteamiento. ¿La ciudad es célebre por los cangrejos? Ahí va un cangrejo. ¿Por las teteras? Aquí está. Las obras obligan a preguntarse por las interioridades de un proceso que exige la enajenación del arquitecto, el promotor y el gobierno local. “Hay escasos controles, los proyectos se aprueban rápido. Los que encargan esos proyectos tienen mucho dinero pero ninguna noción arquitectónica y quieren que la obra emule una forma muy simple. Es un concepto muy chino pero que aplicado a la arquitectura da resultados muy raros”, señala Alejandro Crivellari, arquitecto español con ocho años de experiencia en China.   

Museo Internacional de Arte Infantil de Xi'an, que evoca a un queso gruyere.

Museo Internacional de Arte Infantil de Xi'an, que evoca a un queso gruyere. / El Periódico

La inquietud de Pekín viene de lejos. El presidente, Xi Jinping, ya criticó siete años atrás en un simposio literario los edificios “inusuales” y el Gobierno ha intentado ordenar el sector desde entonces. La Comisión Nacional por el Desarrollo y la Reforma, el principal cuerpo de planificación, prohibió en 2020 las réplicas de construcciones extranjeras y este año ha ampliado las restricciones a los edificios “feos” en favor de los “adecuados, económicos, ecológicos y respetuosos con la vista”. La primera víctima de la directiva fue la estatua del general Guan Yu en Jingzhou, una enormidad de bronce de 60 metros de alto, que fue retirada de inmediato tras apenas un lustro. 

Ego, estupidez y mal gusto

La amalgama de ego, estupidez y el mal gusto del nuevo rico ha desembocado en obras faraónicas. Una réplica del Capitolio estadounidense o del Palacio de Versalles, por hacer la lista corta. Al fenómeno no le es extraña la corrupción rampante que combate Pekín. En la China rural abundan los cuadros de dolorosa pobreza, con barranquismo y chavales semidesnudos jugando con gallinas en calles embarradas. Y, como una rosa en un zarzal, un arrogante e impoluto edificio.  

Destacan entre la tipología de desmanes los plagios de edificios occidentales, lo que China conoce como 'shanzhai'ya felizmente en retirada. Es encomiable la destreza para calcar hasta el detalle más nimio la Casa Blanca o el Covent Garden pero cuesta que dialoguen con el entorno de la China rural. Al sinsentido se añade el nacionalismo porque esa adoración ciega a los símbolos de Occidente va a contrapelo con el auge chino. Un edificio híbrido levantado en 2015 en Shijiazhuang, en la provincia septentrional de Hebei, acomoda la vieja pulsión con las nuevas ordenanzas: un eje vertical separa las réplicas del pequinés Templo del Cielo y el Capitolio estadounidense. Un delirio.  

Exterior del Hotel Tianzi, en la ciudad de Sanhe, en el norte de China.

Exterior del Hotel Tianzi, en la ciudad de Sanhe, en el norte de China. / El Periódico

No es un caso único en esa provincia que abraza a Pekín. Está ignorada por todas las rutas turísticas y la industria pesada que estimulaba su economía fue diezmada por el viraje ecológico del Gobierno. Sus autoridades, sin nada que ofrecer, se han volcado en la arquitectura creativa como anzuelo. Aquella provincia conocida por sus cielos negros ofrece ahora el catálogo más estimulante: un museo con forma de tortuga, un monumento de 20 metros a la col, un centro de relajación que asemeja un hombre tumbado con la mano alzada… 

 “La arquitectura en Europa es continua mientras que la china sufrió un socavón en el siglo pasado que explica la falta de lazos entre lo antiguo y lo contemporáneo. Primó un arquitectura utilitarista que incidía en los tiempos de construcción y los planeamientos urbanos y descuidaba lo estético”, opina Crivellari. “China ha pasado por el mismo proceso que España: de construir mal, desde la técnica a la estética, a construir bien. Hay despachos muy buenos aquí”, continúa.    

 El fenómeno habla de los contrastes en este país. Cabe esa galería de horrores junto a Ningbo, Chengdu, Tianjin, Changsha y otra veintena de ciudades ignotas para el público occidental que ridiculizan a cualquier capital europea.