Fauna amenazada

Desastre ecológico en el río Tíber en Roma

Centenares de peces aparecen muertos en el principal ecosistema fluvial de la ciudad y las autoridades no se ponen de acuerdo sobre quién debe recogerlos

Los expertos atribuyen la contaminación a la crisis climática y el calor como posibles causas

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Irene Savio

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 Allí donde durante el primer confinamiento del año pasado hubo un río de agua rubias y verdes ahora hay manchas de plata con olor a muerte y putrefacción. Este es el paisaje que desde hace una semana presenta el río Tíber, el principal ecosistema fluvial de Roma, donde han aparecido centenares de peces muertos de pequeño y mediano corte. Flotan sus cadáveres en la orilla cercana al puente de la Música y al castillo de Sant’ Angelo, a poca distancia del Vaticano, pero también en el puente Marconi, en los suburbios, y en las adyacentes localidades de Fiumicino, Fregene, y Maccarese, adonde llegan las aguas del Tíber cuando desemboca en el mar Tirreno.

Los primeros cadáveres fueron vistos el 26 de agosto, y desde entonces, varios centenares más se han quedado varados en las orillas. Se trata en su mayoría de animales que viven habitualmente en el fondo del río, y suben a la superficie para buscar oxígeno, entre ellos mujoles y carpas, pero también especies alóctonas, como peces gato y bremas, introducidos durante años por los aficionados de la pesca deportiva.

El misterio es cuál ha sido la causa de su muerte. Por ello, las autoridades sanitarias, el Istituto Zooprofilático regional y la Agencia Regional para la Protección del Ambiente (ARPA) han abierto una investigación, y están analizando el agua y las carcasas de algunos ejemplares fallecidos. Los resultados preliminares aún no han dado respuestas claras, aunque la sospecha es que el fenómeno se deba a un conjunto de factores que, sí, tienen una relación con la crisis climática y la contaminación que produce el hombre, según dice Raniero Maggini, presidente de la sección romana de la asociación ambientalista WWF.

Escasez de oxígeno

“Las lluvias veraniegas, que concentran importantes cantidades de agua en periodos de tiempos cada vez más breves, provocan un aumento de los materiales orgánicos, así como de sustancias peligrosas para el río y sus habitantes [que caen en el río]”, explica Maggini a EL PERIÓDICO. Esto, junto con una mayor escasez de oxígeno (la anoxia) debida al calor, es lo que podría haber creado una especie de “ola anómala que ha sofocado los peces”, añade el ecologista, al no descartar que algunas sustancias tóxicas provengan de la agricultura, o incluso de la superficie de las carreteras en las que se durante el verano se acumularon las emisiones de los medios de transporte. 

Esto último es también la hipótesis de la policía fluvial, según la cual los metales y los hidrocarburos que se han depositado en las calles durante la sequía veraniega, han acabado en el río con las intensas lluvias de los últimos días de agosto. Ha sido una verdadera “bomba química”, como dijo al diario 'La Stampa' Bruno Cignini, experto de fauna urbana y profesor de la Universidad romana de Tor Vergata. “No es la primera vez que ciertas empresas vierten residuos tóxicos en el Tíber”, ha dicho, por su parte, el biólogo marino Leonardo Tunesi, al poner el acento en la otra plausible hipótesis que podría explicar la matanza. 

Conflicto competencial

Para más inri, después de que el 29 de agosto se informara que alrededor de 600 kilos de peces muertos habían sido recogidos, se ha abierto una disputa de competencias sobre quién tiene que recoger a los que aún quedan en el río. El AMA, la empresa de recogida de basuras de Roma, dice que no es tarea suya, el ayuntamiento ha afirmado que le corresponde a las autoridades regionales -que están a cargo de la salud pública en Italia-, y éstas que es la alcaldesa quien debe intervenir. 

Mientras tanto, los peces siguen allí, con el “potencial riesgo sanitario” que ello implica, subraya Maggini, al añadir que difícilmente se podrán recoger todos los que fallecieron. “Los que han sido retirados hasta ahora son solo una pequeña parte”, ha precisado el experto. Además de ellos, también se teme que hayan muerto otros animales invertebrados y plantas acuáticas. 

No es la primera vez que un desastre ecológico de esta magnitud se detecta en Roma. Episodios parecidos fueron registrados también el año pasado, cuando Italia relajó las medidas anticoronavirus. De ahí que en mayo el ARPA realizara un primer estudio que, si bien detectó la presencia en las aguas de pesticidas ilegales, no pudo llegar a una conclusión definitiva.

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