Inundaciones en el Ebro

Desolación en Alcanar: "Ha sido como si el mar entrara en casa"

Los vecinos, desesperados, llevan horas retirando cubos de fango tras ver sus casas inundadas

El paseo marítimo, completamente destrozado, intuye altísimas pérdidas económicas 

Una familia afectada por las inundaciones en Alcanar repasa el estado de su vivienda.

Una familia afectada por las inundaciones en Alcanar repasa el estado de su vivienda. / Tjerk van der Meulen

Elisenda Colell

Elisenda Colell

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Toda una vida en una casa que ha quedado en nada. Llena de barro, y donde los muebles, electrodomésticos, ropa y recuerdos se han convertido en escombros. Así se han levantado muchos de los vecinos de Alcanar, Les Cases d’Alcanar, Sant Carles de la Ràpita y Ulldeona, los pueblos de las Terres de l'Ebre más afectados por los aguaceros que el pasado miércoles inundaron la zona. Son decenas los que lloran las pérdidas económicas y emocionales que los fuertes corrientes les han arrebatado.

Los vecinos del Montsià (Tarragona) trabajan contra los efectos del temporal

Bienvenido Tarragó, vecino de Alcanar de 89 años, se ha levantado este jueves en el pabellón municipal de Alcanar (Montsià), el sitio habilitado por la Cruz Roja donde se han cobijado aquellos que el miércoles perdieron sus viviendas. "El agua nos llegaba por la cintura, mi casa se ha quedado en escombros, fue algo fuera de serie", lamentaba el hombre a primera hora de la mañana al recordar el día anterior. Una casa que había construido con sus propias manos, y que era lo único que tenía. "Cuando llegamos era un corral sucio y abandonado... no había paredes, no había luz ni agua... le dimos vida", rememora junto a su bastón. Hoy, 60 años después, su nido vuelve a tener el mismo aspecto que entonces.

"El agua entró en casa por todos los lados, incluso se rompió el techo... y no sabíamos qué hacer. Cogimos todas las mantas, toda la ropa, para intentar que chuparan... pero nada", explica el octogenario. Nacido en Peñíscola, Bienvenido se fue a vivir a Alcanar en cuanto conoció a su mujer. Ella fue temporera, él albañil y hoy sobreviven con una pensión de 600 euros. Fueron asistidos por los Mossos a mediodía. "Salimos sin nada. Todas nuestras cosas están allí, entre el barro", explica el hombre. Ambos se han vestido con ropa que les han ofrecido los voluntarios de la Cruz Roja. 

"El agua me empujó hasta el fondo de mi casa"

Esta ha sido la historia que más ha chocado a los voluntarios de la entidad humanitaria, venidos de Tarragona para asistir a las víctimas de esta debacle. Aunque los nombres de los afectados se cuentan por centenares. La calle de Churruca, en Les Cases d'Alcanar, se encuentra escasos a metros del hoy destrozado Paseo Marítimo. Solo asomarse por la callejuela se oyen llantos desesperados y el trajín de las escobas retirando barro. 

Una de ellas es la de Pepita y José Miguel Reverte, dos hermanos que viven juntos desde hace más de 60 años. Están rodeados de escombros. “Era como si el mar hubiera entrado en casa. Yo me quedé apretando fuerte la puerta para evitar que entrara el agua, pero se rompió y me empujó hasta el fondo de la casa. Estoy vivo de milagro”, explica emocionado el hombre, de 71 años. Sus electrodomésticos, todos los muebles y las fotografías de los padres y sobrinos ocupan la cera de la calle.. 

Los llantos y los ojos de la madre de Enric Avellán explican qué significa ver que la casa donde uno ha nacido y crecido sea un barrizal. No puede articular palabra. “El problema es que todas estas casas son muy antiguas, no están aseguradas… No sé como lo haremos”, se sincera el hijo entre cazo y cazo de barro. También Josefa Rodríguez, junto a sus hijos y nietos, llora mientras retira los escombros de la que fue la casa de su madre y sus seis hermanos. “Ayer por la noche no pude pegar ojo. Y hoy se me cae el mundo encima, jamás había visto algo así”, explica la mujer, que roza los 80 años. Sus hijos, vecinos de Alcanar, han perdido los coches y tienen los bajos de sus casas en condiciones similares. “Es muy bestia como en cuestión de una hora se te puede ir todo a la mierda”, señala uno de los hijos. 

Los bomberos trabajan en la extracción de un vehículo arrastrado hasta el mar en Les Cases d'Alcanar.

Los bomberos trabajan en la extracción de un vehículo arrastrado hasta el mar en Les Cases d'Alcanar. / Tjerk van der Meulen

 En todo el pueblo, la imagen se repite. Quien no tiene la casa llena de barrio tiene el negocio. En medio de la carretera que conecta Les Cases d’Alcanar con Alcanar está el almacén de Juan José Segarra. Su empresa, Inforsoft, se encarga del material agrícola que usan los payeses para la recolección de la naranja. Hoy, no queda nada. El agua rompió la puerta del garaje y destruyó un cuarto del almacén que, literalmente, ha desaparecido. “Mis tractores y las cubas están en el Mar... y los dos que quedan están estropeados”, cuenta con los pies en medio del lodazal. “Haremos lo que podamos, la verdad es que aún no tengo ni idea de cuánto hemos perdido. No creo que el seguro me lo cubra todo, ojalá nos lleguen ayudas de las administraciones”, implora.

Menos promesas y más hechos

El ‘president’ de la Generalitat, Pere Aragonés, tras recorrer la zona afectada ha anunciado que estudiará declarar la zona como catastrófica. “Que traigan dinero, porque esto de las visitas ya nos lo conocemos: vienen con bombo y platillo y luego se olvidan de nosotros”, se quejaban muchos restauradores de primera línea que han visto devastados sus negocios. 

“Hoy es el día de lavarse las manos”, se muestra también escéptico Luis Miguel Alméfija. Él es un cliente del cámping Els Alfacs donde el agua derribó el muro del terreno y arroyó a campistas. “Yo estaba en un bungalow con mi mujer y mi hijo. En cuanto vimos que empezaba a moverse todo, salimos pitando”, explica. Viajó desde el Maresme con el coche de su suegro, que ahora está flotando entre las rocas del mar. “Me dijeron que a las ocho de la mañana lo sacarían. Es la una y sigo aquí”. se queja. La familia, que vino a pasar las vacaciones esta semana, regresa a casa. Ayer durmieron en un hotel. “A mi hijo esto le va a pasar factura. Nos alojaron en un tercer piso y el pobre preguntaba si eso también se iba a inundar”, cuenta.

En el mismo cámping, otro bungalow muestra cómo el agua llegó hasta la altura del pecho de los adultos. “Y aquí había dos niños, que lograron salir usando la nevera como escalera”, cuenta Améfija. Otro campista, Cristobal Ariza, es más optimista. “Si no llego a salir de la caravana me voy a tomar por culo… No estaría aquí”, dice. “Salimos en cadena humana, pensé que se acababa el mundo, pero mira, al final ha salido el sol y estamos vivos”, sonríe. Cuenta que hace 30 años que pasa el verano en el camping dels Alfacs. ¿Volverá el año que viene? “Por supuesto. Saldremos de esta”.

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