20 años después de las 'vacas locas'

Europa vuelve a autorizar las harinas de origen animal para el ganado

La Comisión Europa aprueba el uso de "proteínas animales transformadas" pero no entre la misma especie

En la década de los 90 miles de animales fueron sacrificados por una enfermedad provocada por los priones

vacas

vacas / economia

El Periódico / Agencias

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La prohibición en Europa de alimentar a cerdos y pollos con harinas de origen animal, que provocaron hace 20 años la crisis sanitaria de las 'vacas locas' que provocó varios muertos y miles de reses sacrificadas, y un asunto sensible tanto para ganaderos como consumidores, se acerca a su fin, con condiciones.

A partir de la próxima semana, se podrá en principio alimentar a las aves de corral y a los cerdos con "proteínas animales transformadas" (PAT), según un reglamento publicado a mediados de agosto en el Diario Oficial de la Unión Europea (UE).

La decisión llega dos décadas después de la prohibición europea, en 2001, de todas las harinas animales destinadas a la ganadería, tras la crisis de las vacas locas que traumatizó a los consumidores y que hizo descender el nivel de consumo de carne de ternera y vaca a la mitad, y a prohibir el consumo de tuétanos.

Los peces de piscifactoría y los animales de compañía ya podían alimentarse con estas harinas hechas a partir de las carcasas trituradas (patas, huesos, etc.) de animales sanos. La prohibición se mantiene no obstante para los rumiantes herbívoros como el ganado vacuno, pero también para cabras y ovejas.

Antes, misma especie

De hecho, no se trata de un retorno a la situación de los años 90, cuando los huesos de bovinos enfermos, infectados o muertos se trituraban para alimentar las explotaciones de la misma especie. Esto permitía la propagación de la encefalopatía espongiforme bovina, conocida popularmente como la enfermedad de las vacas locas y cuya variante Creutzfeldt-Jakob se detectó en humanos.

"Entonces, las harinas de origen animal eran un poco gore", pero "ya no se trata del mismo producto", asegura Christiane Lambert, la presidenta de la federación de sindicatos agrícolas europeos COPA y del francés FNSEA. Al frente de una explotación porcina en el oeste de Francia, se dice dispuesta a alimentar a sus cerdos con proteínas animales transformadas, siempre y cuando haya un "absoluto rigor" en la cadena de suministro.

La regulación europea, en base a las opiniones de las agencias sanitarias, preconiza "condiciones estrictas" para la colecta, el transporte y la transformación de estos productos, de los que se deberán analizar muestras para evitar riesgos.

La mayoría de países del bloque apoyaron en mayo la propuesta de la Comisión Europea, el ejecutivo comunitario. Irlanda y Francia se abstuvieron.

Dudas de Francia

En Francia, la situación está en suspenso. El ministerio de Agricultura indicó el viernes a la AFP que pidió una nueva opinión a la agencia sanitaria nacional para "posicionarse" al respecto. Semanas atrás, el regulador francés recomendó "respetar estrictamente" la regla de separación de especies, es decir, evitar dar de comer cerdo a los cerdos.

Bruselas y el sector subrayan que estos productos pueden sustituir parcialmente la importación de proteínas de origen vegetal como la soja brasileña, un argumento de peso en pleno aumento de los precios de cereales y oleaginosas. "El 70% de nuestros costos es la alimentación. Cuando podemos buscar ganancias, aunque sean de varios céntimos, vamos a por ellas", declaró a la AFP François Valy, presidente de la sección porcina de la FNSEA.

La reintroducción de harinas de origen animal "no se hará en un abrir y cerrar de ojos", matiza Anne Richard, del sector francés de las aves de corral. "Muchos pliegos de condiciones prohíben las harinas de origen animal para tranquilizar a los consumidores (...) Esto no es inmutable, pero los operadores no han discutido aún colectivamente el tema", agregó.

Para el sindicato francés Confédération paysanne, opuesto a la ganadería industrial, la reautorización abre la puerta a derivas de aquellos obsesionados por los beneficios. Matthias Wolfschmidt, de la oenegé Foodwatch International, no excluye situaciones de canibalismo o de alimentación de rumiantes con estas harinas, un riesgo muy elevado, en su opinión, cuando ya sólo se registran casos aislados de la enfermedad de las vacas locas en Europa.